Capitulo 15

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Estuve tratando de pintar las uñas de los dedos de los pies en la mañana que no es fácil con una resaca tan grande, cuando oí un golpe en la puerta.

Tae se había ido cuando me desperté, así que me moví a través de la habitación, intentando no arruinar el esmalte húmedo. Al abrir la puerta, vi un empleado del hotel con una caja grande en sus brazos. La movió con cuidado para poder echar un vistazo alrededor y, a continuación, mirarme.

—Estoy buscando a Jimin Hathaway.

—Soy yo.

Cogí la caja. Era grande, pero no demasiado pesada. Con un rápido
gracias, cerré la puerta preguntándome si debería haberle dado una propina.
Oh bueno, ya se fue.

Me senté en el suelo con la caja. No tenía marcas y estaba sellada con
cinta adhesiva. Encontré una pluma y perforé la cinta. Cuando corte lo
suficiente, abrí la caja y espié dentro. Estaba llena de perfumes.
Había por lo menos 30 frascos de perfume. Conocía algunos, otros no.

Iban desde el irreparablemente caro, calibre de una estrella de cine, a los más baratos, los que podías encontrar en las farmacias.

Eternity. Angel. Vanilla
Fields. Chacharel. Michael Kors. Poison. Hypnotic Poison. Pure Poison. Happy. Light Blue. Jõvan Musk. Hugo Boss. Vera Wang. Uno a uno, cogí las cajas, leí la descripción y a continuación, la abrí y olí los perfumes.

Estaba en la mitad cuando la realidad me golpeó. Debía de ser Hoseok.
No sabía cómo había conseguido que todos los perfumes se entregasen en el hotel en un período de tiempo tan corto, pero el dinero puede hacer que casi
todo sea posible. Aun así, no necesitaba las atenciones de un Moroi rico y mimado, que aparentemente no había entendido mis señales.

Arrepentido, comencé a colocar los perfúmense en las caja y entonces
paré. Por supuesto que se los devolvería... pero no había nada de malo en olerlos todos antes de llevárselos.

Una vez más, empecé a sacar frasco por frasco. Algunos solamente los olí la tapa, otros los eché al aire. Serendipity. Dolce & Gabbana. Shalimar. Daisy. Olor tras olor me inundaban: rosa, violeta, sándalo, naranja, vainilla, orquídea...
Cuando terminé, mi nariz apenas funcionaba. Todos estos estaban
diseñados para los seres humanos. Tenían un olfato más débil que el de los vampiros y el de los dhampir, por eso los olores eran fuertes. Si todos estos frascos me estaban dejando tonto, solo me podía imaginar lo que un Moroi podía sentir. La sobrecarga de olores no me estaba ayudando con el dolor de cabeza con el que me había levantado.

Volvía a guardar los perfumes, deteniéndose sólo cuando llegué a uno que realmente me había gustado. Dudé, mientras sujetaba la pequeña caja en la mano. Entonces, cogí el frasco rojo y lo olí de nuevo. Era una fragancia clara y
dulce. Era algún tipo de fruta, pero no era una fruta azucarada. Busqué en mi cerebro un olor que había sentido en la habitación de una chica que conocía de mi dormitorio. Ella me había dicho el nombre. Era como la cereza... pero más refinado. Grosella, eso era. Y aquí estaba en este perfume, mezclada con algunos olores florales: lirio de valle y otros que no pude identificar.

Dependiendo de la marca, algo en su olor me llamó la atención. Era dulce, pero no demasiado dulce. Giré la caja, buscando el nombre. Amor Amor.

—Apropiado, —murmuré, viendo cuantos problemas parecía tener
últimamente. Me quedé el perfume y re-empaqueté el resto.
Colocándola entre los brazos, la llevé a la recepción y conseguí cinta para cerrarla. También conseguí averiguar cual era la habitación de Hoseok. Al parecer, los Ivashkov prácticamente tenían su propia ala. No estaba muy lejos de la habitación de Tasha.

Sintiéndome como la chica del correo, caminé por el pasillo y me detuve delante de su puerta. Antes de poder llamar a la puerta, se abrió, y Hoseok estaba delante de mí. El parecía tan sorprendido como yo.

Sangre Azul (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora