Capítulo | 9

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P.O.V: Nebraska Grey

—Con cuidado —me besa la mejilla y luego me aplica más perfume.

—Sí. ¿Si me da frío?

—Te pasará su chaqueta —me guiña un ojo y me empuja fuera del departamento.

—Si se me levanta el vestido y se ve algo te culparé a ti.

—Ya —grita desde la puerta mientras voy al ascensor—. No te voy a esperar a que llegues, pero me envías un mensaje.

—Sí.

—Suerte —sonrío y la pierdo de vista cuando las puertas se cierran.

Presiono el piso de recepción y rezo a quien sea, la cosa es que ansío que esta noche vaya y todo salga de la mejor manera posible. El ascensor se demora siglos o al menos eso creo, la ansiedad me está matando y nada de lo que sé que debo hacer, ayuda a relajarme. Me miro al espejo y todo me ha quedado muy bien, mi maquillaje se ve genial y por suerte las pestañas no me quedaron falsas con el nuevo rizador que compré.

Las puertas se abren y algo insegura salgo de él, Carmen me llama a donde ella está, su lugar de recepción. La miro y voy hacia allá.

—Dime.

—Ese chico es demasiado guapo ¿No te habías casado?

—Así mismo me fueron infiel durante la luna de miel —le susurro y ella abre la boca sorprendida—. Ahora voy a salir con ese chico, pero sólo será algo de amigos.

—Está muy guapo, yo que tu aprovecho.

—Carmen.

—Es cierto, ahora sale que te está esperando.

Algo nerviosa tomo aire y me giro hacia las puertas de la entrada, el portero al ver mi intención de salir abre la puerta para mi y yo puedo ver a Edward recostado en la puerta del copiloto de su Chevrolet Camaro color negro, reconozco el modelo del auto porque lo he visto en Transformers.

Viene con un jeans negro que se ciñe a su cuerpo, unas nike blancas, una camiseta gris que parece tipo sueter pero relajado, no hubiese pensado que su estilo seríe ese. Lleva una chaqueta denim negra que le queda muy bien.

—Hola, Nebraska —saluda sonriendo de medio lado mientras se acerca y levanta su mano para tomar la mía.

—Hola, Edward —saludo de la misma manera y le tiendo mi mano.

La toma entre las suyas y la lleva a sus labios, posando un beso suave en el dorso de esta, podría derretirme aquí mismo. La baja lentamente y me mira a los ojos.

—¿Lista?

—No me puedo arrepentir —sonríe.

—El restaurante está cerca ¿Vamos caminando o quieres ir en auto?

—Caminando está bien, sé que hay buenos restaurantes por la zona —digo sonriendo tratando de ocultar lo nerviosa qué estoy.

—Vamos —hace un gesto y avanzo a su lado—. ¿Conoces el restaurante Charleston?

—Sí, es mi favorito —admito sonriendo, de hecho, he ido muy poca veces pero han sido muy buenas.

—¿De verdad? —asiento con la cabeza mientras avanzamos por el muelle, la sensación es extraña y quizás se deba a que ambos estamos nerviosos.

La brisa que nos acompaña se siente bien aunque sospecho que luego de la cena habrá bajado mucho más la temperatura, miro hacia el puerto o el camino para no caer. Con tacones no es mucha la diferencia de altura, hay varias personas recorriendo la zona el día de hoy.

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