7 ☆

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Habían sido cuatro días tensos, incómodos y largos, pero miremos el lado bueno; sí había internet esta vez.

Tal vez en esos días intercambiaron 20 palabras contadas, pero hey, que por lo menos no hubieron líos.

Se sentía raro el volverle a hablar, pero tenía que. El cumpleaños de su madre era en unas horas, y ellos debían estar ahí, claro que sí, aunque fuese por una jodida pantalla.

Jorge se había recostado en el sofá para ver vídeos tranquilamente, pero la alarma en su celular le hizo recuerdo que tenían poco tiempo para alistarse. Se levantó con flojera a buscar a Diego, a quien no había visto desde el desayuno.

La puerta de la habitación había estado cerrada todo el tiempo, pensó que Diego  probablemente estaría dormido, sin embargo, cuando la abrió, no pudo evitar sorprenderse un poco con la imagen de un Diego(muy bien dotado) recién salido de la ducha, casi desnudo, solo con una toalla blanca envuelta a su pequeña cintura cubriendo lo que quedaba a la imaginación.

Sus abdominales marcados, producto del gimnasio, su cabello mojado, su piel tersa, la
"v"... Pero que buen espectáculo; y por supuesto que Jorge no se lo perdió, escaneándolo desde la punta del pie hasta el último cabello.

Ese cuerpo que alguna vez fue suyo. Solo suyo, hasta que una idiota... ¡Ugh!

Tragó duro antes de obligarse a voltear a otro lado.

Diego formó una sonrisa torcida.

-No es nada que no hayas visto o tocado antes- dio con tono retador al mismo tiempo que caminaba hacia la cama para quitarse la toalla y tomar sus boxers negros del closet -.
Limpiate la baba, cariño- dijo con sorna.

Era un idiota. Solo hablarle para burlarse. Jorge no iba a caer en su provocación, así que ni se molestó en verlo por más que la tentación lo estuviese matando.

Podía desagradarle mucho ahora, pero desde tiempos inmemorables el cuerpo de Diego lo volvía loco. Y no quería exponerse a sí mismo.

-Exacto, no es nada nuevo, nada impresionante. -bufó, dicho esto, soltó una risita sarcástica. De hecho hasta se nota el efecto de la cuarentena Obviamente mintió, pero oh, como amaba molestar a Diego; su mirada ofendida solo mejoró su humor-
Bájale a tu ego, cariño -repitió burlón- Vine para recordarte lo de mi madre

Diego ya se había puesto los pantalones, así que Jorge se permitió ver, completamente desinteresado.

-Verdad-dijo en un suspiro.

-Alístate presentable. Sabes que mi mamá ama las formalidades estúpidas. Oh, y ten lista tu mejor sonrisa merecedora de un Oscar porque van a ser dos horas de parloteo.

-Tu tía Sienna tan linda como siempre -dijo sarcástico poniéndose la camisa. Fuera bueno que algunas personas vinieran con silenciadores.

-Sales en un par de horas -contestó frío para después desaparecer por la puerta con un portazo.




[...]




Exactamente tres horas después, Diego y Jorge, vestidos semi informalmente, estaban a segundos de entrar a la sala de zoom. La laptop apoyada en la mesa de la cocina/bar.

-Tengo que usar jodidas camisas hasta en mi propia casa -se quejó Diego jalándose del cuello la camisa.

-Cállate y sonríe.

Jorge hizo click en "Unirme a la reunion", segundos después siendo admitidos en la sala.
Tíos, tías, primos, su madre...

Todos curiosos, listos para un interrogatorio. A
Sería una jornada larga.




 ☆Only |diorgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora