7. Una esperanza.

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La mañana que Daryl marchó al Reino era un poco fría.

Me levanté antes de que amaneciera y me quedé de guardia en el muro de Hillop, me había ofrecido voluntaria para eso así que no podía quejarme.

Mientras estaba allí, en silencio, vi como solo estábamos despiertos los vigilantes. Me quedé apoyada a la barandilla por un buen rato. Sintiendo un poco de hambre ya que no había comido nada desde la noche anterior; en el cambio de guardia ya me pillaría algo.

Oí pasos y no tuve claro si eran dentro o fuera de los muros. Miré fuera y no vi nada. Incliné mi cabeza hacia un lado y vi a Daryl, debajo de mi puesto.

Subió las escaleras lentamente.

— Hmm —gruñó; su forma de decirme buenos días.

— ¿Qué haces aquí? —pregunté mirando el horizonte.

Me tendió una manzana. Lo miré unos momentos y luego la cogí.

— Traerte el desayuno —me dijo. Y quedó apoyado al muro, mirando a dónde yo.

Tragué saliva.

— Gracias —dije.

Pasaron los minutos en silencio. Me decidí a hablar.

— Daryl —hablé sin mirarle— Ten cuidado ahí fuera.

Él me miró, con su expresión neutral de siempre.

— Siempre tengo cuidado —dijo.

Asentí. Él esperaba que dijera algo más, lo notaba en su mirada, en su postura.

— Ayer por la noche te mentí cuando dije que estaba bien —susurré.

Daryl esperó a que hablase.

— No estoy bien. Pero no creo que haya nadie que lo esté ahora mismo. Todavía estoy procesando lo que pasó, y lo que ha pasado —dije.

— Lo superarás. Eres la mujer más fuerte que conozco —me miró.

Reí con suavidad. Justo la misma frase que le había dicho yo.

Puse una mano en su hombro.

— No puedo perderte a ti también. Por eso tengo miedo.

Daryl parecía no saber qué contestar.

— No me vas a perder —dijo. Bastante convencido, como si fuese una verdad universal.

Lo miré a los ojos temiendo la veracidad de sus palabras.

— Yo, no sé... —intenté pensar qué decir. Cualquier cosa que pudiese hacer que se quedase un rato más conmigo.

— Dentro de un rato nos iremos —dijo Daryl. Asentí y le di un mordisco a la manzana que me había dado.

— Come —le dije ofreciéndosela.

Él la mordió y luego me la devolvió. Todo esto en absoluto silencio. Podía parecer incómodo para otros pero la relación que había entre Daryl y yo se basaba más en acciones que en palabras.

Daryl era un hombre un poco complicado al principio, si no lo conocías bien, pero, con los meses, me había dado cuenta que en el fondo tenía un muy buen corazón. Solía quedarse dentro de su cueva, de sí mismo. Pareciendo alguien duro y sin sentimientos, era su herramienta de defensa.

Nos quedamos los dos de pie, en silencio. Solamente se oían los pajaros. Y lentamente el cielo empezó a iluminarse de un azul oscuro, esclareciéndose mientras el sol salía por el horizonte.

Empezó a oirse la gente de Hilltop empezando su día. Incluso oí a Rick a la lejanía preparar el viaje.

— Deberías ir a preparar tu moto —dije— No sea que los retrases por mi culpa —sonreí.

— Sí —asintió Daryl. Me puso una mano en el hombro. Y yo levanté la mirada para volver a observar sus ojos.

Puse mis manos en su cuello lentamente y él se quedó mirándome. No supe si avanzar o no hasta que él puso su otra mano suavemente en mi espalda.

Me dio un abrazo, bastante corto pero fue reconfortante. Apoyé mi barbilla en su hombro y sentí su pecho tocando el mío, sus brazos alrededor de mí.
Lo solté lentamente.

— Ten cuidado —dije.

Daryl asintió con aire distante, había duda en sus ojos, ¿quizá...miedo?

— Daryl —susurré cuando él salió de su corto ensimismamiento y estaba preparado para irse.

Me acerqué a él colocando una de mis manos en su pecho y otra en su cuello, casi mejilla. Le di un corto beso en los labios y sonreí triunfante para mi misma cuando él no se apartó. Su mano derecha acarició suavamente mi brazo mientras yo cerraba los ojos y mantenía nuestras bocas juntas.

Me separé lentamentey abrí los ojos de nuevo.

— Hasta pronto —dijo él. Que me miraba. Parecía sorprendido aunque lo ocultó bien. Me dio un golpecito en el hombro y bajó por la escalera por la que había subido.

Me quedé mirándolo marchar y cuando sus pies tocaron el suelo miró hacia arriba, hacia mí. Y me sonrió.
Luego me dio la espalda y marchó con los demás.

Yo ya me había despedido de todos la noche anterior así que me quedé allí, sentada, viendo como se alejaban. Primero, Daryl y su moto, luego los coches.

Suspiré. Pensando en que probablemente podía morir en paz en ese momento.

Había besado a Daryl. Había sido algo efímero e inesperado, pero había valido completamente la pena. Sonreí como una tonta pensando en que él me correspondía, en que, cuando regresara, podríamos hablar y hacer que hubiese algo entre nosotros dos.

Me vino la incertidumbre de si iba a regresar. ¿Y si pasaba algo? ¿Y si les encontraban los Salvadores?

Estaba claro que esos días iba a estar muy nerviosa. Y no sería hasta que Daryl entrase por la puerta de Hilltop que podría tranquilizarme.

Así que suspiré otra vez, oyendo como ya estaban todos trabajando dentro de los muros.

La vida seguía para todos, hacían sus tareas y trabajos. Y yo, vigilaba allí arriba, con la cabeza en otra parte.

Cuando era ya media mañana, me levanté para cambiar mi turno por otro.

Bajé de mi puesto y andé tranquilamente por el lugar hasta llegar al sitio dónde ofrecían comida.

— _______ —Enid me saludó.— ¿Pasa algo?

Noté que me ponía rojísima.

— N-no ¿por...?

— Se te ve muy contenta —rio.

Reí con ella.

— Nada, solo que... confío en que el Reino accederá a colaborar y todo esto va  apoder arreglarse —dije más rápido de lo que quería.

— Ah, sí... —ella asintió con una risita.

Qué mal se me daba disimular. En fin, me despedí de ella y me fui a hacer mis tareas por Hilltop, al fin y al cabo, tenía una esperanza, una motivación; Daryl iba a volver en unos días y por fin podría pasar tiempo con él.

Si las cosas no se torcían mucho.

Todo lo que soñé - Daryl x TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora