V: Belleza del verano.

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Una vez afuera, Francisco cerró la puerta y se preparaba para abrir la segunda. Yo, sin embargo, me quedé atónito al ver que ya no había niños en el patio, sino...

—Dale... pero dime por qué está vestida así — una muchachita estaba recostada sobre el hombro de...

—P-pues ¿p-por qué tú crees? —un muchacho notablemente más grande que ella.

Eran notablemente una parejita y podría llegar a asumir que, si no son los que hace rato jugaban con muñecas, serán sus hermanos mayores, porque tienen mucho parecido...

La puerta del cuarto se abrió, pero Francisco me dijo inmediatamente —: Voy a necesitar un momento, voy a buscar un bombillo para este cuarto. —y así escuché que se fue, pero no volteé a verlo, sino que me centré en los que ahora estaban sentados en una de las bancas del patio.

El chico, a pesar de su tamaño parecía nervioso, estaba notablemente sonrojado y tenso, mientras que la chica, con el mismo color en sus mejillas, estaba recostada sobre su hombro, con una mano jugando con el cabello del muchacho, mientras que con la otra sostenía con él una muñeca que estaba vestida de blanco, la misma vestimenta que tenía la niña que vi no hace mucho...

No sabría decir qué edades son, pero ambos tienen la cara de ser muy jóvenes, no mayores de quince años.

—¿Qué crees que es mejor? —Escuché la voz de "Él" a mi lado, lo que me hizo verlo.

—¿De qué? —le respondí.

—¿Vivir feliz en una mentira o sufrir la libertad de ella?

Dios mío con estas preguntas... —: No lo sé, depende de a quién le preguntes. Creo que conmigo sabes la respuesta.

—Hablaba en general, las personas tienen un hambre intrínseca en saber la verdad, a pesar de que ellos mismos se sumergen en la mentira... —hablaba viendo a los jóvenes — y así mismo sumergen a otros.

—Las personas tienden a usar la verdad sólo cuando les conviene, y eso lo sé perfectamente. Así es como funciona el mundo, porque lastimosamente así es el hombre.

—Dichoso aquel cuyo oído no oye mentira de quien ama, ante él está el tesoro del corazón de Dios... —se notaba particularmente serio, no apartaba su mirada de ellos —. Pero maldito aquel que juega con el corazón cuyo deseo es el más puro, pues quienes desprecian el regalo del amor, solo pueden esperar recibir el máximo galardón que el odio más profundo de un ser puede entregar.

—Versia... —fue lo que pude pronunciar una vez vi lo mismo que "Él" ...

La chica abrazó y besó al muchacho, por la expresión del joven era como si fuera su primera vez, y asumo por la cabeza de tomate que tiene, que dentro de sí siente que su mayor anhelo había sido conseguido, ser besado por la chica que quiere... varias veces.

Era algo increíblemente cursi para mí, llegando a lo ridículo, pero podría decir que así nos sentimos todos en esos momentos, cuando lo experimentamos por primera vez.

—Sabes que no debes jugar con ese fuego, sabes lo mucho que está arraigado en su corazón, ¿por qué sigues ahí? ¿Por qué le haces eso? ¿Ha habido un momento en el que haya salido la verdad de tu boca? —Habló en voz alta, como si quisiera que alguno de ellos lo escuchase. Pero al no haber respuesta, tras un suspiro de decepción, (creo que) me dijo —: Fuerte hasta la muerte, así es su amor, igual de ardiente como el infierno; aunque así será la ira de su traición; y una mera chispa que encendida baje a cualquier dispuesto leño, en cuanto nada lo arrope, quemará la casa y a quien sea que fuere el dueño. —Juraría que he escuchado eso antes, en algún libro.

La casa de las muñecasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora