¿Escribir la biografia de un muerto?
Delaney Rymer es una escritora que está luchando contra la propuesta que le cambiaría la vida, aunque su instinto le dice que no debe escribir la biografía de la biografía de un muerto. A pesar de sus reservas...
En los días siguientes, comencé a cuestionar todo lo que me rodeaba; comprendí que existen enigmas que, a pesar de parecer simples y resolubles con una sola pregunta, son en realidad mucho más complejos de lo que imaginamos. Esta revelación me hacía sentir como si un espíritu me arrastrara desde debajo de la cama, una sensación ineludible que me invadía. Aunque el miedo a veces me paralizaba y dificultaba mi avance en la búsqueda de las respuestas, lo que realmente me aterraba era la posibilidad de fracasar en esta indagación. Sin embargo, decidí enfrentar mis temores con el objetivo de descubrir la verdad detrás de esta farsa. No permitiría que el miedo apagara mi deseo de resolver el asesinato; cuanto más iluminaba la situación, más se intensificaba el misterio. La vida, en su esencia, es un enigma, no una simple pregunta. Para aquellos de nosotros que tendemos a cuestionar todo lo que nos rodea, esta reflexión sobre el misterio resonaba profundamente. Quizás sería prudente formular menos preguntas y enfrentar las adversidades con mayor determinación.
Aquella noche marcó el final de mis noches con la ventana abierta y el inicio de mi desconfianza hacia Hellen. Sentía la necesidad de escapar de esa situación, pero antes debía localizar al asesino; la muerte de Brais no quedaría sin castigo, y estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para descubrir toda la verdad.
Me senté en la sala de cine, con la intención de leer y buscar alguna pista que me proporcionará información más concreta, algo que me impulsara hacia adelante. Sin embargo, los saltos temporales complicaban la situación, y a pesar de mi deseo de desentrañar este misterio, sabía que requeriría tiempo, aunque no podía prever cuánto.
Me encontraba redactando dos biografías, una de ellas ficticia, destinada a exhibir mis progresos ante las Miller y mi superiora: incluía detalles sobre la infancia de la persona, su trayectoria hacia la fama, las instituciones educativas que había frecuentado y las personalidades con las que había interactuado. Se trataba de información fundamental y precisa, diseñada para ocultar la auténtica biografía, que correspondía a la biografía de un muerto.
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Apartó el diario a un lado y frunció el ceño, incapaz de asimilar la desfachatez de Brais. Era inconcebible cómo podía manipular a las mujeres sin tener en cuenta sus emociones, y mucho menos sus principios. Me asombraba profundamente el tipo de persona que era Brais Miller y cómo había sometido a una falsedad a la mujer que lo quería más que a nadie en el mundo.
¿Por qué no simplemente irse con Hanna?
¿Por qué engañar a su esposa e hija?
¿Por qué no escapar con la mujer que decía amar?
Brais complicaba todo a su alrededor y, por primera vez en muchos años, comprendí lo que mi madre solía decirme: al final, el ser humano es vulnerable a sus deseos, pero existe una distinción fundamental entre el deseo de aferrarse a alguien y el verdadero amor hacia esa persona.
Continué leyendo algunas páginas más y lo único que encontré fue a Brais y sus clandestinos encuentros con Hanna, repletos de encuentros íntimos. Pasé horas intentando descubrir algo más allá de la relación física entre Brais y Hanna; el hecho de leer sobre su vida sexual me provocaba una profunda ira, ya que también debía enfrentar la imagen de Hellen, quien era traicionada por el hombre que amaba.