CAPITULO 5 -JAURIA.

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Emma.

Parece que me hubiesen asestado un martillazo en el cráneo. Duele bastante, la espalda me arde e intento abrir los ojos, pero la tarea es una tortura ya que la angustiante punzada me recorre toda la cabeza.

El entorno está oscuro, yazco acostada boca arriba con un lujoso techo sobre mí. Toco las sábanas de seda tratando de identificar el sitio donde estoy, pero algo me dice que no es un hospital y con mareo logro incorporarme en la cama gigante.

—¿Hola? —toco la gaza que tengo en la frente— ¿Hola?

Camino a lo largo de la alfombra de piel de animal, no escucho señales de vida por parte de nadie y la cortina roja entreabierta me muestra la intensa nevada que se desata afuera.

—¿Hola? —pregunto cerca de la puerta.

Poso la mano en la perilla grande que cede sin problemas, el halo de luz se cuela en la puerta y voy abriendo despacio, asomando la cabeza. Solo hay una lámpara encendida, el pasillo está desierto resaltando el tapizado oscuro de las paredes.

No hay ruido, ni gente, parece que estuviera en la casa de Drácula. Sigo caminando hallando una enorme escalera. No tengo idea de donde diablos estoy y él que me atropelló me debe una tele nueva si no quiere que lo demande.

—Holaaaa —vuelvo a decir sacudiendo la cabeza cuando no hallo respuesta alguna.

Me devuelvo avanzando hacia el otro lado donde se ciernen varias habitaciones, llego al final de este el cual tiene una desviación que lleva a una enorme puerta doble.

No es normal despertar en este tipo de ambiente. Hay una luz bajo las puertas dobles y varias sombras se mueven debajo haciéndome avanzar.

—Ho...

Se me quitan las ganas de hablar con los leves jadeos que se oyen dentro.

—¡Suka! —la hipnótica voz con acento ruso me detiene— ¡Suka!

Sujeto mis dedos odiando no entender dicho idioma. Los jadeos se elevan y doy dos pasos quedando frente a la madera con el "hola" en la garganta, mis párpados se cierran cuando vuelve hablar en ese idioma rasgado e imponente azotando algo con dureza.

Pienso en devolverme, pero mi curiosidad me lleva adelante dejando mi mano en la cerradura que se mueve abriéndome una brecha la cual me permite ver el interior que me da una bofetada con lo que veo.

«¡Demonios!» Me quedo inmóvil con la imagen de una mujer esposada a un círculo de metal, amordazada y desnuda.

Se supone que tengo que huir, pero no puedo. Ella tiene un collar de cuero alrededor del cuello al igual que pinzas en los pezones, pero eso no es lo que me eriza hasta el último vello. Es el hombre que aparece descalzo y en vaqueros. Es alto, muy alto. No puedo detallar su cara, pero sí su magnífica espalda y la larga trenza que le llega a la cintura. Mis dedos se encogen con los hombros anchos. Es grande, fornido, con un porte de vikingo...Emana algo que... Me contrae por dentro, quiero verle el rostro, pero no voltea, solo flexiona los brazos tirando de los pezones de aquella mujer con una cadena. Estrella la fusta en sus muslos enrojecidos, pero lo excitante está en la fuerza que ejerce en la piel de sus senos mostrándolo como algo cruelmente placentero.

Ella echa la cabeza hacia atrás, no como si le doliera, por el contrario, juraría que lo está disfrutando. Otro azote me hace dar un respingo. Con un duro movimiento de la cadena él arranca las pinzas y acto seguido le avasalla las tetas con palmadas recurrentes que suenan duro ya que tiene las manos enfundadas en guantes de cuero.

—¡Suka! —vuelve a decir secándome los labios al ver como se lame los dedos pasándolo por los pezones que acaba de maltratar, ella jadea con la caricia recurrente y él vuelve a enderezarse.

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