°Azulin estaba devastado; su bello rostro estaba arruinado y su orgullo quebrantado, y todo por culpa de esos malditos unicornios...
El solo quiere una cosa y hará todo lo posible por conseguirla, su venganza.
Pero quién diría que sería tan difícil...
• Canción del capítulo: The Hills, de The Weeknd •
• Disfruten! •
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Pompón corría en busca del almacén, deseando que no sea demasiado tarde, ya que no sabría que excusa usar con Azulín si ellos ya se hubieran ido. Debía prestar la mayor atención posible, ya que los guardias observaban desde lejos y podía llevarse un gran problema si lo descubrían escabulléndose a la mitad de la noche.
Por otro lado, el comandante se encontraba muy tranquilo, llevando unas copas de vino con él.
—Ya volví y traje el mejor vino, especialmente para ti —dijo coqueto, sonriéndole a su acompañante.
—Muchas gracias, comandante Fluffy. —Le sonrió y agarró la copa delicadamente.
El comandante se sentó junto al otro y lo miró tomar el vino, acto que éste imitó.
— ¿Puedo saber por qué me ha citado a esta hora, señor? —Dejó la copa sobre la pequeña mesa—. Normalmente suele hacerlo más tarde. —Lo miró, esperando su respuesta.
—Bueno, sabes que el viaje de hace unos días fue muy largo. —Dejó su copa en el suelo—. Y no podía aguantar una hora más sin verte, me sentía muy solo.
Fluffy puso su mano sobre la pierna del Doctor.
—Ya veo. —Miró para otro lado—. Pues si te sentías tan solo, debiste ir con tu esposa —dijo con enojo.
El comandante bufó y quitó la mano de la pierna del contrario. Tomó un cigarrillo de su bolsillo y lo encendió.
—Ya hemos hablado sobre eso. —Se recostó sobre el respaldo del sillón—. No puedo dejarla, tengo una familia.
—Tal parece que eso no te ha importado todo este tiempo. —Lo miró—. No quiero oír tu hipocresía ahora, Fluffy.
El comandante suspiró y volvió a mirar al otro.
—Sabes que es la única manera. —Lo tomó de la mano—. Nadie aceptaría lo nuestro.
—Pero quizás si lo intentáramos... —Bajó la mirada.
—Yo realmente te aprecio, Softly. —Tomó delicadamente su rostro, buscando que lo mirase—. Y por eso no podemos dejar que los demás arruinen esto, debemos mantenerlo en secreto, por nosotros.
—Si...por nosotros. —Lo miró desanimado.
—Vamos, no me hagas ver como el malo. —Levantó las cejas—. Si tú sabes cuanto te quiero.
