C A P Í T U L O 2

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|L I T Z Y|

Dí un pequeño brinco al sentir la espina de las rosas clavarse en uno de mis dedos. Maldije en mis adentros y miré la parte afectada, busqué rápidamente algo para poder enrollar mi dedo ya que la sangre era bastante. Al no encontrar nada, quité mi cintillo y lo enrollé en mi dedo.

Estaba en el jardín tomando un poco de aire y también pensando en algunas cosas que me afectan. Ya eran las tres de la tarde y no tenía nada que hacer, mamá no estaba en casa porque fue a mi nueva universidad a llevar algunos
papeles que faltaban. Mi padre se fue a su nuevo trabajo por lo que estaba completamente sola.

Miré al cielo y divisé el sol que ya se estaba escondiendo, de repente algo lamió mis pies haciendo que mi vista viajara hasta mis pies. Era un perro de raza Bulldog.

— hola cariño — me coloqué de cuclillas y lo acaricié.

— ¡Max! ¡Ven acá! — alcé la mirada y me encontré con el cuerpo de un chico acercándose. Me levanté de golpe y no me inmuté en salir de allí.

Al llegar tomó la correa del perro y me miró con recelo, yo solo lo miré
confundida.

— ¡Te he dicho que no saludes a extraños! — le dijo a su perro y volvió su mirada a mí — pueden robarte — fruncí mis labios evitando que una risa saliera, me causaba gracia ver cómo le hablaba a su perro como a un ser humano.

Definitivamente hay gente loca en ésta Tierra.

Pensé que el chico se iría pero no, se quedó allí parado mirándome de los pies a la cabeza. Mi ceño se frunció y le dí una mirada austera. Él rodó los ojos e hizo una sonrisa ladina.

— ¿Eres nueva por acá, verdad? — pregunta

— Si — me limito a responder.

Él asiente y da un paso hacia atrás para irse pero antes me da una mirada demasiado atrevida. Lo miro con el seño fruncido y este se ríe empezando a caminar.

Me quedo parada viendo su ancha espalda perderse entre los arbustos. Pestañeo varias veces y tomo mi celular que está en la banca. Tomé la decisión de dar un paseo por la Ciudad para conocer. Tomé las llaves del auto y me encaminé.

En algunos minutos llegué al centro de la Ciudad. Aparque el auto a un lado de la calle y entré a una tienda de ropa. Aprovecharía para comprar nueva, ya que la mayoría se había quedado en mi antigua casa.

Al entrar una chica de unos veinte y tantos me atendió con una sonrisa en sus labios.

— ¡Muy buenas tardes, hermosa! — saluda ella

— buenas tardes — le hago una sonrisa

— ¿Que deseas llevar? Hay varias cosas que podrían gustarte — dice dándome paso a seguir. Pasamos al fondo donde se hallaba la sección de vestidos. Miré algunos pero, ninguno fue de mí agrado, la verdad, los vestidos no eran mi fuerte o almenos no me sentía cómoda con ellos.

Miramos varias prendas y me medí unas cuantas.

— ese te queda maravilloso — dijo la chica señalando el jean que me estaba probando — no es por nada, pero tienes un cuerpo muy hermoso — aquello hizo que me sonrojara y soltara una risa avergonzada.

Me miré en el espejo y dudé en si llevarlo o no, pero al final decidí llevarlo. Pasamos a la caja y pagué con la tarjeta de crédito. Subí las bolsas a la cajuela del auto y me subí al copiloto para empezar a manejar. Ahora iría a un parque que quedaba cerca de donde estaba.

Pedí un helado y me senté en una banca para poder disfrutarlo, observaba los niños jugando, sus padres cuidando de que los pequeños no se cayeran, y también, a las parejas demostrando todo su amor. Aquella imagen me hizo recordar a Marc, bajé la mirada y sentí una punzada en mi pecho, no lloraría, no otra vez.

Deseo indestructible [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora