Como un cuento de hadas (SWANQUEEN)

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DISCLAMER: ¡Holaaaaaaa!!! No sabéis la ilusión que me hace escribir estas palabraaaaas... ¡ESTAMOS DE VUELTA!!!!!! *__________*

¡Gracias a quienes seguís ahí, pacientes, adorables y comprensivxs!!!! Este primer año y medio de maternidad por partida doble ha sido increíblemente agotador y nos ha costado la vida encontrar una parcelita para nosotras, para nuestras pasiones, para un poco de tiempo libre y darnos un respiro como personas, más allá de como mamis. La cuestión (ya sabéis que yo aquí os cuento mi vida, no puedo imaginar cuántos os leeréis esto y cuántos saltaréis directos al meollo de la cuestión para ganar años de vida 😂), que estos últimos meses por fin he podido sentarme frente a un ordenador y reconciliarme con la escritura. Pero no ha sido ni fácil ni rápido y me sentía tan tan tan oxidada... pero tenía muchas ganas de volver y de traeros esas historias que quedaron pendientes y ¡aquí estamos!

Os pregunté por Twitter y por aquí con qué historia queríais que regresásemos y ganó esta por goleada, así que aquí estamos 😊😊😊 Y no preocuparse que muy pronto traeré también el resto de historias que propuse :)

Dicho esto, en este regreso hay un papel fundamental y es de lxs betas que me han ayudado a terminar de dar forma a estas historias y a sentirme segura con lo que había escrito tras tanto tiempo parada. Así que MILLONES INFINITAS DE GRACIAS a @AlexBukowsker, donni_miller, elideey y mi mujer Pauavalon. Sé que ya os lo he dicho por activa y por pasiva, pero no sabéis lo que os lo agradezco, habéis sido mis pequeñxs hadxs madrinxs!

Dicho esto, ahora sí que sí me callo y vamos con ese capítulo extra de nuestras dos bellas mujeres en Camelot. ¡Espero que os guste muchísisisisisisimo y nos leemos! 🥰🥰🥰

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Los primeros pasos de Emma suenan dudosos. Regina la observa de soslayo. La brisa de la noche de Camelot parece devolver la consciencia al cuerpo exhausto de la Salvadora con lentitud. Ella misma inunda sus pulmones con el aire nocturno y disfruta del sonido de la muchedumbre. Según se acercan al embrollo de cabañas que antes eran la ciudad y el castillo, más voces y ruidos van rodeándolas. Sin embargo, antes de sumergirse en la vorágine de aldeanos, dos jóvenes guardias les salen al paso.

"Señoras." Se limitan a decir antes de realizar una profunda reverencia.

"Buenas noches." Responde Regina por las dos.

"Si nos acompañan, les enseñaremos donde se encuentran sus pertenencias. Está todo dispuesto para que puedan descansar."

"Os seguimos al fin del mundo." Interviene Emma asintiendo con fervor.

"Bien, señora." Contesta el mismo guardia azorado, cabeceando hacia su compañero y echando a andar.

"Les has asustado." Susurra bromista Regina en su oído.

Emma sonríe traviesa. "Nos han llamado señoras. Estamos en paz."

Caminan hasta dejar atrás unas cuantas hileras irregulares de pequeñas casitas rodeadas de huertos, acercándose al corazón de ese nido de cabañas. Unos minutos más tarde, los hombres se detienen frente a una construcción redonda de ladrillos de adobe y techo de paja de unos tres metros de alto. La puerta, entreabierta, deja ver una estancia iluminada con faroles titilantes.

"Hemos llegado." Anuncia el segundo hombre.

"Gracias a dios..." suspira Emma encantada dando un paso hacia dentro.