Cicatrices [Farcus]

I

P L U M A S
E N S O Ñ A D A S

El amanecer se hacía presente en Tortillaland, los colores del cielo cautivaban a cualquiera que hubiera observado mínimamente la noche oscura del día anterior, donde la luna no había hecho acto de presencia. El híbrido de búho como siempre se la pasaba tonteando hasta las tantas, poniendo minas a cualquiera con tal de torcer los nervios de todos o disfrutando de la calma del agua o del vuelo que le ayudaba a recordar.

Mantenía su sonrisa calmada y altanera y saludaba a todos a su alrededor, aquellos que recién despertaban mientras que él iba a descansar.

—Ojalá poder volar, si ya es una fantasía sentir el aire en el suelo no me imagino lo genial que tiene que ser volando —se expresaba Axozer, risueño, mientras bostezaba. Aprovechaba el comentario mientras observaba a su lado al híbrido de cuervo que había tenido que pedir su ayuda en el huerto, a su pesar.

—¿Y eso? —cuestionó, vio aquella pregunta muy repentina. Dejo de lado las patatas en la cesta y observó al muchacho bicolor con curiosidad.

—Estuve observando a Fargan volar esta noche, y se veía tan libre que me daba envidia —suspiró calmado para después añadir —: Aunque parecía triste.

A Focus le vino en mente todas las veces que había volado con Fargan, casi siempre este se le adelantaba demostrando como siempre que estaba lleno de energía. Pero su mente divagó hasta una de esas veces que pudo quedar frente a él o a su lado, y recordaba ver aquellos ojos llenos de nostalgia.

Aquello le hizo pesar en las preguntas de 8cho del otro día. Respiró hondo, hoy estaría dispuesto a preguntar,  se atrevería a indagar en la vida del búho por primera vez.

—Bueno, si Fargan está triste o no no cambiará que no estás ayudando en nada —respondió tratando de parecer indiferente y molesto —. Si quieres le pido que te lleve a volar un día.  Aunque si quieres puedo intentarlo yo.

—¿Y arriesgarme a que me lances por los aires? —cuestiona tratando de no mirar la sonrisa sarcástica del cuervo y teniendo un escalofrío —. No me fío de ninguno, gracias.

Se bajó del cofre y comenzó a ayudar al cuervo.

[...]El tiempo fluyó rápidamente, tanto para los que dormían como para los que hacían sus labores o hacían el tonto en el pueblo. Fargan despertó por unos toques en su puerta y con ojos cansados se estiró. Pensaba que habría un evento, ya que no era habitual que alguien tocara a su puerta, así que fue a ducharse y cambiarse como si nada. Se puso su máscara una vez se secó y meció sus alas tratando de evitar lo incómodo que se sentía tenerlas húmedas.

A causa de la ducha su cuerpo escocía, repleto de millones de heridas cicatrizadas, hematomas que se habían quedado grabados o moretones. Cuando abrió la puerta se sorprendió al ver a cierto cuervo esperarle.