Hace varios años, diez, para ser exactos, el zorro de las nueve colas, fue liberado de su portadora de ese tiempo, fue tal el peligro de aquella noche, que el 4° Hokage fue a hacerle frente a la bestia con colas.
Con un hijo recién nacido, una niña genio, y una esposa que recién había dado a luz, el Hokage decidió pelear por el lugar que amaba, pero gracias a que su esposa, la portadora del zorro, estaba agotada, no había donde colocar al zorro.
Es por eso que tomo una decisión que le dolería mucho, pero era lo mejor, no solo para el o su familia, sino, también para su aldea; encerró al zorro en sus dos hijos.
Pero de paso, su muerte y la de su esposa al protegerlos fue lo inevitable, sus hijos eran su mayor tesoro y si el destino quería eso; no se lo negarían.
____, creció, y obviamente, quedó con una responsabilidad bastante grande, cuidar a su hermano a cambio de su propia vida, y no solo eso, hacerse cargo de el, y tambien educarlo con su propia forma.
Pronto se dió cuenta de que no era un trabajo fácil, pero hasta que ella no cumplió los seis años, empezó a escuchar lo que los aldeanos decían sobre su hermano y ella.
Y mientras tenía una edad un poco más conciente, estuvo a cargo del 3°, pero este señor no les prestaba la suficiente importancia.
La chica creció viendo como su hermano era afectado por los comentarios, veía como lloraba, hasta ese punto, ambos eran inseparables.
Pero sin embargo, ella se había acostumbrado a eso, pero no significaba que no sintiera tristeza ver a su hermano menor cuestionarse por que ellos habían sido los elegidos para tener ese zorro.
Ella no sabía que responder, era difícil para ambos, y confiaban en el otro.
El único defecto como hermana de ella era que su actitud era muy sobreprotectora, y todo lo que le hacían a su hermano no lo dejaba pasar.
Podía perdonar pero no olvidar.
Un odio hacia su aldea había habitado en ella, más que nada por su hermano, y los comentarios que hacían hacia el.
En cuanto a como iba en la academia, la chica era literalmente apartada por sus compañeros, y los únicos que llegaban a hablarle casualmente eran un par de gemelos.
Pero entre sus compañeros, se encontraba uno en especial, un genio. Igual que ella.
Ambos siempre peleaban en obtener el primer lugar, pero el nivel estaba decidido, igual que su destino.
La chica siempre terminaba siendo superior en batalla e intelecto a comparación del chico, un año menor.
A pesar de estar retrasada por un año, tenía una nivel muy superior, pero presumirlo no era su estilo y le era algo desagradable aquel chico.
Por qué era arrogante y egocéntrico, tenían una visión diferente de las cosas.
Polos opuestos se atraen. El equilibrio entre astucia y humildad, como el Yin y el Yang.
Aquel equilibrio, que dice, "en la maldad puede haber bondad" y también "en la bondad hay maldad".
Sin duda, un dicho que les queda muy bien a ambos.
