Capítulo | 21

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P.O.V: Edward Lewis

Esa chica me tiene loco y lo peor es que quiero seguir ahí sin preocuparme cómo podría terminar y es que yo no quiero un fin, pienso viendo el mensaje de Nebraska donde indica que vendrá a verme al gimnasio y que luego podemos ir a su departamento, ella me hace ver luz aun cuando en relación a mi hijo sólo veo oscuridad.

Entro al gimnasio marcando nuevamente al número de Haysel, me tiene que explicar cómo es que hizo para sacar a mi hijo del país y yo no puedo hacer nada porque ella prometió traerlo el día viernes justo para cuando el niño tiene su semana conmigo, la cosa es que quiere aplazarlo hasta el sábado.

Es mi hijo.

Eddy, son casi las tres de la madrugada aquí donde estoy —gruñe ella atendiendo—. ¿Qué es lo que quieres?

—¿Cómo es que sacaste a Justin? ¿Cómo es eso que lo traerás el sábado?

Edward, el niño es de ambos.

Estamos en un juicio de custodia, Haysel. No puedes sacarlo y luego avisarle a mi abogado, que conste que esto lo voy a usar en tu contra.

Tu abogado es tu mejor amigo, da lo mismo. Edward ya no exageres.

Haysel, quiero que me traigas a mi hijo el viernes.

Mira, no puedo porque el vuelo llega el sábado. Te dejo que lo tengas hasta el domingo y luego así recuperaremos las fechas.

Está bien. Envía fotos por favor.

Corto la llamada luego de asegurarme de que está bien y que regresaran a tiempo, Avery me mira mientras golpeo el saco con frustración, es una maldita mierda no poder tener el dinero suficiente para pagarle por mi hijo y que quede completamente a mi disposición, lo más triste es que ahora Haysel se casará una semana antes de la fecha donde su psicóloga tomará el caso y por desgracia el juez ve mejor a alguien con familia estable a el padre soltero.

—Mi hermano dice que no está todo perdido.

—No lo sé, Avery —murmuro con pesar.

—Pero por lo menos tienes a Aska, ella te puede guiar en el proceso.

—Extracurricularmente —señaló.

—Da igual, además liberas muchas cosas teniendo seco con ella, eso es bueno.

Niego con la cabeza sonriendo, en realidad si me siento bien con Nebraska, es genial y estos días que llevamos siguiendo su plan todo ha funcionado tan bien, sentir con ella es increíble. Avery se comienza a burlar de mí, baila alrededor mío diciendo que me he enamorado, aunque yo creo que aún falta para eso.

—Ya, vamos al ring —suspiro pasando una mano por mi cabello.

—¿Descargaste tu furia? Porque no pienso enfrentarte a ti en el estado que estás.

—¿En qué estado estoy?

—En Nebraska —dice riendo mientras se venda las manos, capto su broma y río con ella.

—¿Te comiste un payaso?

—No, un brownie —niego con la cabeza y subo con ella al cuadrilátero.

Comienzo a entrenar con ella, quien tiene una técnica mucho mejor que antes y ya no necesita que la corrija cada dos movimientos, ya hasta me dan ganas de hacerle la propuesta que vino a dejar mi antiguo entrenador hace dos días, de hecho, hasta Nebraska sabe de esa propuesta y la meditó conmigo.

—Oye, ya estoy cansada.

—No existe el cansancio, Avery.

—Ya no siento los músculos.

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