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El timbre sonó veinte minutos después y para ese entonces, Diego y Jorge estaban cada uno en su celular en una esquina del sillón de la sala.

Jorge se levantó de un brinco a abrirle la puerta al invitado. Diego intentó no ver, forzándose a encontrar interés en posts de personas que ni conocía. La curiosidad tal vez le ganó la batalla, porque le pareció ver con su vista periférica como el invitado se colgaba de la cintura del castaño en una abrazo, también le pareció ver un pico en los labios, pero solo le había parecido, porque giró la cabeza al momento de ver en aquel segundo en el que el castaño puso sus labios sobre los de él.

De pronto quiso echarlo a patadas, pero eso sería estúpido cuando él mismo dijo que no habría problema.

Demonios, tenía que saludar y demostrar que tenía modales; hipócritas, pero los tenía.

Dentro de su cabecita era otra cosa.

Se levantó del sillón y se acercó a paso lento hacia el par, quienes lo miraban expectante.

--Hola - Diego extendió su mano con una sonrisa superficialmente amable.

Daniel esbozó una sonrisita incómoda y miró a Jorge un microsegundo antes de estrechar su mano y agrandar su sonrisa para el más alto.

--¿Eres Diego? - Sacudió la mano.

--Sí..

--El novio de Coky, ¿verdad?

Por alguna razón no le gusto oír ese apodo con su voz, era extraño. Diego debió decir que no, pero algo arañando dentro de él, no se lo permitió.

--Sí.

Ni se molestó en reparar en la reacción de Jorge, solo supo que este no dijo nada.

--Siéntete como en casa --Torció su sonrisa para luego irse de nuevo al mismo lugar de la sala a checar su celular.

Y por más que intentó concentrarse en el aparto en su mano, la conversación que estaba oyendo seguía desviando su atención a ellos.

Jorge le había preguntado si tenía hambre, Daniel dijo que sí y ahora estaban comiendo y hablando sobre el castaño, sobre su vida en Australia y sobre el porqué de su repentina visita a México.

--Tenía vacaciones y ya sabes... --Por dios, el tono sugestivo que usó hasta incomodó al propio Jorge-Quería visitar a un amigo...

Diego se sentía incómodo, tal vez debería ir a la habitación y encerrarse, pero prefirió no hacerlo, porque conociéndose, seguiría parando la oreja incluso en la otra habitación.

--¿Dónde puedo dejar mi maleta?

--En la habitación --Ambos se levantaron para ir a la habitación, la pesada mirada del más alto siguiéndolos con disimulo.

Diego quería irse de ahí, era ridículo. Pero habían marcado en la libreta de registro de víveres que no faltaba nada, y si salía, los policías iban a bombardearlo de preguntas.

Entonces recordó que puso que el papel higiénico se les acabaría pronto. Lo decidió, saldría con esa excusa un momento.

Los otros dos estaban charlando muy animadamente de pie en su habitación.

--Jorge--llamó y dos pares de ojos le prestaron atención -- Iré a comprar papel, ya vuelvo.

--¿Se acabó tan rápido? Pero sí había...

Los rollos faltantes los escondió en el gabinete; pensar en ello le daba ganas de reírse, era patético. Parecía un niño inmaduro.

--Ya no hay --dijo áspero.

 ☆Only |diorgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora