C A P Í T U L O 4

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|L I T Z Y|

Mi clase de literatura terminó. Ahora, me dirigía al aula de filosofía. Caminé entre los pasillos y llegué a una puerta color crema, leí en la parte superior el nombre de la clase y respiré hondo antes de tocar.

Elevé mi mano y toqué suavemente, al abrirse la puerta, la imagen de una señora de unos cuarenta me recibió con una sonrisa de oreja a oreja, yo se la devolví. Con su mano me hizo una seña de que podía seguir y a pasos lentos obedecí.

Miré a mi alrededor y los demás estudiantes me miraban con inquietud. Mi vista se posó en una persona en especial. El de cabello rojizo se estiró en su silla y me miró detenidamente. Rodé los ojos con discreción y la voz de la profesora invadió el aula.

— ¡Jóvenes, una nueva compañera ha llegado! — les informa a todos con su sonrisa aún enorme.

Se gira hacia mí.

— Siéntate cariño — ordena y trago saliva antes de dar un paso. Miro a todos lados pero no veo un asiento vacío, excepto uno.

Ésto no me puede estar pasando a mí.

Muerdo el interior de mi mejilla y no muy convencida avanzó hacia el único puesto vacío que hay. Mi nuevo compañero de asiento me mira receloso y yo le devuelvo una mirada de pocos amigos.

Me siento con delicadeza pasando mi falda por debajo de mis piernas. Apoyo la mochila en el suelo y pongo mi agenda y bolígrafo en el escritorio.

— Bonito esfero — me sobresalto al sentir la ronca voz del chico a mi lado. Me giro hacia él y finjo una sonrisa.

— Lo sé — digo con superioridad y este ríe sin gracia.

Volteo hacia el frente y me apoyo sobre mis codos prestando atención a lo que dice la profesora.

— ¿Enojada? — pregunta el de al lado sacándome un suspiro pesado. Me apoyo en el espaldar de la silla y lo miro sin expresión alguna.

— ¿Qué crees? — inquiero y este repite mi acción estirando sus piernas por debajo del escritorio.

— No sé porqué lo estás... — ruedo los ojos y río cínicamente, él en cambio, toma mi bolígrafo y comienza a jugar con el entre sus dedos.

— ¡Déjalo! — ordeno irritada al ver que no soltaba bolígrafo.

Él se muerde el labio inferior y ríe con sorna.

— ¿Y si no quiero? — vuelve hacia el frente encogiéndose de hombros.

Vale, este tipo me está colmando la paciencia. ¿No le bastó con lo que me dijo unas horas atrás? Pinche idiota.

— Me lo darás o...

— ¿O si no, qué? — me interrumpe preguntando con burla — ¿Le dirás a la profesora? — ríe — no seas infantil — lo miro con cara de querer matarlo e intento quitarle mi bolígrafo pero, él me esquiva con gran agilidad.

— Tú eres el infantil — lo señalo con el dedo índice y lo fulmino con la mirada — ¡Dame mi bolígrafo! — nuevamente intento quitárselo pero este me esquiva de nuevo.

La desesperación se adueña de mí al ver que la profesora empieza a escribir en el tablero. Necesito copiar, y este imbécil no me da mi bolígrafo.

— ¡Vamos, dámelo! — ordeno forzando una voz firme pero ésta sale floja. Él niega con la cabeza y sus ojos brillan con malicia.

— ¿Qué me das a cambio? — se lame los labios y me mira con picardía.

Entiendo su punto. Entiendo su insinuación.

Deseo indestructible [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora