- 6 - El baile

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Merry go round of life - Joe Hisaishi

En el transcurso de la semana, una mujer que al parecer era sastre, llegó encapuchada y con trozos de nieve en las hondonadas de su abrigo. No demoró en ponerse manos a la obra para obligarnos a sacarnos medidas de muchos lugares de nuestro cuerpo. Lo más molesto era que si nos movíamos nos llevábamos un grito. Cuando terminó, el resto de la semana la pasé en mi habitación, durmiendo, y descansando. No tenía nada que hacer, así que salir de esas cuatro paredes no era obligación, ni siquiera salí para ver a Vanitas, aunque agradecía que mi hermana sí fuera y al regresar me contará lo que hacían los caballos. Eloísa y Nimpi no los volví a ver en ese tiempo, pero sí escuchaba sus risas al correr por los pasillos. Volgar estaba muy ocupada, y Ruffian sí entro una vez a mi cuarto, dio una repasada al lugar con la mirada y reparó en mí, me analizo y me preguntó si estaba bien, yo le contesté "Largo", y me hizo caso, de todos modos un día antes del baile desperté con una caja de chocolates al lado, Abby no fue, Nimpi, Eloísa y Volgar tampoco. Comí lo que quedaba de los chocolates de ayer con toda la tranquilidad del mundo en mi habitación, mirando hacia afuera gracias a mi gran ventanal: está nevando, los copos son enormes. Me acuesto panza arriba en el piso de madera. De esta manera parece que en vez de caer, los copos suben. Mi paz no dura mucho pues Volgar llega a mi cuarto y me ordena que me vaya a bañar. Eso hago. Cuando terminó me encuentro con que, tan rápido como parecía, habían hecho el vestido, con el corte adecuado a mí. Sostengo el vestido mientras estoy envuelta en una toalla:

Es azul profundo, combinando con mis ojos, pero, a pesar de buscarlo, no hallo ningún miriñaque.

La puerta de la cortina se abre de golpe.

—¡Aún no estás pronta! —chilla Abby con horror.

No me había dado cuenta hasta ahora, que a través de la ventana comenzaba a oscurecer.

Mierda.

—¡Me estaba bañando!

—Aja. ¡Bañandote a lo Ashly, más de una hora en el baño!

—Este cu.... Woah. —Dije al reparar en su vestido.

Rojo, con un corsé del mismo color y adornado con pequeñas flores plateadas que sobresalen y abundan sobre la tela y las ballenas, y que también, descienden afinandose hasta un poco más abajo de la cadera. Mientras tanto, el vestido ocupaba varias capas, y las que se veían a medida que subían se iban ondulando más como pétalos de rosa. El miriñaque de Abby no era tan ancho, por lo tanto le quedaba perfecto. Además justo cuando su corpiño terminaba, unos guantes que comenzaban un poco más arriba de la altura de los hombros, acababan por tapar toda esa parte hasta sus dedos: y eran igual de rojos que el vestido.

—Te ves.... —me interrumpí al captar algo— ¿Por qué rojo?

Ella mira el color.

—¿Para hacer contraste con el tuyo? ¡Qué voy a saber yo, no soy la diseñadora!

Abro la boca exageradamente y me la cubro con una mano.

—Oh Abby, que atrevida, no lo esperaba de alguien como tú.

Me frunce el ceño y baja la cabeza para seguir mi mirada hasta pegar el mentón a su clavícula.

—¿Qué tengo? —Abre mucho los ojos, como si le ofendiera—. ¡Ah!

Así es, tiene el escote sumamente pronunciado, provocador.

—Insitadora —la acuso.

Ella finge ofenderse.

—Esa es una acusación muy grave, señorita, más cuando es usted la que anda en cueros frente al ventanal. ¿No está preocupada porque alguno de la tropa la vea?

El Tren Délbalhia -Nacer-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora