Prologo: El equilibrio se ha roto

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La pequeña vara yacía en el suelo, siendo opacada por la sombra de alguien que permanecía inmóvil, en un movimiento lento agachándose para recogerla, su corazón y mente comenzaron a moverse en simultáneamente, todos sus pensamientos comenzaban a tener sentido por un momento, era como si todas las piezas de un antiguo reloj comenzara a funcionar, lo había logrado.

La vara de la verdad, aquella que se creía una simple leyenda, estaba ahora entre sus manos, con ligero cuidado se levantó, mientras su rostro mostraba unas enormes facciones de felicidad.

—¡Por fin! ¡Después de tantos años, regresarás a donde perteneces!

Sin más guardo la vara en su bolso como si de algo insignificante se tratara, dispuesto a marcharse, fue detenido por los gritos de uno de sus hombres.

— !Wizard! ¡El bosque esta-!

De repente una raíz gigante le tapo la boca, dejando en el instante caer su casco mostrando su rostro pálido del miedo que sentía, rogando en su mente a los dioses que se apiadaran de su alma, no fue necesario más de unos segundos para que una rama tomara conciencia, y le estrangulara su cuello dejando al hombre caer sobre la dura nieve.

Los demás guardias que rodeaban al Wizard rápidamente dejaron caer sus armas, de la impresión.

Para su mala suerte, más de una raíz, comenzó a crecer, y las ramas de los árboles comenzaron a moverse salvajemente, y no precisamente por el viento.

El Wizard rápidamente se dio cuenta lo que sucedía, el bosque quería recuperar la vara a toda costa, él no lo permitiría, no había sacrificado los últimos seis años de su gloriosa vida para que un estúpido bosque con complejo de salvador se lo arrebatara.

Con todas sus fuerzas comenzó a gritar.

—¡¡¡Retirada!!!

Todos los demás que se encontraban alrededor, comenzaron a salir del pequeño shock en el que estaban, corriendo a los lados mientras el Wizard iba en el medio, jadeando, pues su condición física no era la mejor.

Mientras todos corrían se podía escuchar uno que otro grito, varios comenzaron a ser capturados, por el bosque, que sin piedad los estrangulaban en sus copas, o incluso les partían las piernas, dejándolos morir retorciéndose de dolor, todo esto no fue suficiente para que de los pocos que quedaban se dignaran a voltear.

Justo cuando se llegaba ver la salida del bosque, el Wizard volteaba a sus lados viendo qué solos dos de sus hombres seguían en pie corriendo, le rogó en sus pensamientos a su difunta amada que lo protegiera de este mal. No podía permitirse morir allí, no ahora.

Con sus últimas fuerzas lanzo un hechizo con su mano derecha, dejando ver un estallido de luz para la que sería su víctima. El pobre hombre salió disparado hacia un costado, dando tiempo a dos ramas de diferentes árboles para alzarlo y partirlo a la mitad empañando sus troncos de sangre.

Ya alejados del ahora oscuro bosque, el Wizard fue recibido con una patada en la costilla, dejándolo tumbado en el suelo, produciendo que su gorro puntiagudo de color turquesa se cayera, mostrando a la vista sus cabellos marrones que caían sobre su frente.

—¡¿Por qué hizo eso?! ¡No se da cuenta de que Jimbo tenía un esposo! ¡Que cree que le diré a Net!

—Lo mismo que le dije a todos cuando me acompaño.

Menciono el Wizard con expresión relajada, pero con la mirada fija hacia el sujeto que había perdido su casco en la huida.

—Ninguno de ustedes está obligado acompañarme, todos van bajo su propio riesgo, puede que alguno no vuelvan, pero si lo hacen, les espera una gran suma de oro.

Sin más se levantó y con paso relajado camino hacia el hombre que tenía el cuerpo cubierto de su armadura, dejando ver solo su rostro al descubierto, se le marcaban las arrugas producto de la edad que tenía, y sus ojos tenían bolsas por el terrible insomnio que padecía, siendo lo más resaltante en él un gran bigote que sobresalía de su nariz.

—Doscientas monedas de oro, como acordamos, Marsh

El Wizard extendió una pequeña bolsa de color café, hacia la mano de su contraparte.

—Úselas bien, y si me puede hacer un favor, será mejor que no mencione nada de lo que acaba de ver hoy.

Sin más, Cartman levanto su gorro y se lo puso sobre su cabeza, dispuesto a caminar de frente donde se encontraba todo el reino Kupa Keep.

A lo lejos Marsh lo veía alejarse, y con toda la ira que sentía, alzo la bolsa que le había sido dada y la estampo contra la nieve, perdiéndose en el golpe unas cuantas monedas. Su entrecejo se frunció, y volvió a mirar en dirección al bosque que en su juventud le parecía inofensivo, para su sorpresa se percató de algo que lo dejo helado; las ramas, los troncos, las hojas e incluso la nieve se comenzó a teñir de un color negro y parecía extenderse poco a poco por todo el bosque.

Pálido se agachó rápido por su dinero, y con una mano sobre su cabeza, exclamo para correr en dirección contraria.

—¡¿Qué hemos hecho?!

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