Capítulo 29

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Después de que ese hombre salió volví a quedarme sola, esto era un infierno.
Si el hijo de puta de mi padre iba a matarme que lo hiciera de una puta vez, pero no el muy idiota me esta torturando.
Aun así me corten los dedos uno por uno no diré ni una puta palabra.
Primero muero yo antes que ellos.
Quiero pensar y creer que si ellos estuviesen en la misma situación que yo, ellos darían la vida por mí.
Pero como dice el dicho, "Nunca terminamos de conocer a las personas".
Estaba centrada en mis pensamientos, que casi vuelvo a quedarme dormida, pero no lo permití, si dormía de nuevo, podían golpearme y que mejor estar conciente cuando te tortura ¿No? .

Escuché que abrieron la puerta y apareció el mismo hombre con una bandeja de comida y la tiró al suelo.

-Aquí tienes tu comida perra - me dijo el hombre con un tono de burla.

-Como piensas que voy a ingerir esa comida- dije con el seño fruncido y el hombre solo me miraba - Desatame maldito bastardo

El hombre dio un golpe a mi mejilla haciendo que mi cabeza se volteara y un gemido de dolor salió de mi boca.
Desató mis manos y pies, al soltarme caí al suelo como un costal de papas.
El hombre rió al verme en ese estado y habló por el radio.

-Esta muy débil- dijo riéndose- si no hay problema, la dejaré comiendo.

El hombre me miró con desprecio y yo aún tirada en el suelo emití un gemido de dolor al tratar de levantarme y no poder lograrlo.
El hombre salió por la puerta dejándome otra vez sola.
Junte todas las fuerzas que necesitaba y me puse de pie y observe detenidamente esa habitación, las paredes de un beige que con el tiempo ya era café, la puerta de madera, las ventanas eran tapadas por unas anchas maderas y en el centro de ese  lugar la puta silla donde estaba amarrada.
Miré al suelo donde se encontraba mi comida y comencé a comer con lentitud, mientras comía me cayó el veinte que el tenedor era un arma valiosa para mi, con el podía defenderme, se que no iba a matar a nadie con esa mierda, pero de algo me iba a servir.
Para decir verdad casi no comí nada de lo que había en ese plató, solo me concentre en como atacar al hombre.
Guardé el tenedor en mi sostén y me quede tirada como en minutos atras lo había hecho.
La verdad si me sentía mal, pero no del todo, podía mantenerme en pie, pero todo era una mentira de que no podía hacerlo.

-Perra- escuche al hombre que hablaba - ya has terminado de comer? .

Preguntó acercándose ami- Si idiota - dije con voz cortada.

-Levántate-  ordenó el hombre.

-Si pudiese hacerlo, crees que ya lo hubiera hecho, ¿no?- el hombre se acercó y tomo mi brazo y de un tirón me levantó y me pegué a el y un gemido de dolor salió de mis labios.
Me sentó en la silla e iba a atarme de nuevo.
-Por favor- dije poniendo mi mano en la suya - no me ates otra vez.

-Ahora si perra - dijo el hombre tomándome por el cabello - suplicame, si Carlo te viera que pensaría de ti ?.

Al escuchar esas palabras me hirvió la sangré.

-Roberta aún eres muy joven como para darte cuenta que tu "Carlo " no es quién crees que es -al decir esas palabras sentí un escalofrío y los recuerdos vinieron a mi menté.
Ahora entiendo, cuando entre a la organización, Carlo no se preocupaba por  mi bienestar, si no que me enviaba a misiones peligrosas para matarme y al darse cuenta de que yo tenía el chip, comenzó a cuidarme.
Por eso ese día que baje a desayunar no me dijo donde estaba el chip.
Maldito hijo de puta, los chicos deberían saberlo, mi paciencia se agotaba y tenía que actuar rápido.
El hombre al verme tirada en esa silla, "débil" , "vulnerable a todo " me dio un golpe qur hizo que mi cara cayera a un lado, el hijo de puta rió y ya no podía segir actuando.
Me puse de pie tambaleandome y sentí marearme, me incorporé y me puse en guardia para comenzar una pelea de cuerpo a cuerpo con ese bastardo.

"Una doble Vida". (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora