00:002- Flores y dinosaurios

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El reloj corría cerca de las 3 Am cuando Mo seguía trabajando en el computador de su habitación sin descanso alguno, el ardor de sus ojos era insignificante comparado con el de su espalda, y ni hablar de su cabeza, tenía el cerebro exprimido y hec...

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El reloj corría cerca de las 3 Am cuando Mo seguía trabajando en el computador de su habitación sin descanso alguno, el ardor de sus ojos era insignificante comparado con el de su espalda, y ni hablar de su cabeza, tenía el cerebro exprimido y hecho trizas desde las 10Pm.

A este punto de su decadencia, Mozi se cuestiona seriamente si el sacrificio de su sueño era honorable o todo acabaría en desgracia y él hecho polvo; recurrir a esta opción era lo único a su alcance para estar más cerca de cumplir su sueño y no la iba a desperdiciar, el cielo se podía caer, él se podía enfermar, pero jamás iba a renunciar a escribir su propio destino.

La hora rondaba cerca de las 3:30 cuando había culminado su labor e impreso lo antes mencionado, en total eran 4 documentos de 2 hojas cada uno, no cabía duda que cada ensayo que escribió esa noche tenía su más grata esencia y dignos de la máxima nota, después de todo, fue Mo quién se encargó de darles vida y proyectar una visión ellos, eran su creación y uno de su más grande orgullo.

Guardó las hojas de papel por separado en sobres de plástico y por fin se dispuso a dormir, no sin antes echar una ojeada a su habitación y a las cosas que se encontraban en ella; primero a su computador y la impresora, eran sus más grandes amigos y no tenía ni la más mínima idea qué sería de su vida si alguna vez uno de los dos le llegara a faltar; luego una repisa con accesorios para el cabello que casi no usaba, lo más destacable de ese espacio eran las pequeñas vinchas que adornaban su cabello todos los días en el colegio.

El armario le llenaba de mucha nostalgia, cuando era pequeña se escondía ahí dentro cuando jugaba a las escondidas con su madre, tal vez, guardó ese recuerdo por tanto tiempo que ahora no podía salir del closet. Y, por último, sus libretas y materiales de dibujo, como amaba verlos limpios y ordenados a la luz de la luna cuando en toda la semana estuvieron sucios y tirados en su cartuchera, el suelo y la mesa. Todo era perfecto, desde la pequeña mancha de pintura en la pared hasta los conjuntos de ropa organizados, pero hacían falta 2 cosas de vital importancia para su futuro y desarrollo profesional y personal, el primero era el tan aclamado micrófono y el segundo, algo que guardaba específicamente en su corazón.

 Todo era perfecto, desde la pequeña mancha de pintura en la pared hasta los conjuntos de ropa organizados, pero hacían falta 2 cosas de vital importancia para su futuro y desarrollo profesional y personal, el primero era el tan aclamado micrófono...

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Mo salió de su casa media hora antes de lo habitual por precaución, no quería que

nadie de su clase lo viera entregar los condenados ensayos a otros estudiantes, menos, cuando estos pertenecían a la clase 1-D y tenían la fama de ser los delincuentes del instituto, según decían los rumores, el director Asano estuvo a punto de expulsarlos pero los padres de que los jóvenes intervinieron, dando a entender, que, lo qué sucedió aquel día quedó para siempre en la oficina.

Durante el camino en tren estuvo debatiendo seriamente en lo que había de hacer ahora, dejando de lado la pizca de decisión que consumió su cuerpo el día de ayer, como si esa llama se apagara y el temor adueñaba su vida de nuevo.

Detestaba eso, le producía una impotencia enorme lo incompetente que podía llegar a ser por culpa de sus miedos y cómo estos poco a poco aplastaban sus ideales y se burlaban de la nueva persona en la que se quería lograr convertirse.

Tras carreras e impulsos que bombeaba su pecho llegó al colegio en menos de que lo que esperaba, con pasos livianos e indecisos demostraba lo perturbada que estaba su mente en aquel momento, y las vinchas en forma de lazos que sujetaban parte de su cerquillo, que eran opacadas por el cabello que caía en su cara al mantener la cabeza gacha, lo demostraban. Contó a los estudiantes que estaban en el patio y ninguno de los chicos se encontraba con ellos, un poco angustiado iba a caminar hasta la fuente donde hicieron el trato, para su sorpresa, alguien la tomó del hombro al dar el primer paso, reaccionado casi de inmediato, giró su cabeza al escuchar aquella voz

- ¡Hola, Hitsuji! - era el chico de ayer que le sonreía de forma felina y su aliento

apestaba a la bebida mágica prohibida para menores de edad, Mozi podía jurar que ahora mismo tenía una jaqueca del demonio; un poco incómodo al escucharlo decir su apellido, Mo le sonrió haciendo una mueca, una línea muy recta para ser llamada "sonrisa"- ¿Qué tal todo, eh? ¿¡Qué dices, damos un paseo!?- Coño, ¿que no se cansaba de gritar y estar animado todo el tiempo?

Por el bien de su integridad se iba a negar y a culminar con lo establecido el día de ayer, pero, por otra parte, la actitud del joven eran tan demandante que le causaba estragos entablar conversación, solo quería el dinero y que todo esto acabara, era lo que haría si fuera tan ingenua para no ver a Asano en la puerta y ser consciente del peligro que corría si él se enteraba de que fue el pequeño Mo quién propuso el susodicho trato, el error de su plan fue relacionarse con delincuentes, pero la trampa estaba en sus mismas identidades: ellos eran los matones del instituto y él, el raro de la clase A. Podían sospechar de todo o simplemente dejarlo pasar, Mo es consciente de lo que le conviene en esta situación y está mentalmente preparado para afrontar una nueva personalidad: ser obediente y no hablar jamás.

En silencio movió su cabeza de forma simple y rápida de arriba hacia abajo, dando una vista de su perfil, abriendo intencionalmente los ojos y presionando sus labios mientras el sol y la luz de la mañana hacían su trabajo de iluminar su rostro.

Mozi creía que si se veía lindo las oportunidades de que lo traten bien serían máximas y todo tendría un final feliz, por desgracia se trataba de Mo y de su mala elección de clientes. Lo más probable a suceder es que las cosas se pongan difíciles y ellos tratarán de aprovecharse

de su pendeja ingenuidad, ya lo tenía previsto desde que dio un paso fuera de su casa y si eso sucedía no se iba a quedar sin hacer nada, después de todo, Mozi ya tenía guardada una tijera en el bolsillo derecho de su falda.

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Ilustración de esta semanaaaa

Ilustración de esta semanaaaa

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Mozi trabajando, nwka.
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