Parte 2

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Suigetsu observó a Karin en busca de algo que le hiciera no poner atención en esa rubia molesta. La mueca de la Uzumaki era igualmente irritada, cansada de escuchar las quejas de esa chica que no dejaba de moverse, totalmente inquieta y no dejando de exigir el respeto que se merecía por ser una sacerdotisa de la realeza.

Obito intentaba alivianar el ambiente al explicarle ―de nuevo― la razón por la cual habían ido a recogerla en una de las tantas casas de refugiados que Konoha mantenía en el País del Té, el Cuarto y Hokage lo único que quería era cuidarla y protegerla de posibles atacantes que rondaban últimamente, completamente interesados en Moryo, el demonio sellado en el País de los Demonios. Pero la rubia de cabello platinado no entendía y no dejaba de patalear encima del hombro de Menma que lucía completamente fastidiado.

―No la mates, Menma, aguanta otro poquito ―Obito suplicaba, realmente rezando a todas las divinidades en turno de que el joven Uzumaki no perdiera la paciencia y asesinara a la sacerdotisa.

―Si patea una vez más, me obligaré a dormirla sin su consentimiento ―dijo entre dientes, apretando más el agarre contra la espalda de la chica que soltó un grito por el dolor que las bruscas manos del shinobi le producían.

―¡¿Acaso a los ninjas mal educados y groseros como ustedes no les enseñan modales?! ―exclamaba completamente enojada la joven Shion, ignorando el calor en sus mejillas por ser llevada como si fuera un vulgar saco de patatas―. ¡No saben nada de delicadeza! ¡Exijo me bajen en este instante...!

El cuerpo de Shion quedó inconsciente en menos de un parpado. El Equipo Obito suspiró aliviado de verse librados por fin del griterío de la mujer. Obito desactivó su Sharingan, haciendo lo posible por no sentirse culpable pero esa chica no le dejó otra opción. O la ponía a dormir a través de su doujutsu o dejaba que Menma se ocupara de la sacerdotisa a su ortodoxa manera.

―¿No pudo hacer esto desde el principio, sensei? ―Suigetsu preguntó fastidiado observando al Uchiha mayor que solo atinó a sonreír nerviosamente por las miradas fulminantes de los dos Uzumaki.

―Perdón ―solo pudo dar como respuesta―. Pensé que se callaría por su cuenta pero me equivoqué.

―No sé por qué tanto lío en rescatar a esta tipa ―comentó Karin, arrugando el ceño al observar la figura femenina que Menma cargaba como si nada sobre el hombro―. Es una maldita mimada.

―Y escandalosa. Nunca creí que alguien fuera capaz de superar a Karin pero he aquí ―señaló a la platinada, logrando que a su costado Karin bufara y le brindara un codazo que le hizo perder por un momento el equilibrio―. ¡Hey, digo la verdad!

―Cállate.

―En lugar de estarse peleando como dos mocosos, deberían apresurarse más, quiero deshacerme de esta cosa ―la voz molesta de Menma intervenir detuvo la pelea del chico tiburón y Karin que le dieron un vistazo al estado del Uzumaki, notando el claro mal humor que se reflejaba en la cara por ser él quien cargaba a la sacerdotisa.

―Ya escucharon a Menma-chan. A mover las patitas. Un, dos, un, dos...

―Obito-sensei, por favor, no imita a Gai-sensei. Ya de por sí usted es algo ridículo, tenga un poco de orgullo por su clan.

―Karin-chan, eres tan mala con tu sensei. ¡¿Qué te hice para que me trataras así?!

Karin prefirió ignorar las quejas del Uchiha así como las lágrimas de cocodrilo que recorrían por las mejillas. Dedicó mejor su tiempo a rastrear posibles chakras alrededor de la zona en la cual caminaban. Casi estaban cercanos a la frontera del País del Fuego con el País del Viento, no tardarían en llegar a Konoha ahora que la sacerdotisa estaba dormida gracias a Obito. Bufó con molestia al recordar toda la maldita misión cuyo único propósito era salvarle el trasero a esa tipa escandalosa que se comportaba como una maldita princesa.

Imán [Naruto Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora