Misty Memory

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"Puede ser que hayan tiempos más hermosos, pero este es nuestro"

Jean Paul Sartre.

La vida es de una violenta fragilidad, tienes todo o nada, el gozo y dicha se despliega ante ti, y al otro segundo no haces más que recolectar miserias. El tiempo es también una prostituta caprichosa y fastidiada, acelera su paso cuando más disfrutas, pero va sosegada cuando la hiel inunda tu boca y corazón, susurra a tu oído "Todo tiempo pasado fue mejor" y cobra la factura, no hay más alternativa que someterlo al escrutinio, pues si tuviese esa frase razón, ¿Qué sentido tendría siquiera intentar vivir?, entonces, te muerde el cuello con otro desafío, "El hombre es las decisiones que toma", y así, te hace responsable de tus desgracias y desaciertos, desde haberte empapado por olvidar el paraguas hasta haber perdido un miembro en un accidente tras decidir tomar un taxi y no el metro pues aquel día te levantaste tarde, te quedaste dormido por hacer el amor con tu pareja, con ella que a pensar y ves escasamente por tener dos trabajos, o quizás no, quizás haces el amor de forma regular simplemente porque la pasión es todo lo que está bien en este oscuro mundo. Podemos seguir analizando los matices de esta cadena de causas y efectos y aún así, mi respuesta probablemente sea diferente a la tuya, ahí es donde entran las enseñanzas, el bien y el mal, lo correcto, lo erróneo, lo perpetuo, lo efímero, lo justo, lo injusto. Esperas obtener lo que entregas, aceptas un golpe en la quijada cuando has traicionado a tu amigo, así como esperas el trabajo de tus sueños luego de haberte esforzado por las noches para pagar tus estudios y lograr graduarte con honores, pero, ¿Qué sucede cuando no es así?. La venda cae de nuestros ojos y los cuentos que nos enseñaron se derrumban sobre el reguero de desgracia que buscamos decorar para que parezca menos sórdido. Aprendes que el mundo no dejará de estar podrido porque tú limpies por donde pisas o plantes un par de árboles. Recuérdenlo hoy, mañana, y al final de esta historia.

La puerta metálica del ascensor se abrió, él arrastró los pies hasta salir del cubo ascendente y viró a la izquierda como cada día, ya había buscado su llavero, conservaba sólo las que usaba, detestaba acumular cosas inservibles, odiaba los llaveros pletóricos de llaves que no abrían nada, así como los dijes, sin embargo, no protestó al recibir de regalo uno, claro que no, a ella jamás le decía que no. Giró la llave en el picaporte de la cerradura, pero antes de que diera la vuelta completa, la puerta se abrió con la sola presión de aquel sutil gesto. Él se inmovilizó ante el chirrido de las bisagras desplegando la entrada y enseñando el apartamento en penumbras, trató de recordar si cargaba con él algún objeto contundente con el cual defenderse del invasor, deseó más que nunca ser poco estricto con lo de no llevar nada del internado a casa, qué bien le habría venido un escalpelo o una aguja de 21G.

- ¡Sal, carajo!, ¿¡Qué mierda quieres!?

Gritó al interior de su departamento pero no hubo respuesta, ni siquiera signos de movimiento, avanzó por el umbral con cautela mientras su mano se deslizó por el muro interno hasta el interruptor de la luz, la oscuridad que oscilaba con luces azules que ingresaban del exterior se volvieron vívidos colores cuando las lámparas cobraron vida, abrió los ojos de par en par mientras los arrastraba por toda el área, parecía que un tornado había nacido y muerto al interior, platos, vasos y copas rotas, cuadros que decoraban paredes ahora eran tristes lienzos rasgados, nada estaba en su sitio, el mantel en el suelo, las cortinas desgarradas, el relleno de los sillones emergiendo de heridas mortales en el tapiz.

- ¿¡Summer!?, ¡Summer!

Su corazón iba como una locomotora, sentía la sangre pesada en sus venas, la ausencia de respuesta le erizó los vellos del cuerpo, pero quizás haberla tenido habría sido peor. Sus ojos azules se movían frenéticos a medida que se adentrada en la recepción, cayeron en un par de pequeños comederos de cerámica sobre una alfombrilla rectangular, ambos derribados, toda el agua que contenía uno, se regó por el suelo llegando a entrar en contacto con las croquetas de salmón que habían saltado del segundo bowl.

Immortal SheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora