•PRÓLOGO•

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Estar enamorado es uno de los sentimientos más bonitos y sublimes que el ser humano puede sentir.

Hasta pensar en ello es raro, ¿se imaginan suspirando por una persona todo el día como idiotas, que la sonrisa de alguien más te sirva de gasolina, convertirse en un adicto sin la necesidad de drogas?

El corazón te palpita a la misma velocidad que un tierno colibrí agita sus alas al alzar vuelo, todos tus sentidos se potencializan llegando al punto de agradecer el poder respirar, tu lugar seguro se convierte en los brazos de esa personita, tu hogar es donde sea que esté.
¡Vaya, que bonito suena! ¡Que hermoso sentimiento debe ser!

Es muy reconfortante pensar que son millones de personas que gozan de esta felicidad, que incluso mueren con una sonrisa debido al bonito sentimiento, que pasan años y años convencidos de haber hecho la decisión correcta al quedarse, que prometen en un altar "el para siempre" o "hasta que la muerte nos separe" cuando ni siquiera la misma muerte puede romper esa maravillosa conexión del destino en los casos más dignos de ser contados.

No obstante, y tristemente, así como la luna tiene dos caras; una brillante y luminosa, también posee una oscura, y eso, justamente es lo que pasa con el amor.

El amor puede llegar a ser maravilloso, sí.
Pero honestamente, eso de los finales felices y los lienzos completamente blancos, sin mancha alguna, suelen estar solo dentro de la ficción.
¿Entonces qué es todo lo que acabo de decirles? ¿Solo ficción? Mmm... No realmente, porque el amor es asombroso y puede estar expresado en muchas formas.

Amor es la sonrisa de una madre, las risas de un bebé, un abrazo de amistad, un beso...
Pero también involucra, dolor, pérdida, sacrificio, balance y paciencia.

Amar es sentir.
Amar es aprender.
Amar es luchar.
Amar es comprender.
Amar en confiar.
Amar es llorar.
Amar es reflexionar.
Amar es prestar atención.
Amar es tantas cosas...

Incluidas el dolor también, claro está.
Tú sabes que has amado de verdad cuando duele; el dolor estando presente para recordarnos que estamos hechos de carne y hueso, con un corazón palpitante capaz de sentir, capaz de detenerse, capaz de romperse.

Pero en algún punto deja de doler, no te preocupes, porque también como el amor, todo termina en algún momento, también ese dolor.
"Todo tiene un temporizador" suelen decir, y el de su tiempo juntos, tristemente estaba por llegar al 00:00.

Por el otro lado, imagínense al amor como una plantita muy bonita. Esta debe recibir varios cuidados para crecer sana; necesita luz, agua, un buen lugar en donde crecer, necesita atención y dedicación. Si tú la descuidas, eventualmente morirá con el tiempo, pero si tú la riegas y le provees todo lo que necesita, incluso bellas flores pueden salir de esta.

A veces estamos tan distraídos en otras cosas, que dejamos de lado a nuestra plantita, olvidándola.

Pero no es que no la queramos, no.

Simplemente priorizamos cosas que muchas veces no deberían estar en el primer lugar de nuestras preocupaciones.

Y entonces vemos a la plantita un día y...

Oh, está muerta.

Podemos llorar y patalear todo lo que queramos, arrepentirnos también, maldecir, buscar formas de retroceder el tiempo, pero murió, ni modo. ¿Qué podemos hacer? Esa es la realidad.

O también hay personas que, al olvidarse de la plantita, dejan de preocuparse por ella y les da igual si muere o no. Son reemplazables de todas formas, ¿verdad? Vas, te compras otra y problema solucionado.

La verdad es que no todas lo son, porque lo que hace especial a una plantita en nuestros corazones, no es que sea de tipo único, que crezca en los lugares menos fértiles o que sea la más cara del mundo... Es especial gracias a aquellos momentos que pasamos regándola, observándola y sonriendo al ver los frutos de nuestros cuidados. Es especial porque la hacemos nuestra.

"Nuestro amor está seis pies bajo tierra, no puedo hacer más que preguntarme, que si nuestra tumba fuera regada con la lluvia.

¿Flores volverían a crecer?"

 ☆Only |diorgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora