Cuando salí del baño, Dereck no estaba en la habitación, así que aproveché para buscar algo que ponerme. Entré en el baño para secarme el cabello y maquillarme, sentí la puerta de la habitación cerrarse.
-¿Dereck?-pregunté intrigada.-Si, soy yo.-gritó desde alguna parte de la habitación.- ¿Ya estás?- entró en el baño. Lo vi a través del espejo y le sonreí.
-¿En dónde estabas?-pregunté mientras cepillaba mi cabello.
-En recepción.-dijo mientras observaba mi rimel.- ¿Para qué sirve este palo?-lo había abierto.
-Primero, no es un palo.-reí y se lo saqué de la mano.- Y segundo, se usa para pintarse las pestañas y alargarlas.-le dije. Me sonrió. Comencé con el maquillaje mientras él posaba su mirada en mis acciones.- ¿Qué hacías en recepción?
-Ese invento es una pérdida de tiempo.-dijo mirando como colocaba el rimel.
-Dereck, tienes cerebro de primate.-le dije. Rió con gracia.- Dime, ¿Qué hacías allí abajo?
-Ah, me llamaron porque faltaba un florero y lo tuve que pagar.-me dijo. Me sonrojé.- ¿Sabes quién pudo haberlo roto?
-Perdón, estaba enojada.
-No te preocupes.-dijo desinteresado.- Ya me aburrí.
-Okey, déjame que termino con el maquillaje y nos vamos.
-Okey.-salió del baño y se tiró en la cama.- ¿Por qué te maquillas?-gritó.
-Para verme linda.
-No necesitas el maquillaje.-dijo mientras jugaba con un almohadón. Sonreí frente al espejo.- Yo creo que eso es una pérdida de tiempo.
-¿Por qué lo crees?- tomé mi cepillo de dientes y la pasta dentífrica. La coloqué sobre el cepillo y comencé a cepillarme.
-Porque la mujer más bella siempre es la más natural.-dijo. Enjuagué mi boca para responder.
-A veces me sorprendes Dereck.-dije apagando la luz del baño para salir.- Listo, vamos.
-Al fin.-dijo levantándose de la cama.- Ya me estaba poniendo nervioso.
Me coloqué perfume, tomé mi bolso y salimos. Llamé el elevador mientras Dereck cerraba la puerta de la habitación. Bajamos hasta la planta baja y salimos del hotel.
-Por aquí se estacionan los taxis.-dijo mirando a lo lejos.- Ven aquí.-tomó mi mano mientras me encaminaba hacia donde estaban los taxis.
Subimos a uno. Dereck le indicó a donde íbamos. Como de costumbre, yo desconocía las calles, pues claro nunca en mi vida había salido de Nueva York.
Mi mano reposaba sobre mi pierna, y sobre esta, la mano de Dereck, quien brindaba pequeñas caricias a mi piel.Observé el camino a medida que el automóvil avanzaba. Calles, parques, gente andando por allí. De seguro era el centro de la ciudad. Las estrellas dispersas por el cielo y una hermosa luna que hacía contraste. Sonreí, al parecer Dereck lo notó.
-¿En qué piensas?-preguntó risueño.
-En nada.-dije aún observando el lugar.- Es todo muy lindo. ¿No crees?
-Claro que si.-suspiró para llamar mi atención. Dejé el paisaje de lado y le dediqué mi mirada.- ¿No habías venido nunca?-preguntó curioso.
-Nunca.-dije mientras arreglaba el labial en mi boca.- ¿Tú si?
-Si.-contestó cuando el auto se detuvo.- Podemos seguir la plática en la mesa.-me sonrió.- ¿Cuánto es?-le preguntó al taxista.
-$14, 45.-respondió mirando el aparato digital. Dereck sacó su billetera y le pagó.
-Muchas gracias.-dijo abriendo la puerta.
-A ustedes. Que disfruten.-agregó el hombre.
Baje detrás de Dereck, a solo segundos de cerrar la puerta, el taxi retomó su camino. Dereck tomó mi mano, haciéndome dar cuenta de que estábamos frente a un hermoso restaurante.
-Wow, ¿aquí cenaremos?-pregunté atónita. Me miró y sonrió.
-Exacto, no sabes lo que me costó conseguir para poder cenar aquí, así que espero que te guste.
-Por ahora, me gusta el lugar, veamos que tal la comida.-le sonreí, me devolvió el gesto. Entramos y un hombre de traje nos dio la bienvenida haciendo una elegante reverencia.
-Buenas noches. ¿En qué les puedo servir?-preguntó el hombre.
-Buenas noches. Tenemos una reservación a esta hora.
-Apellido.-dijo el morocho mientras sacaba una libreta.
-Rasendiz.-contestó Dereck.- Mesa para dos.
-Si, aquí esta.-dijo sonriente.-Los acompaño.-Nos condujo hasta una pequeña mesa de a dos.- Que disfruten la velada.-agregó antes de irse.
Nos sentamos uno frente al otro. Minutos después un mozo dejó el menú sobre la mesa y se retiró.
-¿Qué vas a pedir?-me preguntó mientras buscaba algo para cenar.
-No lo se.-dije pensativa.- Es que todo es tan elegante.-agregué.- ¿Tú que pedirás?
-No lo se.-dijo pensativo.- ¿Has comido algo de esto?-preguntó arqueando una ceja.
-No.-reí. Que poca cultura.- ¿Tú?
-Yo si, pero muy pocas. ¿Pedimos algo para compartir?-preguntó.
-Claro. ¿Algo como qué?-levanté mi mirada para encontrarme con sus ojos color miel mirándome.
-Mmm... ¿Pechugas de pollo a la gordonblue?
-¿Ah?-levanté una ceja.- ¿Qué es eso?-pregunté casi en un grito.
-Baja la voz.-rió.- Es pollo.-me explicó, asentí.
Mientras hablábamos el mozo que antes había dejado el menú sobre la mesa, nos tomó el pedido. Luego trajo las bebidas y más tarde la comida.
-¿Te gusta?-preguntó mientras pinchaba de su plato.
-Si, esta bueno.-le sonreí.
-Me alegro.-me devolvió la sonrisa.- Bueno...- si, estaba nervioso. Pero ¿por qué?
-Bueno...-repetí graciosamente.- ¿Qué quieres decir?-pregunté.- Si tienes algo que decir, dilo, sin rodeos.
-Mejor te dejo comer tranquila y luego lo hablamos.-me dijo. Arqueé una ceja. ¿Qué estaba pasando?
-Dime, puedo comer y hablar a la vez.
-Okey, no es de lo que quiero hablar pero creo que debemos.-me dijo. No comprendí.
-¿Entonces?-lo incité a seguir.
-La boda.-dijo. El pollo que pasaba por mi garganta se quedó atorado.
Es que no quería pensar en eso, solo quería que ocurriera de una buena vez y ya dejar de pensar en lo que vendría luego, la luna de miel, mi peor pesadilla, Dereck y sus fantasías sexuales.