CAPITULO 28 - JAMES.

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Emma.

«Aprecia, atesora». Ama cada cosa que te haga feliz ya que en cualquier momento pueden arrojarte a un foso el cual te demuestra que la vida no es tan cruel como creías. Sé feliz ahora, no vaya a ser que el universo te obligue a ser fuerte a las malas.

Me niego a soltar a mi madre y ella trata de centrarme, pero no dejo de sollozar repitiendo una y otra vez lo mucho que la amo, lo mucho que la extrañé.

—Cálmate —pide— ¿Qué te sucede?

—Emma —mi hermana me sujeta los hombros y me doy la vuelta abrazándola también.

Huele a loción fina y le lleno la cara de besos antes de apreciar el hermoso vestido que tiene. Me amarga el haber peleado tantas veces con ella, el haber causado discordias por no portarme bien.

—¡Qué hermosa te ves! —me alejo— ¿Cómo están todos? ¿Los caballos, los trabajadores, los vecinos?

Se acomoda el cabello con incomodidad y el que esté rodeada hace que me calle, todo el mundo me está mirando y, entre ellos, las hermanas de mi madre que también están en el evento. Hay japoneses, tailandeses y el personal de seguridad que está discutiendo con los escoltas de mi padre pidiendo que me saquen.

Elevan las voces mientras trato de dar una explicación, pero Koldum se lanza hacia el vestido de Sam el cual se rasga cuando se enreda. Los fotógrafos me atinan y mi mascota se desespera con los flashes al punto que debo alzarlo cuando intentan quitármelo.

—Baja a ese animal, Emma —me pide mi madre tapándome con disimulo—. Estamos llamando la atención de todos y es la presentación universitaria de Sam...

He provocado un escándalo, mamá se enoja y Sam no deja de sacudir la cabeza molesta.

—Cuanto lo siento —me disculpo—. Es que quería verlos y no estaban en casa...

Papá posa las manos en mis hombros dándome apoyo mientras mi hermana no se ve para nada contenta, simplemente se da la vuelta a saludar a los japoneses que se acercan en tanto Rick trata de conciliar con los que quieren sacarme.

—Papá, lo siento —reitero—. Yo me dejé llevar por la emoción.

Analizo el desastre que empaña a mi familia, los murmullos y las miradas indiscretas.

—Ya no pasa nada —sonríe preocupado por los hombres que se nos acercan.

Mis tías me reparan de arriba abajo. La familia de mi madre es estricta, no les gusta que nos vean como mujeres tontas, impulsivas o poco inteligentes ya que, según ellas, el mundo de por sí ya nos juzga por tener una cara bonita.

Procuro arreglar mi cabello mientras bajo el león pidiéndole que se porte bien. Las personas importantes buscan una presentación familiar adulando a Sam, a mis padres y tías, en tanto yo acomodo las asas de mi mochila.

«Me veo fatal» en short, tenis y camisilla.

—¿Y la teniente James? —preguntan pasándome por alto en el momento de la presentación.

—En Londres y en los diarios —a papá se le ilumina la cara—. Ella es mi hija Emma James, disculpen que llegara así, pero estaba por fuera y quiso darnos la sorpresa...

No me miran bien y mi tía interfiere.

—Sam tiene el mejor puntaje en su carrera y toda la universidad, su proyecto es fascinante —le habla al japonés—. Hong Kong contaría con uno de los mejores médicos...

Bajan la mirada al vestido rasgado que empaña la perfecta belleza. Sam no es de hablar mucho, diría que es un poco tímida en ese sentido cuando no está 100 % segura de algo y diría que Koldum le quitó parte de eso dañando su vestimenta.

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