En algún lugar al norte del Mar Negro.
Hela no había mentido.
Mientras caminaba por la orilla de arenas negras, la luna comenzó a teñirse de rojo como una flor en plena estación. La sangre atravesó sus venas con un frenesí apasionado y la excitación le hizo apretar las manos en puños. Fuera de aquella isla, un evento como ese era tomado como un mal presagio, sin embargo para su gente era algo totalmente diferente.
La parte salvaje que aun conservaban de los días antes de la maldición lo reconocía como la noche perfecta para saciar su sed bestial. Los colmillos se le afilaron, deseos de clavarse en alguna delicada piel y atravesarla. Diminutas garras se formaron en sus uñas, las pupilas se le tornaron verticales, con las fosas nasales dilatadas y la garganta ardiéndole.
Era lo más cerca que jamás estaría de una trasformación.
—¿Qué estás dispuesta a dar por un amor inmortal? —el susurro se escuchó detrás de ella, como si la hechicera estuviera allí.
Se despojó de las pesadas capas del vestido, quedándose solo con la camisola y avanzó hacia el agua que no era capaz de sentir helada, un paso a la vez. Su instinto lo habia encontrado, en ese espacio donde el cielo y el mar se unían un barco comenzaba la danza de la muerte.
—El precio debe ser justo… si tanto lo deseas… saber…
Los brazos de Ninet dieron fuertes brazadas. Para un ser humano normal sería imposible lograrlo, pero ella no era tal cosa. Además de que la persona más importante para ella dependía de que siguiera eliminando el espacio. Se detuvo un segundo cuando la explosión estalló, con las lenguas de fuego que engulleron la madera en medio del mar. Ayudada por la inesperada iluminación le fue más fácil seguir el camino sin desviarse.
Sus sentidos, agudizados por la semi transformación, percibieron los gritos desesperados a lo lejos; aunque no importaban, no eran él.
Un reflejo rojo en medio del mar le aceleró el corazón, lo supo incluso antes de verle el rostro.
—Mi preciosa sangre... a cambio… del fuego de un dragón…
Un último escalofriante susurro retumbó en sus oídos cuando al fin lo sostuvo entre sus brazos. El peso muerto que representaba le hizo saber de buena tinta de que estaba inconsciente. El pánico de que quizás hubiera recibido algún golpe durante la explosión o al caer al agua hizo que, a pesar de la sobrecarga, no perdiera el ímpetu para regresar a la orilla.
Ninet boqueó buscando llenar de aire una vez más sus pulmones cuando lo dejó recostado en la arena. El agua le pegaba al rostro los mechones negros y la ropa que comenzaba a incomodarle. Se sentó mirando hacia donde las ultimas llamas consumían la embarcación, justo debajo de donde se alzaba la luna de sangre.
Una sonrisa involuntaria se formó en su rostro, la bestia encadenada dentro de ella estaba pletórica con esa calamidad.
Sus ojos dorados buscaron la silueta masculina tendida a su lado. Se habia asegurado de sentir el latido débil dentro de su pecho y ahora veía el suave subir y bajar de este. Con una sensualidad serpenteante se le acercó un poco más. Los cabellos se mostraban cobrizos, mas ella conocía a ciencia cierta que eran rojos como el fuego y sobre todo que era él.
Su sangre bailaba de dicha al estar a su lado, sus colmillos se afilaban en preparación y las diminutas garras se mostraban en sus uñas.
—Un humano —musitó, siendo consciente de la vulnerabilidad de su pareja.
A lo largo de los años las historias de los destinados que no pertenecían al clan estremecieron a la comunidad. Más de uno habia fallecido durante el ritual de emparejamiento, no en vano este era descrito como ser consumido por la llama eterna que habia dado origen al mundo. Porque a pesar de que su clan no podía transformarse, seguían conservando algunas características especiales en comparación con esos débiles seres.
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El vizconde y el dragón
Fiksi SejarahUna dama fuera de lo común. Lady Ninet Graham es descendiente de una de las familias más antiguas del Reino Unido, sin embargo esconden un secreto. La sangre antigua y poderosa que recorre sus venas y brilla en los ojos, el recuerdo de lo que una ve...