A casa

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Al fin era viernes, Natasha había quedado en que íbamos a ir a su casa hoy, tenía la necesidad de mostrarme que era todo este rollo. Le dije que no iba a firmar a menos que me dijera de que iba todo esto. Al llegar a la oficina no encontré a Yelena, o a Natasha por ningún lado, no sé si prefería conseguir a mi mejor amiga o si quería conseguir a mi... no quiero decir esa palabra. Me niego rotundamente a llamarla así. Entré a la oficina de Yelena y no estaba allí, había llegado temprano hoy solo para contarle lo qué pasó anoche. Frustrada, subí a la oficina, pero Natasha aún no estaba ahí.

- ¿Cómo coños te atreves?

- ¡No lo hubiese hecho si me hubieses dicho!

¿Era Yelena y Natasha... discutiendo?

Abrí la puerta encontrándome con Natasha sentada en su silla, Yelena tenía un abre cartas en la mano mientras daba pasos apresurados por toda la habitación.

- ¿Qué coños está pasando aquí? -enarqué las cejas ante la escena. No eran celos, es mi mejor amiga, no me haría eso. Jamás...

- Buen día -me sonrió desde su silla, ignorando completamente que Yelena tenía cara de demonio.

- Esta zorra es mi hermana -la señaló con el abre cartas mientas sentía que mis piernas iban a ceder en cualquier momento.

- Yo... no sabía. Yelena perdona, de haberlo sabido no hubiese hecho eso y...

- Le contaste -escuché su voz detrás de Yelena.

- Es mi mejor amiga -recriminé como si eso me salvara de romper la cláusula- Y tú....¿por qué no me dijiste que eres su hermana? -golpeé el hombro de Yelena con suavidad, pero quería hacerlo con más fuerza.

- Nadie lo sabe -bajó la guardia sentándose en una de las sillas- Juramos que nunca le diríamos a nadie, por el escándalo, la privacidad, la gente hablando en el trabajo, o simplemente porque pensaban que tenía trato especial -dejó el abre cartas en su lugar- Tenía derecho a compartir ser la jefa con esta -señaló a Natasha, quien no me había quitado la mirada desde que me dijo buenos días- pero preferí seguir mi sueño, con la paga de ser jefa -vaciló un poco.

- Aún así, ella es la que está al pendiente de todo, el éxito de esta compañía es gracias a ella -Natasha se puso de pie cerrándose la chaqueta- Wanda -se detuvo a mi lado- ¿Podemos hablar más tarde? -asentí mirando un poco hacia arriba para encontrarme con sus ojos. Sonrió un poco, tomando mi mano dejándole un beso mientras se marchaba.

- Cámbiate los calzones -Yelena estaba hastiada de todo esto ya.

- Lo siento -me senté frente a ella con cara de perro aplastado- no sabía y no te hubiese contado... Aún así no te conté del todo -hice una mueca y sus ojos se iluminaron.

- Cuéntame aunque la otra zorra se enfurezca conmigo -se inclinó hacia al frente esperando que le soltara toda la sopa.

- No creo que pueda, es muy... ¿personal? -reí ruborizándome.

- Dime ya -haló de mi brazo- no puedes dejarlo a mitad.

- Solo si me dices por qué nunca me dijiste que era tu hermana -Alcé las cejas en espera de su respuesta.

- Está bien -giró los ojos poniéndose de pie- Vámonos, tengo trabajo que hacer y tú tienes que responder por decirlo todo.

- Si es así, no te diré qué fue lo que pasó ayer.

Al salir iba explicándole a Yelena qué fue lo que sucedió, pero Natasha estaba en el asiento fuera de su oficina, esperándome.

- Te veo para el almuerzo -y tú, señaló a Nat- no le hagas daño.

The SecretaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora