Capítulo #7: La Asamblea de Generales

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El camino a la cima de la montaña ponía demasiado sentimental al maestro Grizzly, aquel lugar que le traía muchos recuerdos, un viejo amor, sus vivencias antes de la guerra de bestias y las enseñanzas de su mentor, era un lugar muy nostálgico para él. El maestro Grizzly sacudió su cabeza; sabía que su deber como consejero del general debía ser más importante que sus emociones, pero estas siempre han sido más fuertes que él.

–¿Está bien, maestro?

Grizzly asintió, apresurando el paso para subir a la montaña. Quería salir del aquel sitio lo más rápido posible para poder seguir entrenando a Drile.

–Hemos llegado, maestro– el guía abrió la puerta del templo –el general lo está esperando en su oficina, la asamblea de generales está a punto de comenzar– El guía comenzó a buscar algo en sus bolsillos, sacó un extraño artefacto y extendió su mano – tome esto; le ayudará a entrar– Grizzly tomó aquel objeto –ahora vaya; nuestro líder lo necesita.

El guía desapareció en el bosque al decir esto, mientras que Grizzly entraba al templo.

La oficina del general de los osos era algo particular; tenía demasiada comida acomodada por toda la oficina. Las cortinas y alfombras eran afelpadas de color café claro.

–General, ¿se encuentra aquí? – Grizzly entró a la oficina en busca del mismo –me mandó a llamar, ¿ocurrió algo, señor?

El escritorio de la oficina dio un salto acompañado de un sonido de dolor; alguien se había golpeado por debajo del escritorio.

–Hola, maestro, ¿cómo se encuentra?– salió debajo de la mesa mientras frotaba su cabeza por el golpe.

–Me llamo general, ¿en qué puedo ayudarlo?

El general se sentó en su silla, haciendo una señal para que Grizzly se sentara con él. Este aceptó la invitación.

–Mire, maestro– juntó sus manos al comenzar su explicación –necesito su ayuda para la asamblea de generales– giró su asiento para estar más cómodo –sé que es algo raro, pero necesito su conocimiento y que esté a mi lado en este evento.

Grizzly suspiró de forma preocupada.

–General, usted sabe que cuenta con mi apoyo incondicional y que estoy encantado de ser su consejero– se detuvo para reclinarse en su silla –pero sabe que yo no debo entrar en esas conferencias. Sería insubordinación y una falta de respeto hacia usted y los demás generales.

–Maestro, usted y yo sabemos que el lugar donde estoy yo le corresponde a usted– lo miró el general con una expresión seria por unos segundos –usted es alguien que merece este puesto más que yo y más que cualquier otro habitante de la aldea.

Grizzly bajó la mirada; él no había aceptado el puesto de general porque sabía que debía renunciar a sus responsabilidades de maestro para centrarse en ser el general, algo que diferenciaba a los osos de los reptiles. El maestro Grizzly juntó sus manos; sabía que su general necesitaba su ayuda.

–No quiero intervenir en esos asuntos– suspiró –pero sé que necesitará saber lo que vi a la hora de explorar la aldea de los reptiles.

El general asintió, se colocó un artefacto similar al que el guía le dio al llegar.

–Será mejor ir entrando; no queremos hacerlos esperar. Ambos sabemos que son unos amargados los otros generales.

Ese comentario hizo que Grizzly comenzara a reír. Siguió a su general, colocándose aquella extraña pieza en su chaleco afelpado.

–Lo veo del otro lado, maestro.

La sala para la asamblea de los generales era un punto medio entre el mundo físico y el mundo espiritual. Cada persona aparecía de un color específico; los osos, por ejemplo, eran de tonalidades cafés.

Jungle Beast WarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora