Capítulo 5 - El inicio de todo

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El día estaba algo nublado. Sayho había salido del trabajo, hacía algo de frío, pero era el ambiente preferido para ella, no le gusta el calor para nada. Solía caminar a casa, cortaba camino por un parque cercano. En su trayecto, mirando el paisaje entre los árboles, viendo los pequeños pájaros cantar, mientras en sus audífonos sonaba a todo volumen su música preferida, alcanzo a mirar a una chica, muy sola en una banca y su curiosidad le hizo mirar. Vio que mientras ella estaba sentada, una mujer con su perro se acercó a preguntarle algo, tuvieron una pequeña conversación, y la chica se fue, se le notaba extraña, algo confundida, y desvariando, síntomas de alarma para ella. Decidió seguirla de lejos, parecía que quería acabar con su vida, así fue por unos 30 minutos hasta que la chica decidió entrar a una cafetería.

- "¿Que estaría haciendo ahí dentro?" Dijo para sí misma.

Decidió entrar y verla, dentro de sí sabía que lo que estaba haciendo era algo malo, la estaba prácticamente acosando, pero ella parecía no notar su presencia. En la barra pidió algo, pago y se fue buscando una mesa, la más apartada del lugar y ahí estuvo hasta que le llevaron su pedido. Divagaba, miraba su teléfono como esperando que el tiempo pasase rápido.

- "Quiero acercarme, pero no sé cómo." Dijo mirándola. Intentaría una locura, si la descubrían parecería una loca, pero si no, tendría la excusa perfecta. Se escabulló entre las mesas, y poco a poco se acercó a la de aquella chica. Por debajo de la mesa, estiró la mano y dejó su teléfono en la silla de al lado.

Estaba nerviosa, pero su plan funcionó. Tocaba la mejor parte, actuar como si nada.

- ¡Hola! Disculpa que te moleste, por error dejé mi teléfono en el asiento que está a tu lado ¿Te molesta si lo tomo? - dijo mientras la veía detenidamente. Era una chica preciosa, su cabello color rojo, sus ojos y sus labios fueron los que más llamaron su atención.

La chica era algo renuente a su presencia, se mantenía a la defensiva, pero Sayho estaba decidida a cuidarla. Se quedaron ambas sentadas, de principio solo existía silencio, pero poco a poco la conversación fue surgiendo. El día acabó, y Sayho encontró una nueva amiga.

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