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— ¿Estás segura de esto?

— Completamente.

— Pero...

— Pero nada. Deja de preocuparte tanto — contestó YunJin mientras jalaba a ChaeWon suavemente del brazo.

Se dirigían a su punto de encuentro designado: el parque.

Eran alrededor de las doce. El silencio reinaba en las calles, viento suave recorría la zona y pisaban las hojas secas que se encontraban en el suelo debido a la falta de luz. Minutos antes pasaron a la tienda de convivencia comprando lo de siempre, una leche de fresa y la cajetilla de cigarrillos. Casi se había convertido en rutina, incluso siempre veían al mismo chico que los atendía. Era una situación que disfrutaban. Bueno, a ChaeWon no le agradaba lo que YunJin compraba sinceramente, era como comprar un pasaje a la muerte...

¿Exagerada? Ciertamente. En su defensa, no le gustaba ver cómo su persona amada reducía su tiempo estimado de vida veinte años.

Llegaron a el área de los columpios y YunJin se detuvo de golpe.

— ¿Qué ocurre?

— Cambiaron los colores de los columpios — realmente la menor ni siquiera se había dado cuenta pero al parecer su chica tenía buen ojo. Ahora los columpios eran amarillo y verde, incluso se veía que tenían poco uso tras la recién pintada, no estaba desgastado ni se notaba el óxido a simple vista. Miró a la mayor encogerse de hombros y tomó el columpio verde, él tomó el amarillo.

— ¿Por qué estamos aquí?

— Quiero estar un rato en paz... Contigo.

Y es cierto, desde que su vida se convirtió en una aventura pasando de casa en casa e ir a lugares recurrentes donde había mucha gente, no habían tenido un rato para ellas sin el miedo de que el padre de YunJin las encontrara en la habitación de la mayor.

El sonido de un plástico rompiéndose indicando que la más alta había abierto su compra hizo a ChaeWon desviar la mirada. De pronto una idea pasó por su mente. Sacó de su mochila el bote de leche, mientras la mayor buscaba el encendedor en su bolsillo le quitó hábilmente el cigarro y cuando la rubia se inmutó de eso, le dio un beso.

La mano de YunJin acarició la mejilla de ChaeWon y la atrajo aún más fundiéndose en un apasionado beso hasta que les alcanzó el aire.

— Por favor...

— ¿Pasa algo?

— No fumes hoy.

Sus ojos mostraban súplica, los contrarios mostraban una especie de culpa.

Esa clase de culpa que estaba en su pecho la mayor parte del tiempo que pasaba con ChaeWon. Se arrepentía porque reconocía que la menor se preocupaba por ella, de que en parte la situación con la madre de ChaeWon era culpa de ella, era consciente de muchas cosas, mas no sabía como arreglar todo. Sólo le quedaba ChaeWon y nadie más.

En repetidas ocasiones la pelinegra le decía que no era su culpa, que todo estaba bien, que era sólo algo temporal y después podrían estar bien y tranquilas pero con el pasar del tiempo parecía que todo empeoraba. Era extraño.

Asintió lentamente y tras tomar de nuevo el rollo que contenía la nicotina, lo volvió a guardar en su caja. Pudo percibir una leve sonrisa de parte de ChaeWon.

— Por suerte compre dos botes de leche. ¿Quieres uno? — preguntó la menor mientras su voz revelaba felicidad —. Tal vez eso te ayude.

La rubia la miró y sonrió —: Por supuesto, puedo intentarlo.

Strawberries & Cigarettes | PurinzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora