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Spider miró a Vittoria, que llevaba ya dos días ignorandolo.

La había visto salir de la base dos días antes, en plena noche, y la había visto llegar un par de minutos después, temblando.

La escuchó llorar toda la noche, y aunque quiso hacer algo, una parte de él le decía que lo dejara estar.

A la mañana siguiente, aquella rutina que habían adquirido, se había visto afectada por la indiferencia de la chica.

—Buenos días, Vicky, ¿cómo has dormido?

Había preguntado, recibiendo un leve asentimiento por parte de la chica, que ni siquiera lo miró.

Vittoria, que siempre bromeaba y no se callaba, ahora ni siquiera lo miraba.

—Vamos.

Vittoria salió del complejo, dejando a un confuso Spider.

Había esperado que con el tiempo se le pasara, pero cada día que pasaba, aquella situación solo empeoraba.

Vittoria se mantenía alejada de todos, con la cabeza en otro lado.

Al tercer día, esta decidió no levantarse, inventando que estaba enferma para poder quedarse en el complejo.

Spider quiso quedarse, pero Quaritch lo arrastró con el resto del grupo, diciendo que él se quedaría al cuidado de la chica.

Spider no estaba muy conforme, pero al final tuvo que ir.

Vittoria vio por la ventana recién restaurada a los avatares y al chico irse.

Rápidamente cerró la puerta del complejo con llave, aunque sabía que eso serviría de poco.

Corrió hasta el baño, un lugar privado donde no correría el riesgo de que Quaritch la mirase; porque sabía que el avatar la estaba buscando con la mirada por fuera del complejo.

Escuchó un golpe en la puerta.

—¡No puedes esconderte, Vittoria!—la voz de Quaritch la hizo estremecer. Abrazó con fuerza sus piernas, tratando de reprimir el sollozo que se estaba formando en su garganta—. ¡Aceptaste este trato, ahora cumplelo!

Vittoria no tenía miedo de cumplir el trato, porque no lo iba a hacer.

Tenía miedo de la mano de Quaritch, tenía miedo de que esa mano bajará, tenía miedo de que esa mano no se detuviera en su mejilla.

Tenía miedo de Quaritch y de lo que podía hacerle, ambos solos en mitad de la selva, con nadie que la protegiera, con nada para protegerse.

Los golpes aumentaron, haciéndola temblar en el suelo del baño, con su espalda contra la puerta.

—¡Abre esta maldita puerta, zorra!

Vittoria escondió su cabeza entre sus brazos, las lágrimas rodando por sus mejillas.

Spider le había contado a grandes escalas lo que Quaritch le había hecho a Persephone, y ella no quería ser una más de su lista.

No quería ser otra pobre niña de la que abusaba.

Escuchó el golpe de la puerta caer, y tembló como nunca lo había hecho.

Unos fuertes pasos resonando mientras el aire empezaba a faltarle, sentía que se estaba ahogando.

Sentía que le estaban arrebatando la vida frente a sus ojos.

Los pasos pararon frente a la puerta.

Vittoria trató de coger oxígeno del aire, pero este no estaba, simplemente se había ido cuando la puerta se abrió.

Shoganai² -Spider Socorro-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora