Capítulo 26: Experiencias Paranormales

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En Mantle había más entretenimiento del que uno imaginaba. Por supuesto, la parte rica del reino no dejaba de ser la enorme isla flotante, pero incluso Mantle tenía tiendas y localizaciones en las que pasar el rato. Bares, recreativas, parques... Con lo grande que era la ciudad había prácticamente de todo si uno se esforzaba.

Uno de los sitios que solían ser visitados con frecuencia tanto por jóvenes como por mayores, eran las librerías. Con multitud de libros y cómics, era el lugar perfecto para calentarse y comprar algo de lectura para pasar el rato. En una de esas librerías, tan amplias y llenas de agradable lectura, estaba ocurriendo algo inusual. Normalmente abierta y llena de clientes, en ese momento se encontraba cerrada y con una única persona en su interior.

John Constantine, vistiendo su elegante traje nuevo pero aún con su vieja gabardina por encima, caminaba con cuidado entre los estantes. Le habían llamado para un encargo que según el dueño de la tienda, era algo inusual. Cómics que desaparecían, objetos que aparecían dónde no debían estar, y una vez incluso se encontró una pimienta en el bocadillo que se había llevado para comer. Todo eso podrían parecer simples locuras del dueño, una especie de manía persecutoria, pero había algo en toda esa historia que escamaba al mago.

Y por supuesto, el gran detective, demoniólogo y practicante de las artes oscuras no había podido resistirse a aceptar el caso. Constantine caminaba encorvado y en silencio, recorriendo lentamente los estantes de la tienda mientras sus ojos se movían con rapidez de un punto a otro de la sala.

– Vamos pequeño cabroncete. Sé que estás por aquí. – dijo el mago. – Lo que me han dicho tiene tu hedor por todas partes, podemos hacer esto por las buenas o por las malas.

Constantine atisbó movimiento con el rabillo del ojo. Se acercó a un estante, viendo cómo uno de los tebeos se movía ligeramente. De pronto, el tebeo salió despedido hacia la cara de Constantine, golpeándole y haciéndole retroceder unos pasos. El mago gruñó, mirando al frente y haciendo destacar la cicatriz de su lado izquierdo que se había ganado hacía muchos años.

– Por las malas entonces, puto renacuajo.

El mago comenzó a moverse con rapidez, persiguiendo a la sombra que se movía con celeridad por los estantes, lanzando los cómics y libros hacia su perseguidor. Constantine se cubrió con el brazo, quejándose por la multitud de proyectiles que estaba interceptando. En uno de los intentos por escapar de la criatura, le lanzó un enorme libro de fotografías a Constantine, el cuál esquivó por los pelos.

– ¡Cómo te agarre vas a desear no haber salido de tu pozo con olor a sulfuro! – finalmente, el mago logró acercarse lo suficiente, viendo una especie de cola puntiaguda que se movía de un lado a otro. – ¡Te tengo!

En cuánto agarró la cola, Constantine pudo escuchar un chillido agudo. Tiró de la cola, revelando al culpable de los ataques por libro volador. Era una especie de criatura de piel gris con orejas puntiagudas y dientes afilados. Sus ojos rojos denotaban una malicia infantil pero no por ellos menos sádica o peligrosa. Alzó el brazo en alto, observando a la criatura con una sonrisa torcida.

– Un puto diablillo, sabía que era uno de vosotros en cuánto lo escuché, pequeños cabroncetes hijos de... ¡Puta! – el mago gritó cuando sintió los colmillos del diablillo hundiéndose en su carne. El mago se cubrió de inmediato con su aura, viendo cómo el diablillo se quejaba y tosía para expulsar la sangre. – Jode, ¿verdad? Tengo sangre demoníaca puto cateto, de un bastardo que podría usarte como palillo de dientes y tú le darías las gracias. ¿Listo para volver a tu agujero?

El diablillo, aún en el aire, le sacó la lengua a Constantine dedicándole una pedorreta.

– Vale, lo he pillado, pero quiero que sepas una cosa. Voy a disfrutar mucho esto.

Hellblazer: Grimm ExorcistDonde viven las historias. Descúbrelo ahora