Enid logró su cometido, sembró la incertidumbre en la cabeza de Wednesday.
Ahora, la pelinegra tenía una lucha interna. Se debatía entre hablar o no con la rubia, el disculparse por su estúpida actitud. Una que surgió con el propósito de mantenerse a salvo.
Tomó su móvil, antes de irse a dormir, abrió la aplicación de Instagram, dónde seleccionó el chat con Sinclair y comenzó a escribir.
"¿Podríamos hablar mañana?"
Obtuvo respuesta casi de inmediato:
"Claro, Wends"
"Gracias."
"De nada, dulces sueños." agregó la ojiazul.
Y ahí estaba, Wednesday Addams, sonriendo como idiota a la pantalla del dispositivo. Durmió con tranquilidad, pero cuando era hora de ir a la universidad, un dolor en su estómago comenzaba a intensificarse. Eso, sin mencionar que se sentía enferma; el cuerpo en general le dolía, pensó seriamente en tomar el día, pero la charla con Sinclair era más importante para ella.
Quedaron de verse justo en la cafetería, 15 minutos antes de comenzar las clases, en la misma mesa que solían ocupar hace tiempo, cuando hablaban más a menudo.
Cuando la azabache estaba cada vez más cerca de la cafetería, sólo quería salir huyendo, el dolor corporal que experimentaba se volvía más fuerte y además, sentía ganas de vómitar. La sensación más desagradable del universo, pero una vez que hubo visualizado a Enid, con la vista puesta en el móvil, esperando por ella, se le olvidó como respirar.
—¡Mierda! No puedo hacer esto, no puedo hacer esto...—murmuraba para si misma, mientras cortaba la distancia entre ambas.
Sinclair elevó la mirada, al escuchar los murmullos, que por supuesto no podía entender. Y cuando vío a la menor a unos pasos de distancia, le sonrió amable.
Eso le dío un poco de seguridad a la más baja, pero no la suficiente, porque aunque intentaba controlarse, estaba temblando, tal vez demasiado.
Sinclair se puso de pie, caminó hasta la chica, poniéndose frente a ella;
—Wednesday, ¿estás bien?— cuestionó con preocupación, una auténtica. Extendió una mano, para posarla sobre el hombro de la pelinegra, pero la más baja estableció distancia.
—Sí.— pero hasta su voz era titubeante.
Se mordió la parte interna de la mejilla. —¿Podemos sentarnos?—Y la rubia asintió en repetidas ocasiones, para después tomar dirección hasta su lugar.
—Quería disculparme...— tragó con dificultad, mientras jugaba con las mangas de su sudadera, rompiendo el contacto visual. —Mi actitud no fue agradable, quiero decir... Ni siquiera volteaba a verte. Actuar como si no existieras...— hizo una pausa, observando la reacción de la chica, que estaba más enfocada en el temblor de las manos ajenas. —No estaba jugando cuando dije que me gustabas. Me gusta ser tu amiga, pero sentí que debía alejarme por el bien de ambas...—
—Entiendo.— Enid asintió lentamente, con esa preocupación invadiendo cada centímetro de su mirada ojiazul. —Sé que te dije que podías tomar distancia de ser necesario, si eso te hacía sentir más cómoda. No es necesario que hablemos todo el tiempo, sé que tienes cosas que hacer y yo también.—
—No quiero ser invasiva. Me agradas, pero quizá puedo verme algo intensa. No sé cómo lidiar con los sentimientos, nunca había experimentado nada similar, me siento enferma.— la mayor intentó tomarle las manos, pero ella volvió a apartarse, el contacto físico no era lo suyo, mucho menos si se sentía vulnerable. —Tus amigas... siempre me ven, como si hubiera hecho algo malo. Entiendo que quizá me vi un poco irresponsable al alejarme sin dar una explicación. Sólo quiero recordarte, que me gusta mucho hablar contigo, así que me gustaría tener una relación más amena. Ya sabes, como amigas.— sentía que se ahogaba, posiblemente porque nuevamente se estaba mostrando vulnerable y eso era una porquería. En su familia mostrar debilidad era mal visto, iba en contra de su crianza, de su ideología. Y ahora, actuaba como idiota al no poder controlar sus emociones. —¡Mierda!— gruñó, apretando los puños, temblando aún más, desviando la mirada nuevamente, comenzando a hiperventilar, sabía lo que significaba, lo había experimentado con anterioridad, un ataque de pánico.
