Ilenko.
Los italianos son el clan con más poder en nuestra asociación delictiva. Antoni Mascherano se ganó el respeto de los clanes con una herramienta llamada HACOC, «Una droga letal de sumisión», la cual se usa en el mundo de la prostitución. Comercializarla los engrandece ya que como creadores la venden en un alto precio y en el negocio del sexo es protagonista.
Estamos a la par, no obstante, es tradición tener una voz que se impone por encima de las demás. Antoni era el antiguo líder ya que ahora está preso. A él le tenía respeto y odio también, pero Phillippe, su hermano, me estresa y algo me dice que su reinado no durará mucho, ya que si su hermano sale de prisión lo primero que hará será declarar la guerra por el trono que le quitó. Guerra en la que tendré que participar debido a que Antoni y yo tenemos cuentas pendientes porque no tolera que quiera a Rachel muerta.
Nos adentramos en la fortaleza, la cabeza de la Yakuza y el jefe del hampa búlgara también vinieron a la "Reunión improvisada".
—El Underboss no decepciona —me dice Gregory, el búlgaro—. No sólo secuestra, sino que también reclama y no a cualquier esclava.
Me mantengo serio, a mi nada de esto me hace gracia ni me engrandece como me lo plantee.
—¿Dónde está Zulima? —pregunto por mi sumisa.
—Aquí —aparece al lado de Gregory encendiendo el puro que me mete en la boca con un aire coqueto.
Da un paso atrás y yo suelto el humo con un largo suspiro. La sumisa se adelanta a la mesa moviendo la silla que me corresponde.
—Siéntate —demando señalando el puesto que está a mi izquierda y ella obedece.
Vladimir se sienta a mi derecha y Maxi a su lado. Todos se ubican, los empleados sirven los alimentos y... Muevo el cuello cuando la menor de las James se toma la sala sirviendo como todos los demás.
«Me estresa»
—Me sigo preguntando porque sigue viva —susurra Maxi.
—Por demandas mías —contradice Vladimir— ¿Algún problema?
«Esto me desagrada». Vladimir fija la mirada en ella y yo asumo que no existe. Phillippe toca los temas de interés y como que siento el aura pesada. Mis hijos no están concentrados como se debe y el que esa cría se me acerque me termina de alterar.
Deja el plato de sopa con una lentitud desesperante mirándome de reojo, «Le dije que mantuviera la mirada en el piso». El plato salpica unas gotas y toma una servilleta para limpiarlo, pero...
—Déjalo —musito queriendo que se aleje.
Se mueve al puesto de Vladimir enterrándole un codazo a Maxi, el cual resopla enardecido.
—Perdón, mi codo es un poco hiperactivo — ella se disculpa y mi mirada le advierte a Maxi que no se ande con pataletas.
Continúa yendo hacia los otros puestos con la mirada de los visitantes encima. «Es una James», las mujeres más odiadas de la mafia. Le sirve a Philippe y a Dalila que reparan la atención que le dedica Vladimir.
Empezamos a comer y ella se queda junto con el personal, respondo a lo que me preguntan con la cabeza no sé en dónde ya que me cuesta no distraerme con esa puberta aquí y es que actúa como si no supiera comportarse.
Se alisa la falda del uniforme siendo la única que se mueve mientras los otros empleados conservan sus puestos en una posición recta. Zapatea, asoma la cabeza cuando oye ruidos en la cocina o en la sala, se come las uñas y rueda los ojos cada que Maxi habla. Me sigue mirando y el que yo corresponda termina de enfurecerme.