1. El principio del fin.

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- Coge el machete así - dije enseñándole a Denise cómo debía sujetar el arma.

Ella había querido que Daryl y yo la llevásemos hasta una pequeña tienda a buscar medicinas.

- Gracias -me dijo ella mientras cogía el machete cómo le había dicho.

Sonreí levemente y seguí llenando mi bolsa de medicinas. Tarros y tarros de pastillas, líquidos y jeringas.

Daryl estaba bastante callado. Me acerqué a él mientras Denise esperaba fuera.

Él y yo teníamos una relación especial. Yo lo consideraba mi mejor amigo y, respecto a mí, él me trataba de una forma diferente, solo nos trataba a Carol y a mí así de bien. Se preocupaba por mí y prefería mi compañía a la de otros.

- Lo tenemos todo. Podemos marchar -dijo y yo asentí.

Un ruido fuerte vino de fuera de la despensa.

- ¿Qué ha sido eso? -pregunté saliendo a la sala principal de la tienda.

- Nada -dijo Denise dándonos la espalda y yéndose fuera.

Me encogí de hombros. Le di la mano a Daryl para que saliese de allí por la ventana rota por la que habíamos entrado.

Él me la dio. Me gustaba el contacto con su piel. Yo misma veía que me estaba enamorando e intentaba evitar que ese sentimiento aumentase pero... era difícil.

Me soltó la mano y salimos del lugar. Denise estaba sentada en el suelo, apoyada al cristal.
Probablemente había llorado, porque no nos miró.

Reprendimos la marcha de vuelta al coche. Aunque ella se desvió hacia un vehículo abandonado e intentó coger una nevera vieja. Un caminante casi la mata.

- ¿Qué haces? -le grité más fuerte de lo que quería mientras sacaba un refresco de la nevera.

Daryl gruñó.

Denise murmuró algo que no entendí y cuando regresamos a la vía del tren Daryl le habló.

- No puedes hacer eso. Podría haberte matado.

- Por eso he querido salir de casa. Para conocer esto.

Nos dio el típico discursillo, no la escuché mucho, la verdad, Daryl estaba tan enfadado como yo.

- Por eso es injusto que vosotros podáis... -una flecha le travesó el ojo y se quedó quieta. Cayó al suelo.
Se me heló la sangre y al instante junté mi espalda con la de Daryl, levantando mi arma y él la suya.

Había bastantes hombres apuntándonos. Más de los que podíamos matar.

Además, no podíamos matar a nadie.

- Creo que tenemos a alguien que conocéis -dijo Dwight.

En efecto, tenían a Eugene, que parecía un poco golpeado. Me quedé quieta.

- Las armas al suelo -dijo un hombre rubio.

Dejé mi pistola delante de mis pies. Los hombres siguieron apuntándonos. Daryl gruñó y dejó su arma en el suelo.

Tenían a Eugene, que parecía un poco golpeado. Y, por lo tanto, no podíamos matar a nadie.

Maldita sea.

- El idiota... -empezó a hablar Eugene después de que esos hombres nos amenazaran- El idiota que hay allí detrás os va a dar una paliza.

Fue todo muy rápido. Cuando dos de los hombres se dirigieron hacia Abraham, escondido, este se escabulló y logramos volver a coger nuestras armas.

Todo lo que soñé - Daryl x TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora