26. Infierno turco

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Hay cosas en la vida que uno nunca cuestiona.
Esas que se hacen por que sí, cómo respirar, comer, dormir o en el caso de Gavi todas las bromas y rituales cotidianos que el fútbol le ha enseñado para convivir con otros compañeros que sacadas de contexto podrían tener otro significado. Nadie se escapaba, desde el más veterano, casado y hetero hasta los jóvenes más experimentales e inocentes. No hay ninguno que no pase por los pinchazos de pezones, los agarrones o fintas a las partes blandas, las nalgadas, los arrimones, los abrazos y besos. Parte de la cultura y el ambiente de fraternidad donde todos ya se han visto de todo en las duchas, en los entrenos se han tocado de todo y no pasa nada porque al final del día somos hombres, somos hermanos y que viva la paz.

Pero hoy no puede reír tan a la ligera viendo a Ferran pegado a Pedri en el entreno tocándolo por todos lados. Y no eran celos, esos los sabe identificar a la perfección, era más bien asombro. Estaba asombrado de que ni en sus tiempos más oscuros de la pubertad controlados por las hormonas veía la vida con tanto doble sentido.

No podía dejar de verlos, cuerpos chocando, tocándose y restregándose entre ellos, camisetas y shorts húmedos de sudor pegándose a la piel marcando sus músculos debajo, jadeantes y con ese rubor que se extiende por varias partes, tan acalorados en el gimnasio que se deshacen de sus camisas y se arremangan los pantalones ya cortos hasta la ingle mientras hacen todas esas vocalizaciones de esfuerzo usando los aparatos. Cosas tan cotidianas del fútbol que el internet ha arruinado.

Si pudiera regresar en el tiempo le diría al Gavi del pasado que nunca busque que mierdas es BDSM. Que mejor no busque nada porque la ignorancia es una bendición. Es cierto que perdió la inocencia hace mucho pero por lo menos podía vivir convencido y pensando que el estándar de las relaciones sexuales entre hombres es lo que presenció hace años. Algo tan tortuoso y humillante que solo le hacía preguntarse ¿por qué alguien en sus sano juicio quisiera hacer eso?

Se encontró tantas respuestas a esa pregunta qué tal vez preferiría no haberla preguntado desde un principio. Lleva días viendo tantas cosas, tanta variedad de cómo, porque eso era lo que más le importaba ¿cómo se supone que es el sexo entre hombres? paso por paso, a ciencia cierta, y encontró desde lo más simple hasta lo más perturbador.

Podría decir que su investigación resultó contraproducente porque mientras más cosas veía más preguntas tenía ¿por qué lo hacen así? ¿Por qué grita? ¿Por qué llora? ¿Por que se ríe? ¿Por qué no dejan de hablar? ¿Por qué están tan callados? ¿Por qué le mete casi toda la mano? ¿Por qué hacen tantas cosas que parecen antihigiénicas? ¿O solo es él y esa lowkey misofobia que le dejó la pandemia? ¿En serio se siente bien así? ¿Por qué en ese posición tan incomoda? ¿Por qué cuando buscó pasivo y activo terminó viendo un video de contabilidad para invertir en una empresa? ¿Por qué hasta ahora se entera que a los cincuenta un doctor le tiene que meter los dedos por el culo para hacerle un examen de próstata? Para empezar ¿de que le sirve la maldita próstata? Así fue cómo pasó del porno a llamarle a su padre para recordarle que debe ir al médico.

No llegó a nada, terminó más confundido de lo que empezó y lo peor es sentía cero satisfacción viendo cosas así, no le encontraba nada de atractivo o algo que le hiciera decir ufff yo también quiero hacer eso. Era todo...demasiado y aún así no se lo podía sacar de la cabeza.

—Deja de verme así que no me lo voy a comer.—Un par de dedos amenazando con picarle los ojos le sacaron de sus pensamientos. Veía a Ferran con una sonrisilla frente a él y Pedri a su lado dándole un pequeño codazo con mirada acusadora.—¿Qué?—Se hizo inocente el valenciano dándole unos golpecitos en la rodilla de Gavi para que se quitara de la nevera donde estaba sentado.

VICEVERSA || Pedri • Gavi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora