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Septiembre de 2015
Habían pasado tres años desde el coma de Melissa, sus hijos seguían yendo a visitarla, Bev y Luke ya tenían 15 y 13 respectivamente y se podía decir que casi vivían solos debido a que Jamie últimamente se la pasaba en el hospital o en algún bar.
Jamie se había refugiado en el alcohol casi al año de que Melissa no despertaba, sentía que había perdido todo, no se consideraba capaz de sacar él solo a sus hijos, ellos necesitaban una figura paterna en esos momentos pero actualmente él no podía serlo ya que se la pasaba mayormente dormido por resacas horribles que tenía a diario o simplemente se la pasaba ebrio llorando.
Las pocas veces que Jamie estaba sobrio sus hijos eran muy cortantes con él, pasándola ambos en las casas de los amigos de sus padres, algunos días convivían con Mick, en ocasiones con Ritchie, de vez en cuando con Roger o con Paul. Los chicos preocupados por la cantidad de veces que los hijos de su amigo se la pasaban con ellos se preocuparon por la salud de Jamie.
—Buenos días hijos.— dijo Jamie levantándose de su resaca, no había recibido respuesta de sus hijos.
—Dije buenos días.— habló irritado.
—Hola.— respondieron Bev y Luke sin ánimo.
—¿Cómo les va en la escuela?— preguntó mientras se servía cereal.
—¿Ahora te importa como nos va? Que raro, por lo general te la pasas alcoholizado mientras estás en un bar.— dijo fríamente Beverly.
—De hecho es una sorpresa que estés en casa hoy.— complementó Luke.
—¿...Por qué se portan así conmigo? Soy su padre no deberían faltarme al respeto.— dijo Jamie sin darse cuenta que había estado tiempo alejado de ellos.
—Porque un padre no se embriaga. Debe ser el apoyo de sus hijos.— habló frío Luke mientras dejaba su plato en el fregadero.
—Ya nos vamos a la escuela. Vamos a estar con Ritchie.— dijo Beverly mientras ambos Quinn salían del penthouse.
Jamie suspiró, se levantó de la silla y fue a arreglarse, se bañó, extrañaba las caricias de Melissa mientras ambos se enjabonaban o cuando pasaban tiempos románticos en su jacuzzi.
Se rasuró, cuando le salía mal el rasurarse, Melissa reía mientras ella le quitaba los restos de barbas que no había logrado cortar bien para luego dejar un beso en su mejilla.
Se vistió, cuando ambos se vestían frente al otro, la castaña se acercaba a abrocharle los botones de sus camisas para después ponerle una chamarra.
Se vio en el espejo de cuerpo completo que tenían en su habitación, antes del accidente Melissa solía abrazarlo mientras ambos se veían para después besarse. La ausencia de la castaña en su vida lo había hecho caer en una horrible tristeza de la que sólo podía salir gracias al alcohol, la extrañaba, la necesitaba.
Jamie tomó las llaves de su carro y manejó al hospital, cada que iba trataba de verse bien por si su esposa lograba despertar. Según los médicos seguía "estable", esa era una pequeña esperanza, pues no podría resistir si su amada Melissa lo dejara por siempre. Llevaba las mismas rosas rojas de siempre y un poema, siempre le leía uno diferente cada visita y en ocasiones llevaba su guitarra para tocarle sus canciones favoritas.
—Hola mi amor.— el rubio que comenzaban a abundarle más sus canas, tomó lugar a su lado.
Jamie tomó su mano, las venas de su chica estaban hinchadas por tantas agujas con suero que le ponían, la vio, podía estar en coma pero varias arrugas se mostraban y también en el frente de su cabello se mostraban algunos filamentos blanquizcos, las canas también empezaban a salirle.
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𝐉. 𝐐𝐔𝐈𝐍𝐍: 𝐓𝐇𝐄 𝐋𝐈𝐅𝐄 𝐎𝐅 𝐀 𝐑𝐎𝐂𝐊𝐒𝐓𝐀𝐑
Random-Llegó el momento.- todos asintieron -Gracias a todos por crear esto.- ellos sonrieron -Nos irá genial, verán que así será.- los gritos incrementaron más. -Disfrutemos esto por última ocasión.- dijo con gran felicidad -Hagamos esto una última ve...