Capitulo V: La carta maestra

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Si alguna vez, vas a pasar por el mercado de Kuppa Keep, escucha con atención, puede que te enteres de algo importante.

—¿Te enteraste? El Wizard subirá los impuestos a diez monedas de plata este año

—¿Es en serio? El año pasado ya lo subió a ocho monedas de oro, ¿Acaso quiere que nos quedemos en la quiebra?

—Por lo que dicen, los nuevos enlistados ya ni siquiera están recibiendo un entrenamiento, te lo digo amor, fue una mala idea dejar que Kevin vaya para allá

—¿Oyeron? Los bardos di-Mmmph—de pronto una mano le tapo la boca a la pobre anciana

Frente a ella se encontraba el Wizard, que a su lado tenía a Craig, y a sus espaldas a tres de sus hombres cubiertos de armaduras de metal.

—Los bardos solo dicen lo que yo digo que digan, quiero que observen—señalo todos los que se encontraban a su alrededor—que es lo que pasa cuando dudan de su líder—dijo haciendo una seña con la cabeza

De inmediato, el hombre, que media más que la mujer, saco una daga y sin pensarlo dos veces la clavo en su cuello sin darle tiempo a respirar.

Sin más, Cartman siguió caminando siendo seguidos por todos los que lo acompañaban dejando un silencio incómodo entre la multitud, cuando ya estaban viendo el último mercader, Craig interrumpió el silencio.

—¿Por qué lo hiciste? He hecho cosas peores, ensucie tu nombre varias veces, lo sabes, pero nunca hiciste nada parecido

El Wizard se le escapó una carcajada, se puso nostálgico al escuchar una pregunta tan directa

—Tuckers, directos como siempre—lo miro sonriendo—jamás podría matarte, digamos que ustedes son mi carta maestra

"¿Carta maestra?", pensó Craig

Cuando iba a replicar, oyó el ruido de dos caballos, rápidamente se puso en alerta.

—Cálmate, son solo mis bebes—dijo mientras le daba un beso en el lomo de los animales—anda sube

De un salto Craig subió a la carreta que llevaban ambos corceles, ni siquiera se dignó a voltear el camino que recorrían, no era necesario, se lo sabía de memoria

Cartman le ofreció el pan que había robado, disgustado solo le enseño su típica seña, viendo en silencio como la comida de su familia se iba en cuestión de segundos "Maldito hijo de pu-"

—Llegamos—menciono sonriente como si de un niño se tratara—apresúrate, te llevaran con el grupo tres

—Espera... No me dijis- ¡Hey!

*

Vi como se alejaba poco a poco, dos guardias estaban empujándome, intentando guiarme donde debería ir "¿Acaso no saben que ya he estado aquí?"

—¡Déjenme!—les grité—Sé donde ir...

Creo que ambos guardias son mayores que yo, aun así creo que les pegue un susto, no puedo creer que me vayan a poner en el mismo grupo que mi padre "Esto debe ser una broma"

Un letrero colgado con cadenas, señalaba el número tres, era muy viejo, la madera se estaba comenzando a podrir, me acerque mas y logre oír una voz que me hizo erizar la piel de incomodidad

Era un hombre de mediana edad, parecía tener una severa calvicie, portaba en su pecho dos insignias y en su cadera un cinturón que poseía una espada y una daga, su pecho, piernas y brazos estaban cubiertos de armaduras plateadas, señal de que eran de hierro.

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