Capítulo 9: Haciéndose un nombre

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Además de ser el hogar de la prestigiosa academia Beacon, Vale también tenía un amplio mundo criminal. Entre sus habitantes era de sobra conocido este hecho, simplemente vivían sus vidas intentando ignorarlo, aunque eso se había vuelto más difícil con el tiempo debido a los recientes atracos perpetrados por Roman Torchwick. Con el ladrón fuera de juego tras el asalto de Beacon, el mundo criminal volvía a sus actividades normales.

En una casa de la zona rica de Vale, estaba teniendo lugar una fiesta particular. Limusinas no dejaban de llegar hasta la entrada, la gente que salía de ellas estaba vestida de gala con sonrisas amigables. La fiesta tenía como objetivo las mentes criminales más ricas de la ciudad y aquella gente de negocios que solía coquetear con el bajo mundo.

Charlando animadamente con algunos socios, había un hombre alto y corpulento, con una barba cerrada que le daba apariencia madura. Su atuendo, una camiseta blanca con chaqueta negra y corbata roja era ya su seña de identidad. Hei Xiong, conocido comúnmente como Junior, era el dueño de un club en la zona industrial. Si bien le era rentable, su auténtica fortuna residía en que era la principal fuente de información en los bajos fondos. Si ibas a preguntarle algo, lo más seguro es que conociese la respuesta. Por un módico precio, claro está.

Ese día, sin embargo, no era como otro cualquiera, y Junior se esforzaba por aparentar tranquilidad. Sabía que dentro de poco se iba a montar una buena. Sus acompañantes, dos gemelas vestidas de rojo y blanco cada una, se acercaron a su lado. – Aún no le he visto. Con suerte se habrá arrepentido.

– Lo dudo mucho, jefe. – dijo la de blanco, Melanie. – Mi hermana y yo hemos observado, y creemos haberle visto.

– Sí. – respondió Miltia, la de rojo. – Rubio, rostro chulesco, y gabardina. Llevaba puesto un traje negro debajo, pero aunque la llevaba abrochada, esa era su gabardina.

– Mierda... recordad chicas, nosotros no lo conocemos.

Sus guardaespaldas asintieron, mezclándose de nuevo con los invitados para ver cualquier amenaza potencial que se dirigiese hacia su jefe.

Junior tomó un trago largo. Beacon había caído hacía ya tres meses. Era un desastre humano, el propio Junior había presentado sus respetos a las víctimas. La inestabilidad del momento había sacudido a todos los negocios, tanto legales como ilegales, solo habían empezado a recuperarse recientemente. Y en ese periodo de inestabilidad, apareció ÉL.

Ese... hombre, le había puesto la vida patas arriba. Se presentó en su local como si fuese el dueño del mundo, hablando con una tranquilidad y chulería impropia de alguien que se estaba metiendo con un peso pesado. Detective, se hacía llamar así mismo, pero no era más que un chantajista. No tenía ni idea de como, pero había conseguido localizar a la mayoría de sus espías, además de haber desactivado sus micrófonos y cámaras. Debería haberlo matado en ese instante, pero cuando le miró a los ojos, vio que no era una persona normal.

Eran unos ojos llenos de pesar y un deje de locura, los ojos de alguien que había visto demasiado y había hecho cosas incluso peores. Un recién llegado que había usado la lógica para desmontarle era alguien a quién no quería provocar. Pasó noches enteras sin respuesta, esperando el pedido de ese hombre. y entonces, ocurrió.

– Una entrada para la partida de póker... está loco. – Junior terminó su copa, pensando en los horrores que podrían desencadenarse en el piso superior de la mansión.

— — — —

– ¡Señorita! ¡Otra copa por aquí! – Constantine rió mientras recogía las decenas miles de lienes que había ganado en esa mano. Una camarera atractiva con un uniforme de conejita Playboy se le acercó con una copa de whisky. El detective la tomó, dándole a la camarera dos mil lienes de propina guiñandole el ojo. – Ten guapa, me estás dando una suerte bárbara.

Hellblazer: Grimm ExorcistDonde viven las historias. Descúbrelo ahora