lagrimas

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PARTE III

2:59 am

Contar los segundos en un minuto.
Contar los minutos en una hora.
Reiniciar la cuenta una vez que cambia el primer dígito.
Y así hasta dormir.

¿Qué si es mejor que contar ovejas? No, pero es mejor que contar lágrimas.
Está cansado, exhausto con la lesión en su pierna punzante e incomoda. Le duele todo, los ojos, el estómago, los oídos, el cuello y los hombros, la nariz, la garganta, la cara, algo entre sus costillas, ni siquiera sabía que podría llegar a llorar tanto que terminaría por provocarse una jaqueca.

Porque ahora hasta llorar es doloroso, ni eso puede hacer sin esfuerzo. Desde que llegó a casa ha llorado cada hora con pequeños descansos donde no puede pensar en nada antes de que vuelva a sentir los músculos de su garganta tensarse y asfixiarlo como una soga ardiente que le invita a continuar con su sufrimiento.

—Mierda...—Maldijo entre dientes al sentir de nuevo el ácido quemándole la boca del estómago se giró al otro costado dejando de ver el reloj de mesa que ahora marcaba las 3:00 am. El ardor no disminuía aun que se hiciera un ovillo sosteniendo su abdomen pensando que es un tonto por volver a sentir sus ojos aguarse por un simple dolor de estómago, pero no lo podía evitar cuando de sus labios salía un fino sollozo.

¿No se supone que debería sentirse mejor después de llorar? Pues no es así, cada vez se siente peor, con cada lágrima que sale de él se está vaciando como una herida abierta desangradose sin fin. Quien sabe, tal vez si llora lo suficiente se deshidrate y se desmaye por fin durmiendo en paz.

—Pedro—Escuchó el murmulló de su hermano en la oscuridad de la habitación y tras no decir nada más que producir ruidos lastimeros por los espasmos de llanto que no podía controlar sintió la mano de Fer rodeándole la cabeza.

—Perdón—Logró sacar la palabra de entre el nudo que a penas y le dejaba respirar escondiendo su propio rostro entre sus rodillas. Ahora se sentía peor al pensar que ni siquiera es capaz de llorar en silencio sin dejar dormir a su hermano.

—No hay nada por lo cual disculparse.

Pedri solo se dejó rodear por su abrazo sintiendo la mejilla de su hermano hundiéndose entre sus cabellos mientras su dedos los recorrían. Le preocupó tanto que se acostó con él a dormir consolándole y dejándole llorar en su pecho pero después de haber hecho eso la primera hora, la segunda y la tercera no parecía surtir mucho efecto. Tal vez pensaba que Pedri se dormiría eventualmente, pero su tristeza pesa más que su sueño.

Debería levantarse e irse a la sala o al cuarto de huéspedes a lloriquear a solas, pero ese es el problema, no quiere estar solo. No quiere sentirse solo ahora que pareciera que el mundo entero se está cayendo, suena dramático y lo sabe, pero no puede evitarlo, a cada segundo que pasa más se da cuenta de lo mucho ha jodido todo. Su mente se atormenta con esos 40 minutos de infierno blanco, con cada jugada, con cada gol, cada pase y pisada, pero en especial con cada palabras que le dijo a ese par de ojos cristalinos desilusionados por descubrir la oscuridad oculta dentro de su alma. Esa que dejó salir en forma de crueldad e indiferencia ante la supuesta persona que tanto aprecia.

No solo siente que ha sido insensible e injusto con Gavi pero también le hizo llorar, algo que se juro que nunca haría, y ahora cada que cierra los ojos le ve deshaciéndose en lágrimas alejándose de él y Pedri no hace nada más que verle irse. La imagen se repetía una y otra vez en su cabeza haciendo crecer ese vacío dentro de él.

VICEVERSA || Pedri • Gavi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora