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Esa noche no dormí, para mi casarme a los 16 años es una locura y más si no es por amor.

Lo odio, no existen mejores palabras para decir lo que siento en este momento ¡ODIO A DERECK RASENDIZ! No puede llegar y decirme, mira Britney nos casaremos.

¿Pero quién se cree?

No puedo ni pensar en él porque me dan ganas de correr a su habitación y colocarle una almohada sobre la cara y presionar hasta que no respire.

Me levanté y me di una larga ducha, me maquillé para tapar todas las marcas que delataban mi terrible noche. Mi maquillaje cubría todo. Me puse un sweater porque hacía muchísimo frío y es obvio porque estamos llegando al invierno. Bajé con pesadez las escaleras y me encontré con Dereck sentado a la mesa, el televisor prendido en el canal de las noticias y su taza con café frente a él.

-Buen día.-dijo sin despegar la mirada del televisor.

-Sería un buen día si no te hubiera encontrado aquí.-dije de mala gana mientras me sentaba a la mesa.

-Oye, tranquila.-dijo mirándome.- ¿Por qué te maquillas tanto?

-¿Y a ti eso que te importa?-apoyé mis brazos sobre la mesa y recosté mi cabeza sobre ellos.

-¿Dormiste?

-No.

Una de las señoritas de limpieza se acercó a mí.

-¿Qué va a desayunar señorita?-me sonrió simpática.

-Jugo de naranja.

-¿Nada de comer?-me miró extrañada.

-No, gracias.-dije fingiendo una sonrisa mientras ella se retiraba.

-¿Qué te pasa?-dijo de mala gana mientras me miraba.- Claro, si se puede saber.-agregó con sarcasmo.

-¿Y todavía preguntas que me pasa?-dije casi sin fuerzas para hablar.- Tu presencia en mi vida, me pasa.- se levantó de su silla y se sentó a mi lado.

-Más te vale que te vayas acostumbrando a mi presencia porque dentro de dos semanas compartiremos la cama.- desvió la mirada hacía el televisor.

-Eso ni lo sueñes.-le advertí.

-No lo sueño, ni te creas.-dijo con mala cara. Puso uno de sus brazos alrededor de mis hombros.- Vas a ser mi esposa y por lo tanto tu papel en mi vida, será complacerme por las noches.- besó mi mejilla haciendo ruido. 

Estúpido, desagradable.

Sus palabras me habían dejado estática y sin respuestas. Yo no pensaba compartir la cama con él y menos tener relaciones, este chico se estaba volviendo loco si pensaba en eso realmente.

La chica me dio mi jugo de naranja y me lo tomé más rápido que nunca, pues tenía a Dereck a mi lado abrazándome y ni siquiera me miraba. Observaba el televisor con sumo detenimiento y hacía muecas a medida que decían variadas noticias.

Me levanté de la mesa y caminé hasta las escaleras pero su voz me detuvo.

-¿A dónde vas?-preguntó incrédulo.

-A mi habitación.-respondí retomando mi paso. Se levantó de la silla y me siguió.- ¿Qué? ¿Qué quieres?

-Me voy al trabajo.

-Ah ¡Feliz Cumpleaños!- le dije sarcástica.- ¿Crees que me importa?-pregunté enojada.

-No, no creo que te importe, porque no te importa. Solo te avisaba porque tu vienes conmigo.- dio media vuelta.

-No, yo no voy contigo.

-Sí, tu si vas conmigo. Así que quiero que te vistas como una persona normal y baje en 10 minutos.

-Primero que nada, soy una persona normal y segundo si no quieres que me vean así vestida, no me lleves.-dije de mal modo antes de seguir subiendo las escaleras.

Entré en mi habitación y cerré de un portazo. ¿Una persona normal? ¿Quién se cree? Estoy normalmente vestida, no está nada mal para mi edad, pero como todo el mundo cree que tengo 19 debo vestirme como una vieja.

Me recosté en mi cama y prendí el televisor. Me divertí viendo "Disaster Date" y los estúpidos que se creían esas citas de mentiras. Me reí un rato hasta que un golpe seco en mi puerta me hizo sobresaltar.

-¿Quién?-grité sin levantarme de la cama.

-Yo.-me gritó desde el otro lado de la puerta.

-No quiero que pases.-le grite subiendo el volumen del televisor para no escucharlo.

Pero aun así entro en mi habitación.

-Nos vamos.

-Te vas.-lo corregí.- No vaya a ser que alguien te vea con una persona anormal.

-No me refería a eso. Me refiero a que no te vistes como cualquier chica. Te vistes así no más, ni te arreglas.

-¿Arreglarme para qué?-me senté en la cama y apagué el televisor.- ¿Para qué tu me veas arreglada? Ni lo sueñes, yo me arreglo cuando estoy de humor, cuando tengo a alguien que note mi presencia y cuando tengo a alguien a quien le importe como este vestida y maquillada. En cambio yo, te tengo a ti, no estoy de humor y ni te importa como esté vestida.

-Claro que me importa.-dijo apoyándose en el marco de la puerta.- Después de todo serás mi esposa.

-¿Y eso que tiene que ver?

-Que la esposa de Dereck Rasendiz tiene que estar bien arreglada.

-A ti solo te importan las apariencias.-dije de mala gana y me encerré en el baño.

-Sal de ahí.-golpeó la puerta.- Nos tenemos que ir.

-Dime. . .-grité desde adentro.- ¿Para qué quieres que vaya?

-Necesito tu ayuda.

-¿Para qué?- me apoyé en la puerta.

-Me quedé sin secretaria.

-¿Me vas a pagar?-abriendo un poco la puerta.

-Si trabajas como se debe, si.-me contestó.- Pero tienes que ponerte algo más formal. No te cambies los jeans pero ponte una camisa.

-Ok, ok.-salí del baño y abrí mi armario.

-¿Me dejas elegir?-preguntó acercándose a mí.

-No.-respondí secamente mientras revolvía la ropa.

-¿Por qué no?

-Porque no.-seguí revolviendo.

-Esa.-señalo una celeste.

-No lo sé.-dije sacándola del clóset.- Es muy ajustada.

-Es perfecta.- agregó mientras salía de la habitación.- Cámbiate y baja, por favor.- me ordenó sutilmente mientras cerraba la puerta.

Me miré al espejo y suspire, tal vez sea hora de salir del cascarón y demostrarle a los hombres que detrás de esta cara de niña, existe una mujer.

Colgué mi bolso en mi hombro y me coloqué los tacones, me puse un abrigo y baje.

Dereck estaba apoyado en la puerta principal con el maletín en la mano. Desvió la mirada hacía mi cuando me vio bajar.

Salimos de la casa en silencio y mantuvimos ese silencio durante el viaje hasta la oficina.

Al bajar del auto, me tomó la mano. Simplemente no me zafé porque su padre estaría allí.


SUBASTADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora