Capitulo VII: Arco y flecha

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"¡TÚ PUEDES, TÚ PUEDES!"

Mire la torre que tenía a mi derecha, mi mano sujetaba el arco tembloroso, y mis dedos apenas podían sostener la flecha, solo tengo que apuntar y...

"¡NO, NO PUEDO HACERLO!"

Me quedé estático en mi lugar con la posición de apuntar hacia la diana, por más que intentaba mi cuerpo no se movía, solo podía sentirlo temblar, mis ticks no ayudaban, y sentía que un par de lágrimas se escaparían en cualquier momento.

Había podido pasar todas esas bolsas de arenas, con uno que otro salto, mis piernas eran largas por lo que me había impulsado con ellas, el tener que subir una pared de troncos solo con una soga, fue sencillo, todos los años de cargar a personas heridas habían dado sus frutos, los clavos no fueron impedimento para que logre cruzar, mi cuerpo es delgado me fue fácil escabullirme.

Sin darme cuenta era uno de los primeros, estaba muy por delante de la media, lo único que tenía que hacer era apuntar y disparar, y así solamente trepar la torre y acabaría, entonces ¿Por qué no puedo hacerlo y ya?. Simple.

"En mi vida he disparado una flecha, ¿Cómo diablos voy a hacer esto, sin fallar?"

Tengo miedo, me siento estúpido, pero no quiero hacer el ridículo, la presión de que si no lo hago bien y posiblemente ni me acepten aquí, podría ser mi fin y el de mi madre.

Ya podía escuchar las voces de cansancio de algunos que se acercaban.

Apreté mis ojos con fuerza, necesitaba calmarme, pensé en mi madre, y el cómo me recibiría si ella estuviera bien de salud, una taza de café y unas galletas, papá seguro diría una de sus frases de publicidad, y mamá se reiría.

Sonreí lentamente, mis temblores desaparecieron, y comencé a recordar

No recuerdo exactamente cuando fue ni siquiera si era hombre o mujer, pero una vez vi a alguien hacer esto, debo recordar sus movimientos.

Di un gran suspiro, mi pierna izquierda la puse delante, me pare erguido, con mi mano izquierda sostuve el arco, y con tres dedos de mi mano derecha sostuve la flecha, jalando la cuerda, fije mi mirada hacia la primera diana y suelte...

Ahora mismo... lo vi todo pasar tan lento, volví a sentir el aire tan frío, por la sorpresa lo exhalé, una sonrisa se dibujó en mi rostro, y sentí mis mejillas calentarse un poco, no pude evitar dar unos pequeños saltos de alegría.

Lo había logrado, lo mejor de todo es que le di en el centro.

"Genial...", pensé con una sonrisa tonta

Mi alegría fui disminuida cuando las voces se hicieron más cercanas, me apresure, decidí usar el mismo método que use con la primera diana, y para mi suerte di todas en el blanco.

Deje el arco y la flechas en el suelo, y como mis piernas me permitieron corrí lo más rápido que pude hacia la base de la torre, con todas mis fuerzas escale el primer tablón.

Sentía las astillas clavarse en mis manos con cada nivel que iba subiendo, ya casi lo lograba, podía ver la plataforma de arriba donde todo esto acabaría.

Casi lo lograba, solo faltaba el último tramo, la madera era áspera y me dolía las palmas de mis manos, pero tenía que lograrlo.

"Vamos... uno, dos y ¡Tres!"

Con mucha fuerza me abalancé hacia la base, cayendo con una rodilla y un brazo hacia arriba, una vez más, abalancé mi cuerpo y caí boca arriba, respirando entrecortadamente.

—¡Y-yo! ¡Lo...-ack!— me comencé a atorarme con mi propia saliva

Luego de recuperarme, comencé a respirar lentamente, calmando mi respiración, mi mente se puso en blanco, mirando hacia al cielo cuando una voz me hizo regresar a la realidad.

—Vaya... no soy el primero... vaya mierda

Mi cabeza se volteó de lado mirando al hombre que tenía a mi derecha.

Era alguien muy pálido, ligeras ojeras le sobresalían, su cabello era moreno tal noche y sus raíces tenían un tono rojizo.

—Emm... ¿Hola?—dije dudoso, su mirada se dirigió hacia mí

Sentía que me jugaba con esos ojos de color avellana, mi nerviosismo llego tal punto de que mi tick me traiciono.

—¡Ack!

Un silencio nos inundó.

"¡¿Por qué se calló?! ¡Ahora piensa que soy raro! ¡Mucha presión!"

—Pff...

Una carcajada salió de aquel ser que acabo de conocer, se toca su cara y se revuelve sus cabellos y me mira con una sonrisa, siento como mis mejillas se calientan.

—¡Dioses...! ¡Eres muy gracioso amigo!

—¿Gracias?

Me acerco su mano, la tomé y de un solo jalón me puso de pie, yo era un poco más alto que él, pero no demasiado.

—Mucho gusto, soy Pete






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