—Wednesday, relájate...— le importó un demonio si la chica no permitía el acercamiento, apretó su muñeca, en un intento de controlarla. —Todo está bien. ¿Entiendes?—
—¡No!— gruñó frustrada, con la voz entrecortada. —No puedo con esto...— llevó ambas manos hasta sus muslos, liberándose del agarre de la mayor, clavando sus uñas en ellos, en un vano intento de recuperar la compostura.
Y a Enid no se le ocurrió otra cosa, más que ponerse de pie, tomar a la chica por el brazo, tirar de ella y pegarla a sí misma, en un torpe abrazo.
La gótica seguía temblando, casi al borde del llanto. Lo único que su cuerpo pedía a gritos, era aferrarse a la persona que le ayudaba en esos momentos. Respondió el abrazo, con brazos temblorosos, su cabeza ahora comenzaba a doler, sus ojos a picar y su estómago, había un mar de emociones ahí dentro, tanto que resultaba sofocante.
La rubia jamás imaginó el lío que esto representaba, pero ahí estaba, en medio de la cafetería, que por suerte estaba desolada, a excepción de sus dos pobres almas. Abrazando a un manojo de nervios, con tanta fuerza que sentía como el aire abandonaba sus pulmones.
Acarició el cabello negro, que resultaba suave y sedoso al tacto, aspiró la fragancia que desprendía la chica entre sus brazos; frutas silvestres. El aroma resultaba débil, casi imperceptible, no lo recordaba de sus otros encuentros.A decir verdad, nunca había estado tan cerca, ni siquiera de tocarla. Disfrutó la cercanía, más de lo que le gustaría, tanto que se perdió en sí misma y no notó cuando Addams dejó de temblar.
—Gracias.— dijo la pelinegra. Apartando a Enid, pero la chica la veía de una forma extraña.
Enid se mordió el labio inferior, quería besar a una desconcertada Wednesday que la veía atenta, frunciendo el ceño avergonzada, casi petrificada frente a ella.
Y Sinclair no pudo resistir bastante, porque se inclinó ligeramente, en dirección a la azabache. Recibiendo como respuesta una mirada sorprendida, un rubor en las mejillas y un movimiento de manos nervioso.
Wednesday no sabía que hacer en ese momento, quizá lo que veía era sólo su imaginación, de no ser porque la chica, se inclinó un poco más y cortó la distancia.
¿Debía corresponder? No, su cabeza le estaba haciendo una mala jugada.
—Gracias por escuchar, Enid.— dijo sacando de su trance a la rubia.
Sinclair negó, salió de sus pensamientos y puso en orden su cabeza:
—No hay nada que agradecer. Debo volver a clases.— Y se retiró, a paso apresurado.
No les quiero romper la ilusión, pero no olviden que esto no tiene un final feliz y que aunque Enid parezca razonable algunas veces, en realidad no lo es. Sólo está buscando la oportunidad de burlarse de Addams cada que se pueda. Nunca le importó en sí, lo que la gótica pudiera sentir.
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𝐶𝑖𝑛𝑛𝑎𝑚𝑜𝑛 𝐺𝑖𝑟𝑙 -Wenclair
FanficWednesday está enamorada. Pero ese sentimiento es muy bajo para ella. Y luego está Enid Sinclair, la típica chica que ama tener la atención sobre sí, capaz de darte alas, sin sentir el más mínimo grado de empatia por ti. Sí, Enid va a aprovechar tod...