Capítulo 2

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— ¡No te muevas, ya no eres humana! ¡Yūji Itadori, conforme a las normas del Jujutsu, te exorcizaré como a una... maldición! — Exclamó Fushiguro fingiendo determinación, aunque por dentro, estaba realmente dolido por lo que planeaba hacerle.

— Espera, ya estoy muy bien - Aseguró Yūji levantando las manos en señal de paz. Seguidamente, las extrañas marcas y cambios en su cuerpo comenzaron a desaparecer — Los dos acabamos muy lastimados, deberíamos ir a un hospital.

Pese a que escuche su voz, no estoy seguro de si quien habla ahora es ella o la maldición — Fushiguro cada vez se mostraba más indeciso e inseguro de cuál era la decisión que debía tomar — Maldita sea ¿Qué debo hacer?

— ¿Cuál es la situación?

Megumi se sobresaltó al oir la repentina y conocida voz detrás de él. Y cuando volteó su cara para comprobar sus sospechas, se topó con su despreocupado maestro de cabello blanco.

— ¡¿Gojo Sensei?! — Exclamó — ¿Qué hace aquí?

— ¡Buenas!, Yo no tenía previsto venir, pero te dejaron hecho polvo — Admitió el mayor de forma juguetona, haciendo un ademán con su mano para saludar a su alumno — ¿Unas fotos para los de segundo? - Sin más comenzó a tomarle múltiples fotos a Fushiguro de forma alocada, fastidiándole de paso por el flash de su teléfono.

Yūji los observaba muy conmocionada ante la repentina aparición de aquel hombre, especialmente por lo cercano que parecía ser a Megumi y por vestir una ropa oscura muy similar a la del pelinegro, siendo lo más resaltante la extraña venda que cubría su zona ocular.

— Vamos, los peces gordos estaban impacientes por el estúpido objeto maldito especial desaparecido, así que mientras vine a hacer algo de turismo — El albino se aseguró de guardar entre su carpeta de favoritos las recientes imagenes que inmortalizaría de Megumi — ¿Y bien? ¿Lo conseguiste?

Fushiguro agachó la mirada completamente apenado por su fallo. Yūji se compadeció de él y no dudó en hablar con la verdad.

— Disculpe señor, es que yo... me lo comí — Confesó Yūji.

Satoru volteó verla, impresionándose de inmediato ante la preciosa chica de apariencia encantadora que los interrumpió y que extrañamente confesaba haberse comido aquella peligrosa reliquia maldita. En sus casi treinta años de existencia tuvo compañía y conoció a mujeres bastante buenardas con las que "convivió" muy bien, no obstante, ninguna había despertado un interés tan instantáneo como aquella simpática jovencita.

— ¿De verdad?

— Enserio — Contestaron los dos adolescentes al unísono.

Aquello sí que incentivó aún más la curiosidad de Satoru, pues aparentemente Megumi parecía haber combatido codo a codo con esa sensual chica, siendo el hecho más inesperado o menos probable que se esperaba de su antisocial y amargado protegido. Y el asombro incrementaba si se tomaba en cuenta este aspecto y analizando el contexto en el que los encontró, esa joven había sido la primera figura femenina a la que Megumi había contemplado en todo su esplendor.

Extrañamente, se sintió celoso de lo afortunado que era su alumno que ya no parecía ser tan ignorante de la belleza femenina. Sí bien él lo había animado a abrirse más con las chicas de su edad desde siempre, jamás pensó que Megumi lograría "conocer" tanto de una joven tan guapa en tan poco tiempo. Siempre creyó que él sería el único que se jactaría de algo como eso.

Menudo novato suertudo.

Queriendo contemplar más de cerca a semejante preciosidad, Satoru acortó rápidamente la distancia entre ellos, contemplando la linda carita de la joven que se adornaba con sus mejillas rosaditas y unos brillantes ojos color caramelo, su muy buen dotado cuerpo al descubierto, y el dulce aroma a cerezas que percibió en ella. Yūji se sonrojó al instante al tenerlo tan cerca, es decir ¿Quién no se cautivaría con alguien tan fascinante como él?, y el que lograse que esa chica tan bonita reaccionara de esa forma tan tierna por su cercanía incrementaba su gran ego a niveles altísimos.

La Hechicera Que Brilla Como Una Estrella - AllxFemYūjiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora