Así fue como corrí por ese lugar y miré hacia atrás, solo para asegurarme que lo tenía lejos, pero...
—¿Qué? —al devolver mi mirada al frente, me topé con que no había pasado de la puerta, estaba otra vez a la salida desde el pasillo...
—¿Oh? ¿Así que te acercas? —Escuché a Francisco, vi que ahora estaba por la puerta de verano.
Sin detenerme esta vez, con esfuerzo huía de nuevo hacia el pasillo, mirando atrás, asegurándome de que había dejado en la lejanía aquel pasillo. Vi que pasé por la puerta, estoy seguro de aquí hay un cruce por...
—¡No! —El grito de terror de Eliana y el que mi negación sacó sonaron al unísono, de nuevo, al ver al frente... ¡me encontraba de nuevo en el pasillo del patio!
—Las cosas que tengo preparadas... —la mirada de Francisco, su rostro tenía la calmada expresión que vi cuando lo conocí, pero sé perfectamente que detrás de esos ojos, su ser inhumano, estaba impaciente.
Lo siento Eliana, no sé si correr así te estará lastimando, pero no puedo darme el lujo de parar, debo aprovechar el impulso que esta adrenalina me da...
Pero no importaba cuanto lo intentase, cada vez que llegaba a cierto punto del pasillo, si volteaba...
—Sólo serán retoques, quitaré lo innecesario, dejaré lo esencial. —Sólo llegábamos al mismo sitio de inicio.
—¡Nooo...! ¡Aléjate! —Eliana gritó.
Fue en ese instante, cuando vi el pedazo de la tijera rozar mi cuello, que recordé una de las cosas que me dijo "Él":
"No hay vuelta a atrás, a menos que así lo haga tu mirada" — ¿Será posible...?
Esta vez corrí sin mirar atrás, corrí de una forma en la que no sentí siquiera que cargara peso encima; mis latidos eran tan fuertes, que su retumbar era lo que mis oídos podían escuchar, junto a mi respiración. Este pasillo, que parecía interminable, en menos de lo que esperaba me llevó para el patio principal, pero...
—Cónchale... ¡Bien bueno ahora con esta porquería...! —el pasillo que tenía la salida de la casa había desaparecido.
Me encontraba ahora en el centro de la casa, todas las habitaciones estaban cerradas y...
—Vanidad de vanidades —escuché los ecos de Francisco al caminar por el pasillo —; ¿qué gana el hombre al huir de su juicio, sino es aflicción que retrasa lo inevitable?
No hay tiempo, debo revisar si hay algo en alguno de esos cuartos...
Uno a uno, pateé las puertas, pero ninguna abría... ¡si tan sólo tuviese algo del equipo que sí es útil, podría hacer algo más!
—Le falta poco, está cerca.
—Lo sé, Eliana... ¡Lo sé! —Faltaban solo dos puertas, si ninguna abre...
—Señor Salazar, usted debería saber que mientras más se sabe, más se sufre ¿Qué ganará con ello?
—¡No es tu asunto! —le respondí.
En ese momento pateé la última puerta y ésta estuvo a punto de abrirse, creo que es el mismo cuarto donde conseguí a la muñeca.
Pero los pasos de Francisco se detuvieron y dijo —: ¿Sabe? Le tengo una propuesta, ¿qué le parece?
—No negocio con psicópatas. —La pateé con toda la fuerza que pude y al fin abrió.
—¡Buah...! —pero en esa patada, Eliana cayó al suelo.
—Vamos ¿no le parecería un infortunio haberse esforzado tanto por conseguir algo, y que esto sea la causa de su tormento? —¿Qué quiere decir...? —. Tiene dos opciones: en la primera, se la lleva, y usted cargará con el peso de lo que no podrá escapar; en la segunda, la deja donde pertenece...
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La casa de las muñecas
Mystery / ThrillerUn detective ha estado investigando una serie de desapariciones inexplicables que han ocurrido en la ciudad. Los puntos se unen en las proximidades de una casa antigua que está abandonada, dónde un enigmático hombre se ofrece a ayudar. Nuestro prota...