°Azulin estaba devastado; su bello rostro estaba arruinado y su orgullo quebrantado, y todo por culpa de esos malditos unicornios...
El solo quiere una cosa y hará todo lo posible por conseguirla, su venganza.
Pero quién diría que sería tan difícil...
(Wattpad no me deja poner ni fotos ni videos arriba, ayuda 😭)
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Pompón estaba guiando a los novatos en el campo de tiro, acompañado de su fiel compañero, Peludito, quien anotaba los nombres de los que estaban muy por debajo de lo necesario.
-Anote al de la derecha. -Apuntó con su dedo a uno de los soldados, acercándose a este-. ¡Muy mal, novato! necesitará mucho más que eso si quiere ser el mejor.
El soldado hizo una mueca triste al oír al Cabo, cubriendo su cara por la frustración, y yéndose rápidamente de ahí. Peludito vio al joven irse muy triste, por lo que tocó el hombro de Pompón, buscando que este lo mirara.
-Cabo Pompón, ¿no cree que fue muy duro con él?
-Nunca se es lo suficiente, Peludito. -Negó con la cabeza-. Es la única manera de lograr un avance -dijo con una sonrisa algo falsa, continuando con su trabajo.
-Pero usted mismo dijo que odiaba que lo tratara así su abu...
Pompón tapó con ambas manos la boca de Peludito para que no siguiera hablando, y miró para ambos lados, esperando que nadie lo haya oído.
-Estaba equivocado, simplemente no entendía cómo funcionaban las cosas.
Como si fuera por arte de magia, en ese momento apareció Grimaldo, el cual al ver cómo el Cabo cubría la boca de Peludito, sintió un poco de celos y rabia, por lo que se acercó a ambos, y para que lo vieran aclaró fuertemente su garganta. Los dos se dieron vuelta al notar la presencia del otro, y cuando Pompón vio la expresión seria y tenebrosa que traía, soltó rápidamente a Peludito, provocando que este cayera sobre él. Grimaldo frunció el seño, levantando una ceja del coraje que le agarró al ver la situación.
—Hola, chicos. —Cruzó los brazos-. ¿Los interrumpo? -preguntó seriamente mientras sostenía un cigarrillo, mirando la posición en la que se encontraban.
El Cabo ayudó a Peludito a levantarse, y cuando ya estaban reincorporados, miraron a Grimaldo, quien parecía estar a punto de cometer un crimen de odio.
-No, no, para nada -dijo Pompón, intentando verse tranquilo.
-Si, claro. -Le dio una calada al cigarrillo y se quedó quieto, mirándolos, como si esperara una explicación.
Estuvieron unos pocos segundos en silencio, hasta que Peludito se animó a decir algo.
-Buen día, Grimaldo. -Le sonrió-. ¿Qué tal va tu mañana? -preguntó alegre, actuando como si nada raro hubiera pasado.
Grimaldo se acercó y se paró en medio de ambos. Pasó su brazo por los hombros de Peludito y le dio otra calada a su cigarrillo, soltando el humo frente a él.
-Ahora que te encuentro, mucho mejor. -Le sonrió, provocando un leve rubor al contrario-. Hola a ti también, Pompón -dijo, viendo al anteriormente nombrado.
