Capitulo 20.

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La noche anterior resultó ser inusual, Hillary estaba logrando sacarme de quicio. Sin embargo, decidí que ya no me importaría su opinión, simplemente me concentraría en realizar mi trabajo, sin considerar lo que ella pudiera pensar de mí.

Me desperté a las siete de la mañana y me dirigí al baño; me quité el pijama y me metí en la ducha. Al abrir el grifo, el agua fría me empapó la cara y el cuerpo, una sensación increíblemente placentera. Me aseguré de limpiar cada rincón de mi piel antes de salir, y al tomar la toalla, la pasé con fuerza por mi cuerpo hasta que estuve completamente seca. Justo cuando estaba a punto de salir del baño, me detuve al mirarme en el espejo y noté un gran chupete en mi cuello.

Un nudo de ansiedad se formó en mi garganta, luchando por tragarlo. No recordaba la última vez que me sentí así; hacía mucho tiempo que el pánico no se apoderaba de mí.

Giré como un torbellino, arrasando con todo a mi paso en el baño. Al cerrar la puerta de un golpe, observé el lugar y dejé salir toda mi frustración, miedo, ira e impotencia.

De repente, escuché un golpe en la puerta y, llena de rabia, la abrí de golpe, encontrándome con Hanna, quien lucía preocupada. Su mirada reflejaba una profunda inquietud.

—¿Qué fue eso? —preguntó mientras se acercaba a mí—. ¿Algo se rompió?

—No, Hanna.

—¡Dios mío, ¿qué te ha pasado en el cuello?!

Al mirarla fijamente a los ojos, coloco mi mano sobre la zona afectada y ella me observa con una expresión de desconfianza.

—¿Quién ha estado en la mansión, Delaney? —interroga—. ¿Estás involucrada con alguien?

—¿Qué dices? —respondí con sorpresa.

—Aquí solo estamos nosotras, espera un momento —dice mientras se cubre la boca con ambas manos—. Debió ser Hillary.

—No, debió ser un animal.

—Eso parece más un chupetón, Delaney, no una picadura —comenta acercándose a mi oído—. Deberías taparlo.

La observó alejarse por el sendero y regresó a la habitación, donde la atmósfera de esta mansión se siente cada vez más extraña. Me dirijo al armario, donde aún no he elegido mi ropa; a pesar de mi temor, hoy es el día en que debo hacerlo. Opto por unos vaqueros negros y una camisa de cuello de tortuga en un suave tono rosa. Me recojo el cabello en una coleta alta, y el sonido de un motor de un coche antiguo me lleva a asomarme por la ventana. Un vehículo de los años noventa se detiene y de él desciende Benjamin, portando un maletín.

Con paso apresurado, me dirijo hacia la puerta y la abrí, encontrándome con Hillary, quien también acaba de salir de su habitación. La miró en silencio, sin pronunciar palabra, y continúo mi camino. Justo cuando estoy a punto de descender las escaleras, ella me detiene al tomarme del hombro.

—¿Otra vez Benjamin? — me preguntó con curiosidad.

—¿Qué hay de malo en eso? — le respondo—. Dado que no puedo salir, es natural que mi amigo venga a visitarme.

—Parece que tienen una relación muy cercana, Delaney.

—¿Acaso también tengo prohibido hacer amigos? — le cuestiono.

—No es eso lo que quiero decir.

—Pero eso es lo que insinúas.

Con un movimiento decidido, retiró su mano de mi hombro y bajó las escaleras a toda prisa, encontrándome en la sala con Hellen y Hanna. Ambas disfrutan de copas de vino mientras conversan animadamente.

H de ? :¿Quién mató a Brais?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora