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Las trincheras no lograban cubrir el cuerpo de todos, escuchaba los disparos y la detonación de las granadas lloviendo a nuestro alrededor.
el dolor en la cadera me petrificaba, apretaba con la mano la herida y solo podía ver mi propia sangre escurrirse entre mis dedos, era demasiada, tenía gran parte de mi pantalón verde convertida en marrón.
Con la otra mano sostenía las placas de identificación que colgaban de mi cuello, decían mi nombre, los datos importantes de mi vida aunque mi vida en ese punto era solo una más y mi identidad, solo un número.
Estaba asustado, no iba a negarlo, en una guerra, la muerte esta a tu alrededor como un ángel asesino, es como una ruleta rusa, si no te vuelan la cabeza con casco y todo o te revientan parte del cuerpo, le pasa a el de al lado.

Levanté la vista con mucho mareo, la bala había entrado y salido pero no dejaba de sangrar, y vi al sargento levantar a su hermano y apoyarlo en los hombros de alguien más, indicandole que lo llevara a la campaña de medicina, que en realidad nadie queria conocer, no eran de nuestro cuartel y no confiabamos en esos enfermeros.

Cuando el sargento regreso a trinchera, me vio y vio mi herida

-va a tener que esperar, soldado Coxon-dijo y yo sabia que era asi, ese imbécil no era un sargento de verdad, era un tipo igual a mi que estaba igual de obligado que yo a estar allí y solo por tener un poco más de poder que los demás se había vuelto corrupto, él y su hermano Liam tenían todos los privilegios que se pueden tener en una guerra.

-si, señor-respondí y entonces se fue, prefería quedarme en las trincheras sangrando antes que seguirle viendo la mirada fría a Noel Gallagher.

Poco después me desmaye. No recuerdo como fue, solo que el dolor se fue suavizando, como si ya no importara, y la visión se volvió oscura, como si pudiera verlo todo a través de una espesa neblina gris.

Desperté un tiempo despues, no puedo precisar si fueron horas o solo minutos; me habían llevado hasta la campaña de medicina y estaba acostado en una camilla de las improvisadas.
a mi alrededor habían otras camillas ocupadas con soldados que peleaban conmigo, a uno le faltaba una pierna desde la rodilla hacía abajo, y el otro, del otro lado, tenía la cara cubierta de gasas ensangrentadas.
me apoyé sobre los codos, no sentía dolor pero en cuando doble mi cuerpo para ver la herida, este volvió como una ráfaga monstruosa.
no podía verla, tenia una gasa ajustada con vendas, pero tenía un pequeño círculo rojizo.
aún llevaba los pantalones manchados pero la camisa había desaparecido, tenía el pecho al desnudo como todos los que estaban ahí.

-tuviste suerte-dijo entonces él, al pie de mi camilla.

Lo había visto, lo vi justo al momento de embarcar, solo que él fue con el bote de enfermería y yo el de soldados.

-¿suerte? estuve en combate solo tres noches

-el que tenes al lado estuvo solo una y en cuánto se despierte se va a casa en muletas, podría ser peor

En ese momento, ese preciso momento, noté que todo lo que decía, todo lo que salía de su boca, sonaba a la verdad absoluta, como si este enfermero que no conocía de nada tuviese el poder de calmarme incluso estando rodeados de disparos, bombardeos y heridos

-eso si que es suerte entonces-le dije, extrañaba mi casa, quería volver y ver a mi madre, a mi novia,a mis amigos, incluso a mi padre quién era el único feliz de que yo fuera seleccionando para defender a mi pais en una guerra que ni siquiera entendía, no es fácil tener dieciocho años y entender porque un día estás en tu casa tranquilo pensando en el futuro y al otro vas armado, matando para que no te maten

-bueno, con suerte pasas unos días descansando en la clínica de lujo

Sonreía, todo el tiempo sonreía como si no entendiera dónde estábamos, o como si no le importara, o como si él fuese un recorte de la realidad y hubiese sido colocado allí para dar alivio,porque su sonrisa y su mirada,que era cálida, transmitían eso.
Me daba miedo, tuve un par de segundos en los que creí que había muerto y que la campaña era un purgatorio, que todos los que estábamos ahi habíamos sido asesinados y que este enfermero, que encima de todo, era al parecer el único, era una especie de ángel.

Él caminó hasta mi y puso las manos en mi abdomen, lo presionaba, como si intentara medir la hinchazón o algo así.
luego despegó suavemente las vendas y retiró la gasa, la tiró a un lado,supongo que habría algún cesto, y empezó a limpiarme la herida con algodón y un líquido muy frío

-te hice cuatro puntos, se ve bien, yo creo que en un par de días...

-estoy muerto, ¿no?

Él siguió con lo que hacía,pero se empezó a reír

-¿muerto? ¿pensas que sos un soldado caído en batalla?

-...si-mis pensamientos dichos en su boca parecían bastante absurdos

-si fueses un soldado muerto en batalla deberías haber ido al cielo, yo no creo que el cielo luzca así

No coincidía con él, yo no era alguien inocente, a veces tenía pensamientos que me asustaban, tenía una guerra interna en mi mente.

-además-dijo, arrojando los algodones al cesto y abriendo una nueva gasa-en ese caso yo sería...¿san Pedro?-pregunto mirándome

-un ángel-le dije. en otros momentos yo me hubiese reído con él que parecía divertido, pero no podía reírme, en los pocos días dentro de las trincheras había visto demasiado para no querer reírme más

-un ángel-repitió, como si saboreara la palabra

-no hay rubios con ojos claros en campo

-¿y entonces soy un ángel por ser rubio? una visión bastante racista de tu parte...

-bueno, bueno, ya entendí- era claro que muerto no estaba, el líquido que me había puesto me ardía, se supone que muerto no se siente nada

-creo que-continuó, ajustando la gasa con cintas-mis padres no pensaron que yo podría ser un ángel, después de todo-dijo mostrandome el rectángulo pegado en su ropa,dónde decía su nombre

Lo miré, era un poco difícil verlo, no tenía idea de dónde estaban mis lentes.
fue en ese entonces cuándo él me leyó la mente, quiero decir, por primera vez

-los tengo yo, acá...bueno es fácil que desaparezcan cosas-dijo y entonces sacó el par de anteojos del bolsillo de ese guardapolvo que llevaba

me puse los lentes y fije la vista en lo que me había enseñado antes, la pegatina con su nombre

-¿te imaginas? ¿un ángel llamándose Damon? la definición de irónico ¿no?

No es que fuese la mejor broma del mundo, pero cuándo el mundo se había transformado en un campo de batalla y alguien intentaba hacerte reír pese al caos, bueno,lo hacías.
Damon y yo íbamos a reírnos muchas veces más a partir de ese día.

TrincherasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora