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Había pasado al menos una semana desde la última vez que ChaeWon se quedó a dormir en casa de YunJin. Todo lo que se podría decir que habían avanzado juntas, sus ánimos, la felicidad presente en la rutina que llevábamos a cabo... Todo se iba derrumbando nuevamente.

El padre de YunJin la echó de casa.

De pronto no sabían qué hacer, Finalmente se quedaron solas. YunJin no le había querido decir lo que pasó, simplemente ella se mantenía soltando lágrimas en su hombro mientras la menor se dedicaba a acariciar su espalda.

Jamás había visto a YunJin llorar.

Había sospechado sobre algo desde hacía unos días, solamente se veían en el trabajo y tras murmurar una despedida sacaba un cigarrillo ansiosamente y se dirigía a algún lugar que ChaeWon desconocía plenamente.

No la besaba. No la abrazaba.

Sin embargo, el día en curso particularmente le pidió que se vieran en el parque después del trabajo.

ChaeWon la miró disimuladamente. No podía mantenerle la mirada, de nuevo tenía marcas oscuras bajo sus ojos y ahora cargaba con un rasguño en su mejilla que, según antiguas experiencias propias, parecía haber sangrado. Intentaba saber qué pasaba por su mente, el por qué de su recaída. Su presencia fría y deprimente la rodeaba en su totalidad, cosa que ponía nerviosa a la menor.

Honestamente tampoco ChaeWon se había estado sintiendo bien, no sabía si sea por salud o algo así pero... Había estado sintiendo un pesar muy grande en su pecho los últimos días.

Vaya mierda, ¿no?

Y es que ver a YunJin ahí parada tras el mostrador soltando suspiros pesados le hacía recordar lo que eran hacía tan solo un par de meses atrás. La historia se repetía.

Alguna vez entre copas, su madre le contó que sostenía la teoría sobre que todos escogían su estilo de vida, lo que quisieran experimentar, sentir, pero... ¿Por qué?

Siempre fue alguien que se interesaba en los sentimientos ajenos, le gusta ayudar a las personas, le hacía sentirse útil, más aún si se trata de YunJin, sin embargo actualmente cayó en cuenta que ni siquiera podía consigo misma.

Bostezó un poco y volvió su vista a la mujer que estaba comprando unos bolígrafos.

Sonrió débilmente —. Gracias por su compra, tenga un buen día.

Tras imitar el acto se retiró y de nuevo se encontraban solas.

¿Es que acaso era un tipo de hechizo la razón de que las dos se deshacían al mismo tiempo?

Las dos se derrumbaban y usualmente las dos se levantaban con ayuda mutua, pero esta vez... Era distinto.

De pronto la vio salir por la puerta en silencio, ni siquiera se preocupo por ponerse algún suéter aunque estuviera helando afuera. El ventanal de cristal le permitió verla caminar de un lado a otro lentamente mientras sacaba un cigarrillo y aquella lo consumía como de costumbre, apoyando su codo derecho en la palma de su mano izquierda.

No lo entendía. Ella le había dicho que lo dejaría, incluso cruzaron sus dedos meñiques como dos infantes esperanzadas de cumplir su eterna promesa, pero ella solamente la omitía.

Estuvo afuera durante diez minutos, y tras tres cigarros seguidos la rubia volvió adentro con un dulce de café en la boca. Sentía que su palabra comenzaba a perder poder en su ser, si le pedía que por favor no lo hiciera me pasaría por alto. Y no era una especie de dictadora en la vida de YunJin, por supuesto, era el hecho de que ella intentaba cuidarla y a YunJin parecía no importarle.

¿Qué era todo eso, por qué se desmoronaba de manera descomunal?

Hoy era el día de paga, entonces debían quedarse al final del turno con el jefe y recibir nuestro sobre amarillo con unos cuantos wones dentro. Cuando salieron de ahí pudo sentir a YunJin jalándola un poco del brazo para encaminarlas al parque. Veía hacia adelante y estaba unos pasos más adelante que ChaeWon, notaba su... ¿Desesperación? Sí, desesperación por ir. Los nervios de la menor aumentaron aún más, pero no dijo nada y la siguió en silencio.

El ambiente era literalmente frío, tuvo que ponerse dos suéteres para no sentir el frío atravesarle los huesos. Una bufanda gris le rodeaba el cuello y un largo abrigo negro acompañaba su conjunto. YunJin llevaba un lindo suéter color café claro que alguna vez ChaeWon le regaló ya que le quedaba enorme pero era bonito a los ojos de la mayor y quería quedárselo, ella lo definía como su suéter favorito.

Una vez llegaron, se sentaron en los fríos columpios. Todo el entorno eran colores claros, neblina, cielo grisáceo debido a las nubes y lluvia aproximándose, las hojas de los árboles revoloteaban y se desprendían de las ramas.

Sacó hábilmente un cigarro y se lo puso entre los labios mientras ChaeWon la veía con curiosidad. Tras encenderlo y dar una calada profunda la observó.

Y es aquí donde podía argumentar y sostener el pensamiento de que la historia se repetía.

Pudo notar parcialmente un sentimiento indescifrable, además, sus ojos volvían a perder el brillo que fue ganando entre sonrisas, regresándola mentalmente al día en que ambas se conocieron. Sus facciones serias, su pierna subiendo y bajando en un compás rápido golpeando el suelo con el talón de su pie y sus dedos siendo tronados a propósito mientras mantenía el cigarrillo en su boca.

¿Las personas pueden volver a destruirse de un momento a otro?

¿Nosotros somos los que nos destruimos o... Sólo alentamos nuestro fin?

Con la voz temblorosa entre frío y nerviosismo, ChaeWon decidió hablar primero.

— ¿YunJin?

La mencionada levantó la mirada desde sus zapatos desgastados y la miró fijamente. Luego la devolvió a donde estaba.

El humo que salía de su boca al exhalar comenzaba a fastidiar a la menor, no por el simple hecho de estar ahí, sino porque parecía que YunJin le prestaba más atención a eso mientras ella agonizaba a su costado.

YunJin formó una mueca y mordió su labio inferior, comenzando a llorar.

Strawberries & Cigarettes | PurinzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora