Capitulo VI: No todo es fuerza

40 3 0
                                    

Después de la muerte de su padre, Craig tuvo que llevar en sus hombros una carga enorme, como hermano e hijo mayor tuvo que saber proveer para su familia, se decepcionó un poco al saber que nadie quería contratar a un niño.

Asustado, decidió tomar el camino más arriesgado, robar. Tuvo que aprender por las malas a planear cada uno de sus movimientos.

En los últimos años, Craig, pudo ver múltiples personas que estaban en la misma o peor condición que él; los llantos y gemidos de tristeza se habían convertido en el pan de cada mañana; todos hacían lo posible para sobrevivir y él lo sabía.

El pensar en los talentos desperdiciados por una estúpida guerra que no parecía acabarse nunca, era una de sus lamentaciones, pues aquellos que habían abandonado a sus sueños solo intentaban llevar una vida lo suficientemente larga como ellos se podían permitir, y odiaba tanto a los supuestos líderes de cada rincón, por el hecho de saber la horrible verdad y no hacer nada, cuando pensaba en eso, su cabeza lo traicionaba, y un escalofrío le recorría la espalda, apretaba los puños y sujetaba su gorro con fuerza, intentaba calmarse respirando lentamente, no podía permitirse dejar salir su ira.

No quería formar un vínculo con nadie, porque temía que saliera a la luz su verdadera personalidad, temía que alguien pensase que era débil, eso él no se lo podía permitir.

Por suerte él es bueno guardando sus emociones.

Eso fue lo que pensó antes ver al pequeño grupo, que tenía que entrenar de ahora en adelante.

"Maldita sea..."

Se tocaba la cara en señal de frustración, su mano derecha se fue a su gorro jalando un poco de tela intentando aliviar el estrés, sabía que las nuevas tropas no estaban muy bien entrenadas, pero esto era un completo desastre, pues le habían dado un grupo que no tenía ni idea de lo que hacían.

Debía haber algo que podía hacer, sabía que no todos pueden blandir una espada o un arco, pero esto era una exageración.

Tenía un año para conseguir que el grupo que tenía enfrente suyo, se volviera lo suficientemente fuerte para impresionar al Wizard y así poder largarse de allí.

Luego de dar un gran respiro de frustración, decidió irse a una pequeña colina, que tenía la vista perfecta para ver a todos los reclutas, una vez allí hizo lo que mejor le daba, observar.

Su cuerpo se hizo inmóvil, sus ojos se enfocaban en cada uno de los seres que se encontraban más abajo que él.

"Algo se me escapa", pensó

Veía, y veía, pero no lograba que algo le diera un indicio de que algo estuviera mal, debía haber algo, este grupo no puede ser tan malo, al menos eso quería pensar.

"Veamos, arenas, espadas, caballos, arcos, arenas, espadas, caballos, arcos, arenas, espadas, caballos, arcos... ¡Eso es!"

Al darse cuenta de su error se palmeó la cabeza toscamente. ¿Cómo no se había dado cuenta?, en realidad, ¿Quién fue el idiota que no se dio cuenta?

—¿Rindiéndote, Tucker?

Una voz molesta lo había tomado desprevenido, dispuesto a atacar, se detuvo al ver el rostro del susodicho.

—Usted no debería estar aquí—contesto cortante

—Solo quería ver como te hundes lentamente, y me puedas dar la razón

Craig arqueó la ceja, y miro al anciano de arriba hacia abajo.

—Te daré un consejo, niño

Mientras hablaba, el de gorro azul comenzaba a bajar la colina, siendo seguido por el hombre con calvicie

—Estos idiotas no tienen oportunidad, créeme, he trabajado con ellos dos años, y simplemente no sirven pa-

—Se puede callar, idiota—exclamo áspero

Garrison se calló, por un momento, viendo como su contrario iba hacia su pequeño almacén y sacaba una pequeña campana.

"¿Qué mierda quiere hacer?"

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el tocar de la misma, se tuvo que tapar un poco los oídos por el fuerte ruido que emitía

Cuando finalizo volteo a su izquierda y vio a todos sus antiguos reclutas ya formados, aunque igual que él, uno que otro tenía tapado sus oídos

—Muy bien—exclamo su contrario—Yo no voy a gritar, es estúpido hacer eso...

La voz que caracterizaba a Craig era seca, nasal, incluso fría, pero en este momento era fuerte, tosca e imponía respeto, sin tener la necesidad de gritar.

—Me he dado cuenta, que ustedes, no son el problema, sí, son posiblemente el peor grupo que he visto, pero eso les exime de toda culpa

—¡Acaso me estás jo-!—una mano lo interrumpió

—Cállese, usted es el de la verdadera culpa, puede llamarlos idiotas, pero no se da cuenta de que usted mismo, provocó todo esto

Volviéndose otra vez a los de su cargo, vociferó.

—Puede que piensen que en el campo de batalla solo necesitan fuerza, bueno... el que piense eso, está muy equivocado...

El rostro de muchos se alarmó y se veía en sus frentes el ligero sudor por unas pocas palabras.

—Si bien la fuerza es esencial, para la resistencia o para dar una buena pelea, eso no te servirá, si no tienes buenos reflejos ni tampoco una buena agilidad, tampoco les va a servir, si no tienen una buena estrategia—dijo indiferente, cruzando sus brazos

Retrocediendo dos pasos volteo a su lado y le hizo una seña al anciano para que venga

—Si no me equivoco, este hombre lo único que les ha enseñado es como atacar, lo pude ver cuando se sorprendieron por haber bloqueado un ataque básico por parte suya

—¡¿Me estás llamando estúpido?!

—Necesito que se reagrupen, yo mismo me encargare de enseñarles como es que se debe ganar una guerra, ahora vamos a ver realmente de que están hechos

Cuando dejo de hablar, un aura de incertidumbre se creó en la multitud de hombres, esa pequeña duda de que si lo seguían talvez realmente podrían salir de ese infierno, la esperanza era pequeña, pero realmente querían volver con sus seres queridos y acabar con esto de una vez por todas.

Una pequeña sonrisa se formaba en unos labios secos, sabía que solo había logrado avanzar el primer paso, pero si quería llevar a este grupo al campo de batalla necesitaba dar todo de si mismo, después de todo él no dejara que le suceda nada a su familia y una persona en singular lo sabía.

A lo lejos, un pequeño ser, miraba sin disimulo, su sombrero puntiagudo característico, lo habría hecho resaltar, si no estuviera escondido; con una mano tocaba su pequeño bolso que colgaba de su brazo, mientras una sonrisa malévola se le dibujaba en su grasoso rostro.

—Pronto estarás conmigo...—declaraba complaciente al cielo—Espera un poco más, mi reina...

Cenizas de VerdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora