Capítulo 3

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Había estado lloviendo y eso era algo favorable para mí.


El sol ya se ocultaba tras las montañas en el horizonte, el viento corría sin dirección fija mientras yo caminaba sin prisa sobre la tierra húmeda y el barro salpicaba mis botas de piel.


Me había ocultado en el bosque por casi 2 horas, observando los movimientos de la manada. Nada fuera de lo común. De hecho todo estaba demasiado tranquilo; las casas no parecía que fueran el hogar de una manada de humanos mitad humanos que cazaban y mataban a otras manadas. Como la mía.


Agucé el oído y al asegurarme que nadie estaba cerca, me convertí. Mi pelaje era marrón claro, así que el lodo se notaría bastante. Sin prisa, revolqué las patas en un montón de lodo, aprovechando que ocultaba mi olor y usando el aspecto que me daba de haber pasado algunos días sin refugio.


Salí detrás de la hilera de arboles donde me encontraba oculta, me acerqué con paso lento por el filo de las casas con la cabeza gacha, luciendo temerosa esperando que alguien saliera de una de ellas y me detuviera.


Seguí caminando como una sombra invisible hasta que noté a un niño que jugaba con algo como un juguete de madera. Me detuve a unos pasos de él cuando giró la cabeza y me vio. Tendría 6 años y sin temor a lo que yo pudiera hacer, se acercó sonriente y me tendió su pequeña mano enguantada.


"La confianza solo es para los tontos. Nunca seas sentimental y confíes en nadie, solo conseguirás una puñalada en la espalda." Me repetí mentalmente


Pero ese niño confiaba en que yo no le haría daño. Simplemente hacía lo que quería.


Yo me acerqué hasta que mi húmeda nariz toco la tela del guante. Y ambos nos quedamos inmóviles por lo que pudo ser un segundo. Él parecía tan asombrado por mí, como yo por él y el hecho de que se hubiera acercado sin precaución alguna.


-¿Quién eres?- Preguntó con una vocecita.


Yo no contesté, en cambio resople dejando que el vaho de mi aliento chocara con su palma y luego se dispersara.


-No eres de aquí.-Afirmó después de estudiar mi cara.


Yo negué con la cabeza.


-Estas herido? Puedes caminar?


Yo seguí en mi papel de lobo indefenso y no hice nada más que mirar al suelo.


-Estás muy débil, no te puedes convertir.- Dijo con su lógica infantil.


Yo volví a mirarlo dando por entendido que estaba muy cansada para intentarlo.


-Ven, te llevaré con Mar.- El pequeño me tocó el lomo y comenzó a caminar esperando que yo lo siguiera.


Caminamos los pasos que nos separaban de una casa casi al fondo de la calle. Y el niño no tocó la puerta y esperó a que le abrieran, sino que entró por el patio trasero a una amplia cocina que parecía vacía.


-Marly, estás aquí?-Preguntó en un chillido infantil.


Escuché unos pasos ligeros acercarse y yo me quede quieta en la entrada de la cocina por si intentaban atacarme.


-Iván...-comenzó una voz femenina pero se detuvo en cuanto estuvo parada en el marco de la entrada y me vio.


Los ojos del pequeño pasaron de mí a una joven alta que vestía jeans y una sudadera de algún equipo de futbol universitario y botas negras, de pelo corto y negro e increíbles ojos. Ella estaba congelada viéndome.


-Lo encontré afuera, parece débil.- Explico con simpleza el pequeño Iván.


-No estás herido- Afirmó ella sin dejar de verme a los ojos.


Yo no contesté.


-No Mar, está debil- Interrumpió Iván


Marly asintió.


-Correcto-


Sin quitarme los ojos de encima se acercó al refrigerador y sacó un filete. Lo sostuvo en alto y luego lo arrojó al piso.


Me reí internamente, si ella en otras circunstancias se atreviera a hacerme algo así, yo saltaría sobre ella y juro que se arrepentiría. Pero yo no estaba en condiciones de pelear.


Olisqué el filete y comí fingiendo morir de hambre. Mientas Iván me miraba ansioso porque yo terminara.


Marly no apartó la mirada de mí, medio esperando que en cuando ella se diera la vuelta yo le arrancara el brazo al niño. Pero en cuanto vio que simplemente comía se acercó al teléfono de cable junto a la puerta. La vi de reojo mientras marcaba un número y esperaba que alguien del otro lado contestara.


-Hola, necesito que vengas.- Yo alcé la mirada fugazmente intentando captar un poco de la emoción de ella al hablar.


Pero no cruzó más que un par de "no" y "si"


Para cuando terminé el filete, estaba dispuesta a hablar un poco, pero la chica ya no me vigilaba, sus ojos estaban puestos en un punto detrás de mí.


-¿Qué pasa?-Una voz masculina preguntó


-¡Daniel!-Chilló Iván, y corrió a la entrada trasera.



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Pd- Marly en galería.



OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora