- 1 - Ruffian

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Winter - Vivaldi.

La piel se puso de gallina. Me levanté. Abracé mi cintura con los brazos para proporcionar un sentir hogareño tal como el de un fuego en pleno hielo. Me sorprendí cuando mis dedos percibieron piel ¿Piel?

Estoy desnuda.

Mi hermana se despertó casi de la misma manera, con la diferencia de que todo fue más frenético.

Abrió los ojos en su totalidad. Ella también estaba como dios la trajo al mundo.

—Ashly —gimoteó.

—¿Qué pasa?

—Mis nalgas tienen frío.

Puse los ojos en blanco.

—Sera mejor que encontremos ropa antes de que alguien nos ve.... —me interrumpí al escuchar un chillido.

—¡Hadas! —gritaron las siete.

Abby y yo nos giramos de lleno a las chicas.

—¿Hadas? —también, preguntamos al unisono, confundidas.

Abby miró a sus lados, buscándolas.

Yo en cambio, comprendí que se referían a nosotras con esas expresiones de asombrada ilusión que hacía brillar sus rostros bajo el manto de la noche.

Ellas nos analizaron por un rato más, ahora menos seguras.

—¿Son hadas?

Mi hermana se aproximó tiritando como las cuerdas de un instrumento para contestarles. Yo la interrumpí, crispada por el bendito frío. De todas maneras lo reprimi.

—¿Nos vieron caras de hadas? —preguntó con cautela, y también con el castanear de mis dientes.

Ellas intercambiaron miradas vacilantes para luego asentir.

—Me temo que no somos ni hadas ni sirenas, somos dos chicas desnudas y pronto seremos dos esculturas de hielo. —No pude evitar usar algo de sarcasmo, aunque por eso intenté suavizar mi mirada azulada para compensarlo—. Podrían ¿ayudarnos?

Una levantó un dedo con severidad. Yo, enarcó una ceja expectante. Sinceramente espero que sea un sí, a pesar de tener algunos peros ¡Que sea un sí!

—Lo lamento, pero mis hermanas y yo no podemos darles alojó a unas.... ¿Quiénes son exactamente?

—Ashly y Abby Cross —respondí con una leve turbación arisca en la voz.

La tabla de surf volvió a intercambiar miradas con sus hermanas.

—Disculpen, desconocemos su apellido.

Rechine los dientes. ¿Nos iban a dejar aquí, congeladas, por desconocer nuestro apellido? Con recelo analicé minuciosamente lo que usaban. Vestidos mediavales, con corsé hecho de ballenas ajustadas, telas delicadas que adornaban y las faldas abultadas que agrandaban.

Fruncí el ceño.

Abby se encogió más, temblando con mayor violencia, incluso sus labios estaban adoptando un color más apagado. Yo podría estar igual, debo tener un estado parecido. Me sorprendía, de hecho, la poca empatía que tenían. Casi —no lo hice— chasqueo un dedo, con una idea palpitante en mi cabeza.

Miró a los ojos a Abby, intentando que comprenda lo siguiente.

Pienso en el dolor que causa el frío, el abrazo que me rodea y apretuja en busca de un calor que aún nos abandona, cambio mi expresión a una dramática, exagerando lo que estoy sintiendo. Caigo de rodillas.

El Tren Délbalhia -Nacer-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora